Las marisquerías que no puedes dejar de visitar en España
Para muchos, esta especie marina invertebrada es uno de los manjares más suculentos del planeta, una popularidad que también ha dotado a los locales especializados de gran prestigio
Cuando piensas en disfrutar de una velada exclusiva y sofisticada, es imposible no barajar la posibilidad de acudir a una marisquería. Y es que este bocado es considerado uno de los más exquisitos y opulentos de cuantos conforman nuestra cartera culinaria. El abalón, el bogavante, las ostras o la langosta roja, algunas de las especies más apreciadas por los consumidores, conviven con otras más asequibles para el bolsillo, pero igual de sabrosas, como los langostinos, los mejillones, los berberechos o los camarones.
Su gran acogida está más que justificada, no solo por su increíble y característico sabor, sino también por sus múltiples propiedades nutricionales. Hablamos de su bajo contenido graso -aunque muchos de ellos tienen una elevada proporción de colesterol-, la presencia de ácido fólico, vitaminas E y A, y minerales como el potasio, el hierro, el magnesio o el calcio en su composición; su valiosa contribución al sistema nervioso y muscular, y la ayuda que aportan a aquellas personas que padecen hipertensión o anemia, entre otras funciones.
Aunque la mayoría de ellos están disponibles en supermercados y pescaderías, no hay nada como acudir a un local especializado para degustar los mejores ejemplares. Por suerte para los amantes de este suculento manjar, España cuenta entre sus filas con algunas de las marisquerías más destacadas. ¡Tomad nota de sus nombres y que comience la cata!
D’Berto
Rúa Teniente Domínguez, 84, O Grove, Pontevedra
Si queréis disfrutar de una buena mariscada, la costa gallega siempre complacerá vuestras necesidades culinarias. Dentro del gran abanico de marisquerías que habitan en la región, D’Berto destaca por la oferta de pescados y mariscos de gran tamaño procedentes de la Ría. Todo ello aderezado con la naturalidad de la preparación y una presentación que busca no enmascarar el sabor de la materia prima. Entre sus platos más solicitados se encuentran las almejas a la sartén, el bogavante frito, el guiso de San Pedro, la lubina a la plancha o los calamares con cebolla confitada.
Can Fusté
Gran Vía de Carlos III, 52, Barcelona
Una apuesta segura si vivís o visitáis alguna vez la ciudad de Barcelona. Este clásico, que abrió sus puertas por primera vez en 1974, combina a la perfección alimentos típicos de la gastronomía española, como el jamón ibérico, la ensaladilla rusa o las croquetas, con el mejor pescado y marisco de playa. Una cocina de mercado, tratada con el máximo respeto, donde todo el protagonismo recae en platos tan complejos como el arroz seco de langostino de San Carlos de la Rápita, las ostras a la francesa, los mejillones de roca o las almejas gallegas, ambos elaborados con la marinera de la casa. Sin olvidar su extensa carta de postres, con el flan de mascarpone con arena de galleta y el mousse de crema catalana a la vainilla, gelatina de limón y fresitas a la cabeza.
O’Pazo
Calle Reina Mercedes, 20, Madrid
A pesar de estar en el interior de la península, esta marisquería madrileña especializada en gastronomía gallega, con mariscos al peso y pescado, es “uno de los pocos restaurantes que obtuvo el reconocimiento de una estrella en la primera edición de la Guía Roja Michelin para España”, tal y como presumen en su página web oficial. ¿El motivo? La utilización del mejor producto de nuestras costas y una elaboración sencilla que realza los sabores naturales. Como resultado, el comensal puede degustar el bogavante del Cantábrico cocido o a la plancha, los carabineros de Huelva, la gamba roja de Dénia, los camarones de la Ría o las cigalas de Marín.
Rausell
Carrer d'Àngel Guimerà, 61, Valencia
Considerada la barra más sagrada de Valencia desde 1948 y especializada en cocina mediterránea de mercado, Rausell tiene una carta fresca, natural y sabrosa, compuesta por recetas “heredadas, renovadas y creadas”. Todas estas cualidades quedan en evidencia a través de platos tan suculentos como las cigalitas salteadas con ajetes, las ostras Marennes-Oléron, las quisquillas cocidas o las gambas a la plancha o a la sal. Además, a modo de entrante, también ofrece una magnífica selección de berberechos, navajas, tellinas, mejillones o clochinas. Sin olvidar los arroces a base de almejas, bogavante o langosta.
El Faro de Cádiz
Calle San Félix, 15, Cádiz
“El Faro de Cádiz nace en 1964 como una pequeña taberna donde se elaboraba una cocina sencilla y local, pescados de la Bahía en fritura, guisos marineros, una cocina donde solo la mar marcaba los ritmos y lo que se cocía en sus fogones”, explican sus propietarios, que tras tres generaciones siguen cocinando con la misma ilusión, en su página web oficial. Esta historia y la tradición que le acompaña dejan para la posteridad creaciones de gran atractivo como la ostra rizada de Cádiz ligeramente picante y gratinada a la llama, el helado de erizo de mar, garum de anchoas y lechuga de mar, los carabineros al brandy de Jerez o los mejillones templados en escabeche casero.
Marisquería Godoy
Puerto de Málaga, Muelle Uno, Málaga
Y finalizamos este recorrido en Málaga, más concretamente en una de las marisquerías más solicitadas de la ciudad. El entorno idílico en el que se ubica, unido al género que obtiene de la bahía que baña sus costas, Godoy completa su carta de mariscos con especies tan variadas como los búsanos, las nécoras, las navajas, las almejas blancas, las quisquillas o las langostas y los centollos salvajes. Además, estos adoptan un papel protagonista en otros platos más elaborados como la zarzuela de rape con marisco, la paella, las sopas o las ensaladas.
Cuando piensas en disfrutar de una velada exclusiva y sofisticada, es imposible no barajar la posibilidad de acudir a una marisquería. Y es que este bocado es considerado uno de los más exquisitos y opulentos de cuantos conforman nuestra cartera culinaria. El abalón, el bogavante, las ostras o la langosta roja, algunas de las especies más apreciadas por los consumidores, conviven con otras más asequibles para el bolsillo, pero igual de sabrosas, como los langostinos, los mejillones, los berberechos o los camarones.