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Rocacho: gran parrilla y mejor terraza para decir adiós al covid
  1. Gastronomía y cocina
EXPERIENCIA GASTRO

Rocacho: gran parrilla y mejor terraza para decir adiós al covid

En esta película de ciencia ficción que hemos vivido estos últimos meses y dentro de la cual todavía seguimos interpretando el papel de sufridos y perplejos ciudadanos semiconfinados, ya empezamos a ver la luz de la libertad

Foto: Carne de Rocacho.
Carne de Rocacho.

La terraza de Rocacho es uno de los primeros ejemplos de ese oxígeno vital que necesitábamos en Madrid para empezar a respirar un cierto aire de cotidianidad, o de eso que se ha dado en llamar eufemísticamente 'nueva normalidad', que en el fondo es una anormalidad –esperemos que transitoria– que hace tan solo tres meses nos hubiera parecido una inaceptable aberración y que ahora perseguimos como una anhelada excepcionalidad. Paradojas de la existencia…

Esta es mi primera experiencia gastro poscoronavírica y tengo que decir que, además de sentirme feliz de disfrutar de una espléndida terraza veraniega y una magnífica comida, me alegro todavía más de que me haya resultado tan difícil poder encontrar mesa, porque es el mejor síntoma de que la reapertura del negocio hostelero de la capital está siendo recibida con verdadero alborozo por la parroquia madrileña. Carlos Lucas, responsable de este moderno asador, nos cuenta que tienen prácticamente todo reservado para los dos turnos de comida y cena de los próximos 15 días.

“Poder sacar varias mesas altas a la acera compensa la necesaria distancia entre mesas que debemos mantener por razones sanitarias”

Antes de comenzar a deleitarse con la oferta gastronómica de Rocacho, es inevitable referirse al nuevo protocolo de seguridad y a las nuevas medidas de higiene implantadas en los restaurantes. De entrada, en el acceso a la terraza hay un pequeño mostrador exhibiendo un rótulo en el que se recuerda al visitante la situación de alerta sanitaria en la que todavía estamos inmersos, al tiempo que se le invita a que, antes de nada, proceda a utilizar el hidroalcohol puesto a su disposición para purificar sus manos. Todo el personal aparece exhibiendo sus correspondientes y reglamentarias mascarillas; en este caso, además, y por aquello de no perder la menor oportunidad de darle notoriedad al negocio, luciendo en ellas el emblema del establecimiento. La carta es accesible a través de un código QR impreso en un tarjetón que hay en cada mesa.

Por cierto, las mesas están separadas casi dos metros entre sí. Nosotros optamos por dejar que Carlos nos ilustre, de viva voz, sobre lo que podríamos comer; y finalmente nos dejamos llevar por sus recomendaciones. De entrada, un taco de ceviche de corvina, pleno de sabor e intensidad; un rocacho de bacalao, que es una jugosísima pieza de tempura del popular pescado seco, bañado en tinta crujiente de calamar; un inesperado bocado en dos exquisitas texturas. Después probamos uno de los 6 arroces de la carta. Nos inclinamos por la paella del señoret. Abundantes gambas y langostinos pelados –de los que saben–, en medio de un suculento ruedo de arroz tostado de un grano de espesor; probablemente uno de los mejores arroces que se puedan tomar en la actualidad en Madrid.

placeholder Restaurante Rocacho.
Restaurante Rocacho.

Pero, pese a la excelencia de todo lo probado hasta el momento, por lo que Rocacho es justamente más conocido desde su inauguración –ahora hace de ello tres años–es por su magnífica parrilla y la excepcional calidad de los platos de carne y pescado que salen de ella. Especialmente las carnes que proceden de El Capricho, de Jiménez de Jamuz, el que hace algunos años fue considerado por la revista 'Times' como el lugar en el que se ofrecía la mejor carne del mundo. Pues bien, esa carne, en Madrid, únicamente se puede disfrutar en Rocacho. Desde una cecina fuera de lo común hasta ese auténtico delicatessen, para grandes carnívoros, que son las chuletas de vaca vieja maduradas entre 40 y 90 días. Antes de preparar una de estas piezas singulares, en Rocacho se la presentan al comensal dentro de un gran estuche, como si se tratase de una verdadera joya –el precio, desde luego, lo justifica–; para después mantenerla fuera de la cámara de refrigeración un buen rato para que se atempere, y por último dejarla en manos del maestro parrillero para que la sirva en el punto perfecto en que la haya solicitado el cliente.

Carlos se siente orgulloso de tener los mejores proveedores posibles: “Para la carne, El Capricho, y para el pescado, Pescaderías Coruñesas”. Jairo Soria, el joven chef del restaurante, además de manejar con maestría la parrilla, consigue dar a muchos de sus platos un personal toque culinario que los eleva por encima de lo previsible o cotidiano. Buenos ejemplos de ello son las sardinas marinadas, la torrija de foie, la lasaña de gamba roja, los tacos de cangrejo, el tuétano de buey…

Foto: Patio de Leones.

Para terminar, no hay que dejar de pedir el tiramisú de la casa, preparado en mesa a la vista del cliente.

Antes de irnos encantados de este primer reencuentro con las mesas de la capital, le pedimos a Carlos Lucas que nos diga cómo ve el futuro de la restauración madrileña. Carlos nos confirma que la respuesta de los clientes está siendo enormemente positiva y que el apoyo del Ayuntamiento a los negocios, también. Nos habla, por ejemplo, de que en su caso ha podido gestionar en tiempo récord la autorización para sacar varias mesas altas a la acera; algo que, nos dice, “compensa la necesaria distancia entre mesas que debemos mantener por razones sanitarias”.

Rocacho ha vuelto a la actividad ofreciendo su magnifica terraza, un servicio perfectamente adaptado a las especiales circunstancias que vivimos y demostrando el gran nivel de su oferta gastronómica.

La terraza de Rocacho es uno de los primeros ejemplos de ese oxígeno vital que necesitábamos en Madrid para empezar a respirar un cierto aire de cotidianidad, o de eso que se ha dado en llamar eufemísticamente 'nueva normalidad', que en el fondo es una anormalidad –esperemos que transitoria– que hace tan solo tres meses nos hubiera parecido una inaceptable aberración y que ahora perseguimos como una anhelada excepcionalidad. Paradojas de la existencia…

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