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Las especias desconocidas en España que cambiarán tus platos
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Las especias desconocidas en España que cambiarán tus platos

Esta familia no solo está compuesta por la canela, la pimienta o el comino. Su popularidad convive con el anonimato de muchos aderezos que resultan igual de beneficiosos

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Aunque la mayoría de alimentos lleven la voz cantante en la cocina, son muchas las especias que toman el protagonismo gracias al sabor y la intensidad que aportan, actuando en ocasiones como verdaderos salvavidas. Es el caso de la pimienta, el jengibre, el orégano o el romero. Todas estas hierbas y plantas aromáticas comparten un toque característico y muy personal, pueden actuar como sustitutivos de la sal y, además, ayudan al comensal con sus propiedades nutricionales. Facilitan la digestión, estimulan el apetito, previenen las infecciones, estimulan la circulación o mejoran la memoria, entre otras funciones.

No obstante, esta gran familia también cuenta con otros nombres desconocidos en nuestro país, pero que igualan en riqueza a las especias antes mencionadas. Por ejemplo, ¿habéis oído hablar alguna vez de la cassia? Es muy similar a la canela, aunque con un gusto mucho más potente y pronunciado. Es ideal para dar fuerza a elaboraciones tan básicas como el arroz con leche, las infusiones o incluso el célebre gin-tonic. ¿Qué otras especias forman parte de este exclusivo grupo?

Amchoor

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El amchur o amchoor es una especia procedente de la cocina india que se obtiene del mango verde, una fruta que una vez convertida en polvo proporciona a los platos un compendio de sabores difícil de igualar. Matices muy distintos que proceden de una fruta famosa por su dulzor, pero que cambia drásticamente durante el proceso de elaboración: todo comienza cosechando los mangos cuando aún están verdes, después se cortan en rodajas muy finas y se ponen a secar bajo el sol, adquiriendo así una apariencia marrón y amarillenta. Su acidez combina a la perfección con el curry, con quien suele ir de la mano en sopas, pescados, adobos o salsas picantes. De hecho, es tal su potencia que se recomienda utilizarla en pequeñas dosis y siempre antes de retirar la comida del fuego.

Cubeba

Originaria de la Isla de Java, esta especia pertenece a la familia de la pimienta y también suele utilizarse en la elaboración de aceites esenciales. Su popularidad en la cocina llegó durante la Edad Media, cuando se empleaba en algunas salsas o como condimento base de la carne. Sin embargo, poco a poco fue desapareciendo debido a un sabor amargo que no agrada a todos los paladares. Su presencia todavía se mantiene en la cocina marroquí; de hecho, es uno de los ingredientes principales de los markouts, unas pequeñas albóndigas hechas con semolina de miel y dátiles. Por lo tanto, la cubeba es perfecta para dar un toque diferente a los platos de carne, especialmente de pollo. Además, también sigue en activo en la producción de ginebras y vinos aromáticos.

Nigella

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Conocida también como ajenuz, es considerada por muchos como la 'semilla de los dioses', un apodo justificado por sus propiedades alimenticias y terapéuticas. Históricamente, los antiguos egipcios y los médicos griegos recurrían a ella para tratar los dolores intestinales, las cefaleas, la congestión nasal, los eczemas o el reumatismo; sin olvidar sus efectos antiinflamatorios, antimicrobianos, antioxidantes y antihipertensivos. Por estos y otros muchos motivos, la nigella es una de las especias más usadas de la cocina india. Su sabor es ligeramente dulce, mientras que su aspecto es muy similar al del sésamo negro o las semillas de cebolla. En cuanto a su uso en los fogones, casa a la perfección con el arroz, el pescado o las ensaladas, e incluso puede aportar un toque muy especial a las mermeladas caseras.

Eso sí, algunos de sus componentes pueden resultar perjudiciales si se consumen en exceso, entre ellos la melantina o la nigellina, que posee efectos paralizantes. Por lo tanto, se recomienda utilizarla con moderación y en casos puntuales.

Asafétida

Al igual que otras de las especias pertenecientes a este grupo, la asafétida actúa como sustitutivo de aderezos similares, en este caso la cebolla, el ajo o el puerro. Su olor es bastante repulsivo -de ahí procede su nombre- pero, curiosamente, una vez que se cocina esta animadversión se transforma adoptando el aroma y el sabor de los ingredientes antes expuestos. Las legumbres, las verduras y los encurtidos son sus mejores aliados, mientras que el método de conservación debe ser muy minucioso. Esta debe reposar “en un recipiente perfectamente hermético para que el potente olor que tiene en crudo no contamine al resto de especias de nuestro armario”, explican desde el portal Cocinista.

Galanga

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En este caso, la galanga nace en el sudeste de China y forma parte de la familia de otras especias mundialmente conocidas como el jengibre o la cúrcuma. Se diferencia de sus parientes por un sabor mucho más picante y penetrante, que recuerda al eucalipto. Es un condimento digestivo, antibacterial y afrodisiaco, y trata problemas tan comunes como el asma, la artritis o los dolores reumáticos. En el ámbito de la alimentación, la galanga se utiliza para sazonar ingredientes más insípidos como el pan, el arroz, las verduras, la carne o incluso las galletas. Además, suele formar parte de un conjunto de especias frescas en el que también se encuentra la hierba de limón, el chili rojo, el ajo o las chalotas.

Sasafrás

Su origen resulta de lo más curioso, pues estamos ante la corteza seca de la raíz de un árbol caducifolio de la familia Lauraceae. Además de un sabor ligeramente amargo, que se emplea para aromatizar la cerveza, el vino, el té o la leche, es poseedor de un sinfín de beneficios para nuestro organismo. Y es que el sasafrás tiene propiedades analgésicas, anticoagulantes y antisépticas, que suelen ser de gran ayuda para calmar las enfermedades dentales, la inflamación de los ojos, el estrés suprarrenal o los catarros leves.

Aunque la mayoría de alimentos lleven la voz cantante en la cocina, son muchas las especias que toman el protagonismo gracias al sabor y la intensidad que aportan, actuando en ocasiones como verdaderos salvavidas. Es el caso de la pimienta, el jengibre, el orégano o el romero. Todas estas hierbas y plantas aromáticas comparten un toque característico y muy personal, pueden actuar como sustitutivos de la sal y, además, ayudan al comensal con sus propiedades nutricionales. Facilitan la digestión, estimulan el apetito, previenen las infecciones, estimulan la circulación o mejoran la memoria, entre otras funciones.

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