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El Grill de Marbella Club: excelsas carnes en un hotel icónico
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El Grill de Marbella Club: excelsas carnes en un hotel icónico

Tal vez sean las mejores de la Costa del Sol. De hecho, es el restaurante más elegante, romántico y mágico de cuantos hemos visitado aquí. Con toda probabilidad se trata de uno de los hoteles más emblemáticos del país

Foto: El Grill de Marbella Club.
El Grill de Marbella Club.

Que la hotelería de lujo en España se ha puesto la pila en el aspecto gastronómico es un hecho. Tras años de mala fama, los grandes hoteles han apostado por apoyarse en chefs de renombre para evolucionar no solo de cara a sus huéspedes sino, fundamentalmente, de cara a atraer al cliente externo que había borrado de su mente el hecho de cruzar las puertas de este tipo de establecimientos para ir a comer o cenar. En definitiva, conseguir que sus restaurantes tuvieran de nuevo empaque suficiente en un panorama muy competitivo y no fueran uno más de 'cocina de hotel'. Esto no ha ocurrido en Marbella Club. Y aclaramos: no ha hecho falta. Su afamado Grill es hoy una excepción, uno de esos lugares por los que el tiempo no pasa aunque pasen 65 años, que son los que cumple este establecimiento símbolo de los inicios y el devenir de Marbella. Entrar en este hotel, en este restaurante, es retrotraerse a un pasado de leyenda que sigue vivo en el presente. Es la llama que queda de ese glamour de antaño, la llama que ha conseguido mantenerse aquí cuando en tantos otros lugares se ha apagado. Sorprende por su excepcionalidad y, asimismo, por su buen hacer a la hora de actualizarse sin dejar de lado esa esencia, un camino por el que muchos se han perdido.

Sergio Arconada, recién nombrado chef ejecutivo, aunque gran parte de su trayectoria se ha desarrollado en el hotel, tiene la labor de mantener ese patrimonio, de seguir esa línea clásica maravillosa de El Grill sin perder o, incluso, “potenciando su nivel gastronómico”, nos cuenta. Es una gozada ver cómo Marbella Club, fundado por el carismático príncipe Alfonso von Hohenlohe para alojar a la aristocracia europea, sigue, en todo, una simbiosis entre raíces, historia e innovación apoyada fuertemente en la gastronomía.

placeholder El Grill de Marbella Club.
El Grill de Marbella Club.

“Estamos preparando un nuevo concepto de restaurante centrado en lo mediterráneo. No solo con recetas de aquí. También libanesas, italianas, griegas… No las típicas, eso sí. Buscaremos la mayor autenticidad en productos y elaboraciones”. Es lo que nos adelanta en primicia acerca del nuevo espacio con el que contará el hotel en el patio que fue su origen y a partir del cual se empezó a construir. Esto, unido a una fortísima apuesta global por el cuidado de la alimentación de la mano de su compañero Andrés Ruiz, 'wellness chef' que idea cada día menús saludables para quien guste, y de la nutricionista Paloma Ruiz, que les asesora en este sentido desde un reciente centro holístico en el que cualquier cliente puede pedir cita o contratar diversos programas y retiros relacionados, sigue haciendo de Marbella Club un destino en boga que se aferra a su personalidad y encanto aun estando al día con las tendencias. Alojarse en él, pasear sus jardines entre algunas de sus más recientes villas, no deja de ser como caminar, en pleno 2020, por el sofisticado y recoleto rinconcito sureño que soñó su fundador en los 40. Y sentarse en El Grill no deja de ser como hacerlo entonces, en aquella época dorada, aunque su propuesta se renueve.

Además de algunas incorporaciones en platos, “hemos sumado cortes de carne que antes no teníamos”, explica Sergio. Al lector que no conozca el lugar le llamará la atención hablar de carnes como elemento central a la orilla del Mediterráneo. Para lo que da el mar, para esos pescaditos y mariscos de Málaga y más allá, uno debe dirigirse al MC Beach, sobre la arena del área de playa del hotel y asomado a un azul infinito. En El Grill, aunque hay asimismo un breve capítulo de pescados al fuego, la cosa va de carnes, del arte de la parrilla manejada siempre por manos maestras, ya fueran las de Roque, ya sean las de su hijo y heredero.

Sobre sus impolutas mesas vestidas de blanco brillan bajoplatos, vajilla y cubertería a la luz de las velas. Alrededor, en el exterior, se intuye la exuberante vegetación. En el interior aguarda un elegante salón resguardado por regios cortinajes y alumbrado con grandes candelabros y el fulgor de las brasas. El Grill solo abre para cenas, ¡y qué cenas! Una vez más, de las que ya no se ven.

placeholder MC Beach Club.
MC Beach Club.

El servicio es exquisito como su carta. El propio Sergio nos recomienda alguno de sus añadidos, como el fresco y delicioso canelón de cangrejo real abrazado en aguacate, mango y huevas de trucha (45 euros). Destaca entre ensaladas como la de langosta y salmón (46 euros), o el tartar de vaca frisona (Holstein) con foie-gras, pepinillos, jerez y huevos de codorniz (36 euros). Hay un clásico imprescindible en El Grill y es el suflé de queso a la crema de parmesano (27 euros). Se advierte de que tarda 20 minutos en prepararse y nos causa una ligera decepción su reducido tamaño y su falta de garra tratándose de dicho queso.

No hay fallo posible en las carnes. En ninguna de nuestras visitas lo ha habido. Preguntamos al chef por los recién llegados: “Black angus de Nebraska, charolesa, simmental suiza y wagyu japonés”. Del de verdad. Sale a la palestra un corte cowboy (similar al rib eye) de la primera de las carnes, grande, para dos personas (140 euros / kg), con excelente marmoleo, tan suave y jugoso que da pena que cueste terminarlo. No lo necesita, pero se puede acompañar de una decena de guarniciones y, entre ellas, el 'gratin dauphinois' (patatas gratinadas, 9 euros) es tan rico que apetecería pedirlo como entrante. Volvemos a los suflés para los postres. Es marca de la casa el de Grand Marnier (22 euros), en esta última ocasión demasiado alegre de licor. Una amplia selección de vinos dulces remata un menú en el que brillan joyas de España y Francia que solo se encuentran (y se piden) en este tipo de sitios. Gusta ver representación de muchas D.O., aparte de las básicas. Aunque Ribera y Rioja mandan, hay mucho andaluz, bien hecho, y bastante por copas dentro del segmento más 'premium'. Los precios, también es habitual, se perciben algo inflados.

La experiencia, es lo que tiene, hay que pagarla, eso es así. Las cifras son siempre relativas si el lugar lo vale y uno está dispuesto y puede permitirse un lujo. Y El Grill, tanto por escenario como por producto y su tratamiento, lo vale. No olvide lo que decía el propio Von Hohenlohe: vestirse y cenar es como desprenderse de las preocupaciones del día a día para sumergirse en un ambiente de celebración. Siga su consejo. En este sentido, El Grill, como Marbella Club, es una fiesta.

El Grill, Marbella Club Hotel

Dirección: Bulevar Príncipe Alfonso de Hohenlohe, s/n. Marbella (Málaga).
Precio medio: 90€.
Teléfono: 952 822 211.
Horario: de lunes a domingo de 19:30 a 00:00.

 

Que la hotelería de lujo en España se ha puesto la pila en el aspecto gastronómico es un hecho. Tras años de mala fama, los grandes hoteles han apostado por apoyarse en chefs de renombre para evolucionar no solo de cara a sus huéspedes sino, fundamentalmente, de cara a atraer al cliente externo que había borrado de su mente el hecho de cruzar las puertas de este tipo de establecimientos para ir a comer o cenar. En definitiva, conseguir que sus restaurantes tuvieran de nuevo empaque suficiente en un panorama muy competitivo y no fueran uno más de 'cocina de hotel'. Esto no ha ocurrido en Marbella Club. Y aclaramos: no ha hecho falta. Su afamado Grill es hoy una excepción, uno de esos lugares por los que el tiempo no pasa aunque pasen 65 años, que son los que cumple este establecimiento símbolo de los inicios y el devenir de Marbella. Entrar en este hotel, en este restaurante, es retrotraerse a un pasado de leyenda que sigue vivo en el presente. Es la llama que queda de ese glamour de antaño, la llama que ha conseguido mantenerse aquí cuando en tantos otros lugares se ha apagado. Sorprende por su excepcionalidad y, asimismo, por su buen hacer a la hora de actualizarse sin dejar de lado esa esencia, un camino por el que muchos se han perdido.

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