Madrid es el nuevo Berlín: la difícil reinvención de bares y restaurantes
Cuatro restauradores explican a Alimente la realidad de la ruina que suponen las medidas del Gobierno y también todos los cambios para adaptarse: siguen en pie hasta que no ocurra como en Cataluña
Existe un chat de hosteleros de Madrid en donde ya prácticamente no se comparten siempre nuevas ideas, sino mensajes de apoyo, porque básicamente todo lo que se podía hacer ya lo han hecho, están al día. Lo cuenta Peter, dueño del restaurante Krápula, en la calle Jorge Juan de Madrid.
"Hay que coger aire en los pulmones y esperar a que esto pase porque, aunque nadie cree que las cifras de contagio vayan a mejorar porque se limite el acceso a restaurantes, pensamos que las medidas pueden ser aún más restrictivas".
"No se entiende que un virus se pueda comportar de forma diferente a las 20:00 de la tarde que a las 00:00"
¿Qué es lo que ocurre? Sencillamente que los restaurantes y los bares han entrado en el ojo del huracán de las medidas contra el covid, que han golpeado especialmente a la hostelería madrileña, uno de los motores económicos de la ciudad. "Hay medidas que no se entienden porque nadie puede suponer que un virus se pueda comportar de forma diferente a las 20:00 de la tarde que a las 00:00, lo que están consiguiendo con eso es empujar a la gente a que se reúnan y cenen en casa, donde las medidas de seguridad que nosotros sí aplicamos no se cumplen".
Turnos perdidos
El gran problema que identifican es que las restricciones trasladan el mensaje de que los restaurantes no son seguros, sin embargo, según una encuesta de Makro publicada esta misma semana, más del 70% de los madrileños no consideraban que fueran peligrosos para el contagio. Pepe Caldas dueño de Lpos Gallos y Puerto Lagasca incide en que ellos hacen cumplir las medidas de seguridad y que el horario en cambio les hace polvo: "nos elimina un turno de cenas, que junto a la sobremesa posterior es cuando más negocio tenemos y eso es mucho más difícil de conseguir ahora".
El horario es el principal caballo de batalla de unos restauradores que intentan sobrevivir con sus negocios en medio de las medidas que implantó el Gobierno tras tomar el control de la sanidad en Madrid, en lo que constituye una batalla abierta desde hace semanas con la Comunidad de Madrid. Antes de eso, se habían adaptado a las restricciones de aforo y a tirar de las terrazas. No era tampoco suficiente.
"Cambiar la mentalidad de un país para que salgan a cenar antes es bastante complicado, aún así lo estamos promoviendo"
Pedro Olmedo, de Puertalsol, qeu es principalmente un ático en el que la terraza es la gran protagonista, adaptada desde hace meses ya para el nuevo escenario explica que "cambiar la mentalidad de un país para que salgan a cenar y a divertirse antes es bastante complicado. Primero perdimos las comidas de negocios y casi al tiempo a los turistas y ahora, con las cenas, al resto. La verdad es que se ha hecho una esfuerzo y hemos lanzado entre todos una campaña de cenar a las 20:00, pero no se puede implantar tan fácilmente, primero porque no es nuestra mentalidad y segundo porque habría que cambiar también el resto de horarios".
Modelo Centroeuropa
Aun así, lo están intentando, especialmente en el ámbito del fin de semana. Así lo explica también Raúl, del Mercado de la Reina, que incluye locales como Museo Chicote o Terraza de la Reina: "Lo primero es que las medidas adoptadas respecto a nuestros negocios parecen señalarlos, lo cual es un poco injusto porque una gran parte del negocio desde verano se ha trasladado a las terrazas, que son seguras, pero crea paranoia".
Desde su punto de vista, la solución que él y otros buscan pasa por hacer de Madrid un poco más Berlín: "Como a las 23:00 todo el mundo tiene que estar fuera pues hay que apostar por lo diurno, adelantamos la alegría y la fiesta a por la mañana directamente. Todos los sábados ahora en octubre hemos puesto medias copas a precios muy reducidos como 5 euros desde las tres de la tarde hasta las seis, para animar un poco al consumo y para que, dentro de la gravedad de la situación, vuelva un poco la alegría a la mesa".
"Es cierto que vamos un poco a ese modelo de grandes terrazas como en el Tiergarten pero no sirve para todos, claro"
Devuelve un poco la imagen de Centroeuropa porque, además de la restricción horaria, con el otoño ha llegado el frío. Un buen negocio ahora podría ser vender abrigos o estufas para las terrazas, ironiza. "Es cierto que vamos un poco a ese modelo como en el Tiergarten, por ejemplo, y yo creo que a los madrileños les va a apetecer eso. Pero, claro, no es tampoco lo mismo porque no nos vamos a volver de la noche a la mañana como los noruegos", remata Raúl.
Los últimos de los ERTE
Es de momento la mejor solución, después de que ya en verano redimensionaran las plantillas, el negocio, las compras, el volumen, un esfuerzo para seguir dotando de algo de ocio a una ciudad que se está muriendo. Antonio Galán, presidente de la Asociación Madrileña de Empresarios de la Restauración, es además muy crítico con el Gobierno: "Lo increíble es que cuando comenzaron todas las restricciones, que obviamente se veía que afectaban mucho a un sector que es capital en el país para la generación de empleo y riqueza, no se incluyera en los ERTE hasta el mismo día antes y porque lo pedimos expresamente".
Para Galán, el Ayuntamiento de Madrid sí hizo un esfuerzo con medidas destinadas a favorecer la concesión, renovación y ampliación de licencias, así como el tema de las estufas, y también la Comunidad de Madrid pero no así el Gobierno. El problema es que podría ser peor si, como ha ocurrido en Cataluña, se decide cerrar definitivamente en cualquier horario bares y restaurantes. La ruina y el tedio.
Tene además otras implicaciones: "Si no fomentamos también un ocio responsable con más terrazas y algo más de aforo en ellas, lo que hacemos es empujar a la gente a casa y fiestas clandestinas también, donde el riesgo es mayor. Además del empobrecimiento de la economía, también tendrá repercusiones en la sanidad".
Existe un chat de hosteleros de Madrid en donde ya prácticamente no se comparten siempre nuevas ideas, sino mensajes de apoyo, porque básicamente todo lo que se podía hacer ya lo han hecho, están al día. Lo cuenta Peter, dueño del restaurante Krápula, en la calle Jorge Juan de Madrid.