La Maruca Castellana: más casa de comidas, moderna y animada, en nueva ubicación
El Grupo Cañadío vuelve a dar en el clavo con un inmenso y nada fácil local en la zona norte de Madrid. Hasta él, en Plaza de Castilla, Paco Quirós y Carlos Crespo llevan su concepto de cocina honesta y asequible con una cuidada puesta en escena
No solo han dado en el clavo, parece que hasta lo han mejorado, aunque solo sea porque sus dimensiones doblan las de su hermano mayor, el primer restaurante La Maruca, en la calle Velázquez. Los cántabros Paco Quirós y Carlos Crespo, creadores del Grupo Cañadío y artífices, con él, de otros exitosos negocios como La Primera, La Bien Aparecida y, próximamente, la vuelta a la vida de la mítica Cafetería Santander, descentralizan su oferta con La Maruca Castellana para llegar a un barrio que les estaba esperando. Es por eso que la zona de Cuzco-Plaza de Castilla se abarrota ya gracias a un local que refresca el ambiente de esta manzana gastronómica histórica de la capital a la que le vienen muy bien nuevos aires. Y estos, esta vez, llegan del Cantábrico.
En esta valiente apertura en tiempos raros se pierde la vista, desde la entrada, a través de su zona de barra, amplísimos salones y terraza climatizada anexa. Frente a la frialdad de anteriores empresas aquí y de la propia ubicación, en un esquinazo (el de Castellana con Félix Boix) un tanto desangelado, La Maruca Castellana logra, casi de forma mágica, recrear una cálida atmósfera de casa. De casa de comidas, que es lo que no deja de ser, y de hogar de reminiscencias nórdicas, sobrio, sofisticado y tremendamente confortable. Es bonito desde la sencillez, sin algarabías de diseño, tan bien proyectado y tan apetecible como su oferta.
Esta se asoma también al norte sin dejar de lado el casticismo de los bares de toda la vida, a los que en muchos casos homenajea. ¿Es lo de siempre? Sí y no. Sí, porque no esperemos la enésima vuelta, literal, a la tortilla. No, porque no es la enésima vuelta a esa misma tortilla. Sin querer romper moldes de ningún tipo, ya La Maruca de Velázquez lo hizo con buen menú, buenas manos entre fogones, buenos precios y buen espacio y buen servicio, de mantel y detalle. Es ese todo que tantos promueven y que no todos consiguen el que se encuentra, otra vez, en La Maruca Castellana. Bueno, repetimos, bonito y barato, desde el desayuno a la noche.
Su carta demuestra solidez, apenas cambia respecto a la de Velázquez ni tiene por qué. Producto y regularidad se siguen encontrando igual, lo mismo que identidad cántabra en opciones como las anchoas de Santoña (desde 12,50 euros), las rabas de Santander (18,50 euros), la terrina de foie casero, como todo, con sobao (18 euros) o los huevos rotos con patatas y picadillo de Potes (11,50 euros). Las croquetas del cocido (10,50 euros) o los buñuelos de brandada de bacalao en tempura (13,50 euros) son un perfecto inicio porque ambas frituras son tan finas y de tan cremoso y ligero interior que en absoluto enmascaran el apetito para lo que viene después.
La ensaladilla rusa (13,50 euros) es tan emblema de la casa y tan de casa, valga una vez más la redundancia, que apasiona, sobre todo por esa mahonesa y ese copete de anchoa, pimiento rojo, piparra, rábano y huevas. En esta temporada, las alcachofas a la plancha (18 euros), sin más, son tiernas hasta la última hoja. La ración de pimientos asados (13 euros) casi se hace escasa por su imponente sabor y ese jugo para mojar los estupendos panes. El cocido lebaniego, presentado en un solo vuelco (12,50 euros), aunque es reducido y elegante, es como para plato único por su contundencia, quizá demasiado graso y concentrado. La tajada de merluza (19 euros) es excepcional, una pena que la cama de patatas panaderas estuviera salada.
Es difícil, pero el nivel de los postres es tal que hay que reservar algo de espacio, mínimo, para esa líquida tarta de queso (7,50 euros), imitada hasta la saciedad y conseguida aquí con creces. Sobresaliente.
Buena y económica selección de vinos, casi todos españoles, alguno interesante de más allá, y los desayunos desde las 8 de la mañana con una tortilla de ranking y repostería propia redondean una propuesta que se completa, aún hay más, con barra de pinchos y de copas para cuando se pueda (de momento, al menos el tardeo, en mesa, está asegurado). Todo construye una experiencia que se busca, que gusta y que se repite porque nunca falla.
La Maruca Castellana
Dirección: Paseo de la Castellana, 212. Madrid
Teléfono: 913 452 665
Precio medio: 30€
Horario: desde las 8:00 h de lunes a domingo
Horario de cocina: de 13:00 a 16:00 y de 20:00 a 00:00 h
No solo han dado en el clavo, parece que hasta lo han mejorado, aunque solo sea porque sus dimensiones doblan las de su hermano mayor, el primer restaurante La Maruca, en la calle Velázquez. Los cántabros Paco Quirós y Carlos Crespo, creadores del Grupo Cañadío y artífices, con él, de otros exitosos negocios como La Primera, La Bien Aparecida y, próximamente, la vuelta a la vida de la mítica Cafetería Santander, descentralizan su oferta con La Maruca Castellana para llegar a un barrio que les estaba esperando. Es por eso que la zona de Cuzco-Plaza de Castilla se abarrota ya gracias a un local que refresca el ambiente de esta manzana gastronómica histórica de la capital a la que le vienen muy bien nuevos aires. Y estos, esta vez, llegan del Cantábrico.
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