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La Mentira, la última apuesta de Grupo Mentidero en la que nada es lo que parece
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La Mentira, la última apuesta de Grupo Mentidero en la que nada es lo que parece

En lo que fue el Mentidero & Gin, en los bajos de El Mentidero de la calle Almagro, abre un ecléctico restaurante, cocktail bar y amplia terraza. Ni decoración ni carta parecen tener sentido, pero lo cobran según avanza la velada

Foto: La Mentira.
La Mentira.

Nada responde a nada, pero todo funciona al final. Es la premisa y lo que uno encuentra al entrar en La Mentira, el nuevo concepto de Grupo Mentidero que Borja Anabitarte y Lara Alonso del Cid, imparables, acaban de abrir en la capital. Lo han hecho en la planta calle y sótano de su buque insignia, El Mentidero, en el espacio que ocupaban los reservados, bodega y terraza de este y de su zona de copas y picoteo, Mentidero & Gin. Definirlo es difícil, hay que vivirlo.

"Magia, show, reconocido DJ… La oferta va muchísimo más allá de lo gastronómico y, una vez más, roza lo kitsch sin excederse"


Desde el exterior, donde se encuentra la pérgola que cubre sus numerosas mesas fuera, un neón invita a bajar las escaleras y adentrarse en un cielo o en un infierno, según se mire y se quiera, que se divide en barra, sala y privados. La entrada y la estética recuerdan a las de un ‘speakeasy’ con notas de elegante y barroco club inglés. Hay pinceladas coloniales, art déco y guiños a Fitzgerald o a Austen en las paredes de sus saloncitos. Chesu Puente, la decoradora, tenía en mente los felices años 20 aunque también hay rincones pensados por y para un presente en el que manda Instagram; desde una pared para selfis con luminosos de alas de ángel o cuernos de demonio, depende de cómo tenga uno el día, a cuartos de baño en los que al entrar y encender la luz se acciona un sorprendente efecto discoteca, grandes 'hits' musicales incluidos a todo volumen. La visita al excusado se alarga irremediablemente porque no hay quien no grabe un vídeo y lo suba a sus redes.

No es extraño que se pase por la cabeza la palabra ‘hortera’. Tal compendio de estilos no puede salir bien si no se hace con guasa y aquí se logra ese buen rollo. Apetece reservar con un grupo de amigos, tomar unas copas o algunos cocktails clásicos (pisco, margarita, cosmopolitan… 10 euros), comer o cenar sin grandes pretensiones, correcto, y divertirse. Está hecho por y para divertirse y, aun en época covid con todas las restricciones, cumple. Magia, show, reconocido DJ… La oferta va muchísimo más allá de lo gastronómico y, una vez más, roza lo kitsch sin excederse. Está a puntito, pero se mantiene en la sorna sin perder el gusto.

Carta viajera

La carta es viajera, tampoco se agarra a ningún mástil. Más latina que otra cosa, quizá, con formatos muy para compartir, incluso para tomar con las manos, aunque también tiene toques orientales e ibéricos. No es larga, una veintena de opciones. La más cara no llega a los 20 euros. Y funciona durante todo el día.

placeholder La Pesadilla.
La Pesadilla.

Arrancamos con La Pesadilla (2 unidades, 9,50 euros), que puede llevar a equívoco, por el nombre, pero no es una quesadilla, es más un jugoso taco vegetariano de chicharrón de queso con pimientos estilo Padrón, aguacate y salsa de tomates asados. El tostón (2 unidades, 11,50 euros) no es cochinillo ni plátano frito, es un fresco ceviche de lubina servido sobre una tortilla de maíz crujiente y crema de aguacate. Entramos en materia patria con las gyozas de pato (11,50 euros), que van regadas con una reducción de un caldo de cocido madrileño, o con unos particulares huevos rotos que toman la forma de chilaquiles mexicanos con tiritas de tortillas de maíz fritas, salsa ligeramente picante de tomatillos verdes y el huevo a baja temperatura. Llena, mejor pedir media ración, que la hay, si se va en pareja (7,50 euros).

Seis tacos

El menú sigue con un apartado que incluye seis tacos para elegir (entre 6/7 euros) con carnes de cerdo ibérico, cordero o lubina preparada al pastor. El cerdo patrio es protagonista de las hamburguesas (hay dos, 9,50 euros) que comparten la sección 'carbón y vapor' con tiernos baos asiáticos con rellenos como los chipirones a la andaluza (un particular bocata de calamares) o langostino en tempura con mahonesa de kimchi (8 euros) que es puro glutamato. A mejorar vajillas y servilletas demasiado pequeñas, sobre todo si se trata de picar y mancharse las manos. Y, sí, se manchan.

La hora del postre

De entre los postres, muy rico el milhojas La Mentira (7 euros), que recuerda, por formato, a la tarta árabe y sus finas obleas, aunque en este caso son más bien tortas de aceite que encierran una bola de helado. La tarta de limón, que tan pesada puede resultar, aquí se sirve ligera y mini, en una cazuelita con un hilo de merengue flambeado (6,50 euros). El bizcocho de la tarta 'muerte por chocolate', algo seco, mejora un poco al regarse de una crema de chocolate demasiado líquida (7 euros).

placeholder Milhojas.
Milhojas.

En cuanto a los vinos, la selección es reducida y sin riesgos, precios contenidos y cinco referencias por copas entre Rueda, Rías Baixas, Toro o Rioja. Prometen más etiquetas, más representación de vinos de Madrid, con los que maridamos nuestra velada… Puede haber alternativas más joviales como el público al que, con esta nueva aventura, llega el grupo rompiendo con un perfil más ejecutivo de otros negocios como el propio restaurante de la planta superior. La Mentira es infalible para este perfil que ronda los 30 años, para pasarlo de cine de manera sabrosa, asequible para lo que es Madrid y esta zona y con ambientazo. Avisamos: ya cuesta reservar.

La Mentira

Calle Zurbano, 17. Madrid

Precio medio: 35 euros

Horario: de miércoles a sábado de 13 a 00 h. Martes y domingo de 13 a 16:30 h

Teléfono: 913 08 12 85

www.lamentiramadrid.com

Nada responde a nada, pero todo funciona al final. Es la premisa y lo que uno encuentra al entrar en La Mentira, el nuevo concepto de Grupo Mentidero que Borja Anabitarte y Lara Alonso del Cid, imparables, acaban de abrir en la capital. Lo han hecho en la planta calle y sótano de su buque insignia, El Mentidero, en el espacio que ocupaban los reservados, bodega y terraza de este y de su zona de copas y picoteo, Mentidero & Gin. Definirlo es difícil, hay que vivirlo.

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