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El truco para hacer la mejor fritura que probarás en tu vida
  1. Gastronomía y cocina
¡ES POSIBLE!

El truco para hacer la mejor fritura que probarás en tu vida

Hablamos de esta preparación cuando sumergimos los alimentos en aceite o grasa muy caliente, de manera que se crea una costra crujiente en el exterior, mientras que el interior permanece tierno. Y la boca se hace agua

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Hervir, cocer a fuego lento, escalfar, saltear, asar… Son muchas las técnicas básicas de cocina que siguen triunfando sobre los fogones. La mayoría de ellas no requieren un dominio extraordinario de las labores culinarias, basta con seguir los pasos adecuados y el plato resultante quedará prácticamente perfecto. Todas menos una, la fritura. Este es quizás el más popular de los procedimientos, que consiste en sumergir los alimentos en un recipiente con aceite muy caliente. ¿El resultado? Un acabado crujiente por fuera y jugoso por dentro.

No obstante, a pesar de su gran acogida desde tiempos inmemoriales, son muchas las personas que han decidido relegarla a un segundo plano por motivos de salud. Y es que los aceites vegetales que se utilizan en estas elaboraciones cambian drásticamente sus características organolépticas al estar en contacto con altas temperaturas, convirtiéndose en esas grasas saturadas que tanto perjudican a nuestro organismo a través del colesterol o las enfermedades cardiovasculares. Además, un alimento frito conlleva una digestión más pesada y un aumento de calorías considerable.

Afortunadamente, disfrutar de una buena fritura de manera saludable es posible, solo hay que saber dominar la técnica y cumplir todos los consejos a rajatabla. ¡Toma nota y pierde el miedo a los fritos!

Cómo hacer una fritura 'saludable'

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“Lo ideal sería incluir las frituras una o dos veces por semana (nunca a diario) y realizarlas de la manera correcta. Para ello debemos de usar recipientes profundos o sartenes con tapa, donde los alimentos queden sumergidos, sin quedar en contacto con el aire. Cuando freímos los alimentos con poquito aceite, este se quema de forma rápida generando sustancias tóxicas”, recomiendan desde el blog 'Harrison Sport Nutrition'. ¿Qué otros trucos nos ayudan a disfrutar de las frituras sin preocuparnos por el aumento de peso?

  • El aceite es el elemento más importante de todos. Aunque la versión más económica y recurrente sea el aceite de girasol, debemos empezar a reducir su uso en la cocina. ¿El motivo? Como ya hemos visto anteriormente, si se calienta demasiado, su composición y propiedades se degradan por completo y libera elementos que pueden resultar nocivos para la salud. Lo mismo ocurre con el aceite de colza, de maíz y de soja. La única opción recomendable es el aceite de oliva virgen extra, pues soporta mejor el calor -puede alcanzar los 180ºC- y cocina los alimentos en menor tiempo, reduciendo así la presencia de grasa.
  • Siguiendo con el aceite, este debe estar siempre limpio. Una forma de reconocer un aceite sucio es el color: cuanto más oscuro sea, más estropeado está. La espuma que aparece en la superficie, el olor o una densidad exagerada también son signos de alerta. Además, el aceite debe cubrir todo el alimento; si no, su aporte calórico aumentará.

Lo ideal sería incluir las frituras una o dos veces por semana, nunca a diario

  • “También hay que tener en cuenta la temperatura, ningún extremo es el mejor: si el aceite está tibio, el alimento lo absorbe más. Por el contrario si está muy caliente, llegando al punto de humeo, se generan sustancias tóxicas. Lo más adecuado sería una temperatura mediana y la mejor forma de comprobar que el aceite está en su punto es echar un trocito de pan o del alimento y observar que aparezcan las burbujas”, añaden desde el blog 'Harrison Sport Nutrition'. Por ejemplo, si se trata de alimentos de gran tamaño, la temperatura debe oscilar entre los 120ºC y los 40ºC; en el caso de los congelados, a unos 150ºC; y el resto de ingredientes de poco tamaño a unos 180ºC.
  • Por otro lado, durante la fritura debemos evitar elementos punzantes para manipular los alimentos. Nada de pincharlos o darles la vuelta de manera brusca, pues podríamos romper la envoltura y provocar que el relleno salga al exterior. Lo mejor es utilizar unas pinzas o unos palillos y siempre con mucho cuidado.
  • En cuanto a la sal, uno de los aderezos más recurrentes en este tipo de recetas, conviene echarla después de freír porque puede romper las fibras de los alimentos, provocando que salgan parcialmente sus jugos. De esta forma, el interior de la fritura quedará mucho más jugoso.
  • Otro de los factores más importantes, como ya hemos podido comprobar, es el recipiente en el que se realiza la fritura. Debemos utilizar una sartén de acero inoxidable o teflón. Las de hierro pueden aumentar de manera excesiva la temperatura del aceite, desembocando en los problemas ya expuestos. Este tipo de sartenes también son más sensibles a la humedad, provocando que el aceite salpique y queme la piel del cocinero.
  • Y para finalizar, “una vez el alimento esté frito, trata de retirarlo con cuidado y colocarlo sobre un papel absorbente. Si deseas reutilizar el aceite acuérdate de colarlo rápidamente para que no queden residuos y procura guardarlo en un recipiente opaco y cerrado”, recuerdan desde la Fundación Mapfre. Este paso reducirá considerablemente el número de calorías y el exceso de grasa, tan perjudicial para el organismo en general y el sistema digestivo en particular.

Hervir, cocer a fuego lento, escalfar, saltear, asar… Son muchas las técnicas básicas de cocina que siguen triunfando sobre los fogones. La mayoría de ellas no requieren un dominio extraordinario de las labores culinarias, basta con seguir los pasos adecuados y el plato resultante quedará prácticamente perfecto. Todas menos una, la fritura. Este es quizás el más popular de los procedimientos, que consiste en sumergir los alimentos en un recipiente con aceite muy caliente. ¿El resultado? Un acabado crujiente por fuera y jugoso por dentro.

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