Menú
Bodegas Tradición: puro jerez, historia y mucho arte
  1. Gastronomía y cocina
Rescatar el esplendor

Bodegas Tradición: puro jerez, historia y mucho arte

Helena Rivero dirige la bodega fundada por sus antepasados en el siglo XVII y que su padre, el desaparecido Joaquín Rivero, recuperó en 1998. La pureza de sus vinos marida con la excelente colección de pintura española. ¡Todo un lujo!

Foto: Bodegas Tradición.
Bodegas Tradición.

Entrar en la bodega es una inmersión en un pasado esplendoroso, cuando Jerez de la Frontera era una ciudad próspera y el vino, el motor de su riqueza. Es respirar un aire fragante, fresco y húmedo, es sentir la calma que transmiten sus viejas botas de roble americano, calculadamente dispuestas, en las que los vinos van consolidando su personalidad. “Aprenden de los mayores, como en el colegio: comienzan salvajes y rebeldes y luego se van tranquilizando”, explica José Luis Blandino, el capataz que llegó a Bodegas Tradición en 1998 cuando el empresario Joaquín Rivero apostó por hacer realidad su sueño de recuperar la tradición bodeguera familiar -que se remonta a 1650- y donde hoy, a sus 80 años, sigue haciendo lo que mejor sabe.

placeholder Helena Rivero, entre el capataz Pepe Blandino y su ayudante Carlos Mateos. (Foto: Ángeles Gómez)
Helena Rivero, entre el capataz Pepe Blandino y su ayudante Carlos Mateos. (Foto: Ángeles Gómez)

Helena Rivero preside la bodega desde 2009, y en 2016, al fallecer su padre, asumió la gestión, respetando el legado y la tradición aunque mirando a un futuro en el que, espera, sus hijos sigan construyendo la historia del negocio familiar.

Convertida en bodega de lujo, se dedica exclusivamente a vinos VOS y VORS (de más de 20 y 30 años) certificados por el Consejo Regulador, de producción limitada y “todos buenos sin excepción”, afirma Rivero. “La limpieza de los vinos de tradición es, quizá, su cualidad más destacada y se adquiere de manera natural, ya que en su crianza solo intervienen el mosto procedente de la pisa de la uva y la oxidación provocada por el paso del tiempo y el contacto con la madera”. Las características (olor y color) son exclusivamente fruto del oficio de generaciones de enólogos y capataces. El resultado: “Vinos puros y naturales, sin clarificar ni estabilizar en frío, sin mezclas de color, de azúcares u otras sustancias que alteren sus atributos originales”.

La pinacoteca

Si tradicional es el modo de producción, también lo es su emplazamiento, en el barrio San Mateo, en el casco antiguo de Jerez de la Frontera y junto a la plaza del Mercado, la más antigua de la ciudad. En sus mil botas se crían fino, oloroso, amontillado, Pedro Ximénez, el exclusivo palo cortado (solo se comercializan 2.200 botellas de 75 cc en cada campaña), cream y brandy (de 25 y 50 años de antigüedad), de calidad reconocida internacionalmente en los premios Bacchus.

Helena Rivero relata con voz suave y tranquila el camino recorrido desde 1998 hasta ahora y cómo se ha recuperado la tradición centenaria en la producción vinícola, pero su entusiasmo sube al presentar la pinacoteca que alberga la bodega: más de 300 obras, todas de pintores españoles de entre los siglos XIV y XIX, si bien la sala de exposiciones muestra 60, cuadros que van cambiando cada cierto tiempo.

placeholder Pinacoteca Bodegas Tradición.
Pinacoteca Bodegas Tradición.

Pero Tradición no implica, ni de lejos, cerrarse al futuro, aunque sea un futuro ya pretérito. Y esa vía es la que quiere abrir Rivero en la colección de arte. “Yo estoy buscando cómo ir hacia adelante, para que mis hijos comprendan que se puede coleccionar más allá de estos siglos. Me interesa pintura española de nivel y que complemente lo que tenemos, para tener un cronograma completo a través de pintura”, argumenta.

De las paredes de un espacio de la bodega en las que hasta 2005 solo había botas, cuelgan ahora cuadros de Claudio Coello, Julio Romero de Torres, Jiménez de Aranda, Francisco de Goya, Zurbarán, Joaquín Sorolla, Murillo, un retablo del XIV..., que muestran la evolución de la pintura española pero también nuestra propia historia. “En el Prado están los cuadros excepcionales de los grandes maestros. Lo que nosotros buscamos es elegir un cuadro de un pintor (ni entre los excepcionales, que son pocos, ni de los del día malo del artista) que le represente bien”. Con este criterio de compra comenzaron los Rivero, padre e hija, la colección. Y entre todos, hay uno muy especial para la bodeguera: “Un Miguel March, que yo compré con mi padre, que tenía una obra de Esteban March, padre de Miguel”. Nuevamente, se hace presente el hilo conductor de la tradición.

Crónicas de la historia

Además de las botas, los visitantes de la bodega contemplan la exposición pictórica -cuyo valor se insinúa ya desde la entrada, con la vista de unos azulejos pintados por Pablo Picasso niño- y el archivo fotográfico que muestra imágenes de cómo era la vida en Jerez durante el siglo pasado (el trabajo en las bodegas, actos sociales, etc).

placeholder Portada de un libro de registros. (Foto: Ángeles Gómez)
Portada de un libro de registros. (Foto: Ángeles Gómez)

A disposición de los investigadores está el impresionante archivo histórico de la bodega, que contiene documentos desde 1650 y que son una valiosa crónica histórica. En las hojas de pedidos -con China, Rusia o Argentina- se puede leer información sobre aspectos de nuestro pasado comercial -ataques de piratas- o grandes episodios recientes del siglo XX, entre ellos la carta de unos combatientes en la guerra civil española pidiendo al Rivero de entonces un par de botellas del excelente licor que bebían los oficiales, o legajos que dan constancia del nombramiento de Bodegas Tradición como proveedor oficial de las casas reales española, de Reino Unido y Portugal.

Helena Rivero quiere compartir todo este patrimonio histórico y cultural con la sociedad, porque “los productos culturales, como el vino, abren el espíritu”. Por eso, sus vinos son exclusivos, para disfrutarlos: "No son vinos de feria".

Una visita a Bodegas Tradición es más que un recorrido enológico, histórico y cultural: “Esto es Jerez puro”, resume el capataz Blandino.

Entrar en la bodega es una inmersión en un pasado esplendoroso, cuando Jerez de la Frontera era una ciudad próspera y el vino, el motor de su riqueza. Es respirar un aire fragante, fresco y húmedo, es sentir la calma que transmiten sus viejas botas de roble americano, calculadamente dispuestas, en las que los vinos van consolidando su personalidad. “Aprenden de los mayores, como en el colegio: comienzan salvajes y rebeldes y luego se van tranquilizando”, explica José Luis Blandino, el capataz que llegó a Bodegas Tradición en 1998 cuando el empresario Joaquín Rivero apostó por hacer realidad su sueño de recuperar la tradición bodeguera familiar -que se remonta a 1650- y donde hoy, a sus 80 años, sigue haciendo lo que mejor sabe.

El redactor recomienda