Intensidad, fuerza e historia: así es Bajoz, el vino embajador de la DO Toro

La DO Toro está de moda. Tras décadas sin ser suficientemente valorada a nivel nacional, y mucho menos internacional, asistimos a una demanda cada vez mayor y a un reconocimiento de su singularidad. Prueba de ello es que las cifras de ventas en el año de la pandemia han conseguido batir récords, situándose por encima de los 15,4 millones de botellas comercializadas y superando los datos de 2019.

La esencia la encontramos en la uva Tinta de Toro, una variedad de tempranillo que solo puede encontrarse en esta región. De ella destaca su resistencia, que le permitió sobrevivir a la plaga de filoxera que se dio en España a finales del siglo XIX, y que ha posibilitado que sean numerosos los viñedos que conservan plantaciones con más de 150 años. Pese a su historia, que nos transporta a tiempos de fenicios y griegos, y aun siendo la primera uva con denominación de origen en España, su popularidad ha ido a la zaga de otras regiones con mayor renombre. Encerrada en su terruño, Toro ha sido, hasta hace muy poco, una DO minoritaria con poca penetración en el mercado nacional.

De entre los vinos de Toro, destaca una marca que ha conseguido ganarse la confianza y la fidelidad de los consumidores: de cada cuatro botellas con DO Toro, una corresponde a Bajoz. De ella nos habla Félix Solís Yáñez, presidente y CEO de Félix Solís Avantis, que nos explica que, "a cierre de 2020, su cuota es del 22,2% (teniendo en cuenta el total de marcas), y, si extraemos las marcas de distribución, sería del 25%". Y continúa Solís: "La gran acogida de Bajoz por parte de los consumidores ha sido posible gracias a su historia, amplia gama y avalada calidad que responde a la identidad de los vinos de esta denominación: tintos con personalidad propia, intensos, con cuerpo y estructurados".

Solís nos cuenta cómo el grupo que preside, en su empeño por reunir las mejores DO de España bajo el proyecto Pagos del Rey, se lanzó a la compra de la Cooperativa Viña Bajoz, impulsora de la DO Toro a nivel nacional e internacional, "y decidimos apoyarnos en su historia y saber hacer, pero dándole continuidad, mayor recorrido y un impulso comercial en el canal de alimentación". La clave para la adquisición de la bodega y la cooperativa fue la singularidad de la región, "en la que vimos una excelente oportunidad para fomentar la cultura del vino".

Tras las huellas del vino

Efectivamente, la idea de convertirse en un vehículo para transmitir los valores, historia y herencia del vino era un viejo sueño de Solís que se hizo realidad tras la compra de la marca. Allí decidieron reconvertir la antigua estructura de una bodega de los años sesenta en el Museo del Vino Pagos del Rey. Como explica su director, Roberto Castaño, “el objetivo es apostar por la tierra, por la DO de Toro y dedicar íntegramente un espacio a la cultura del vino”.

Se trata, nos cuenta, de “romper la idea preconcebida del enoturismo: no es solo visitar una bodega y una sala de barricas, sino hacer un recorrido, a través del museo, ahondando en las distintas ramificaciones que tiene el mundo del vino”. Lenguaje, etnografía, arte, literatura… Todas las ramas plasmadas a través de más de 2.000 metros de jardines y tres plantas edificadas. Asimismo, continúa Castaño, “nuestra propuesta pasa por convertirnos en eje vertebrador de la cultura en la zona. Por eso, tenemos una amplia agenda, con conciertos, ciclos de cine, conferencias, exposiciones temporales de arte…”.

La puesta en marcha del museo coincide en el tiempo, nos cuenta Solís, con “una etapa en la que la DO ha adquirido una gran proyección y se han emprendido, desde diferentes bodegas, muchas iniciativas. Lo que nos diferencia es que nuestro proyecto es mucho más accesible y que, además, tenemos una amplia gama”. Precisamente este último punto es un tema crucial, más teniendo en cuenta las características del consumidor que busca un vino de Toro. “Es importante que nos pueda encontrar en la gran alimentación, en su tienda habitual, y no que tenga que irse a establecimientos especializados”, añade el presidente de Félix Solís Avantis.

En cuanto a su variedad, explica Solís, “nos permite estar abiertos a todos los perfiles, desde el que busca un vino más joven al que demanda uno más sofisticado”. En este sentido, encontramos tanto un vino joven, que ofrece una experiencia organoléptica más abierta y afrutada, como un recorrido por roble y por crianza, y, por último, la gama alta de Gran Bajoz.

"Nos parece esencial prestar atención a ese consumidor que quiere ir más allá y encontrar nuevas opciones con una calidad incontestable". Para atraerle, además, han hecho un guiño en el rediseño del etiquetado: “Sin ser un cambio drástico, hemos querido cambiar la presentación para actualizar nuestra propuesta”. Así, un código de color más llamativo, de mayor impacto en el lineal, y un esfuerzo especial en la línea de roble. “Se trata de una categoría que está creciendo mucho. En esta denominación, se suele consumir en mayor medida el vino joven; nosotros hemos querido dinamizar y destacar el roble, teniendo en cuenta que el consumidor busca nuevos sabores y, también, presentaciones más elegantes”.