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Mero, el tesoro marino que encantaba a los romanos
  1. Gastronomía y cocina
DEL MAR, EL MERO

Mero, el tesoro marino que encantaba a los romanos

Es uno de los pescados más apreciados por su gusto fino y delicado, que además no reclama preparaciones muy complicadas para brillar con luz propia. También es un tesoro nutricional

Foto: Foto: iStock.
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"Del mar, el mero; de la tierra, el cordero". El refranero popular da buena cuenta de las características de este pescado, también conocido en algunas regiones como cherna. Efectivamente, es uno de los peces más valorados por su carne firme, fina, suave y repleta de sabor, que lo lleva a ser uno de los más deliciosos de la pescadería. Tanto es así que ya era apreciado por los romanos, quienes solían incluirlo en el menú de las 'cenae', y también en el Medievo, considerado un manjar por la realeza. Y eso que su aspecto no es precisamente un gran aliado, ya que presenta un robusto cuerpo ovalado y cabeza muy grande, en la que acaparan el protagonismo los enormes ojos globulosos y la gran mandíbula dentada.

Asimismo, este pez, perteneciente a la familia de los serránidos, habita en solitario en las cuevas y grutas que horadan los fondos marinos de numerosos puntos del Atlántico, el Mediterráneo y el Pacífico, de las que sale para alimentarse de otros animales, principalmente sepias, pulpos, cangrejos y otros crustáceos. De ahí el gusto tan particular de su carne.

También es una de las especies más curiosas biológicamente hablando, puesto que es hermafrodita proterogínico; es decir, nace con un sexo, pero puede cambiarlo a lo largo del tiempo. Dicha transformación suele suceder cuando fallece el macho, y es habitual que la lleven a cabo las hembras que han llegado a la madurez sexual, que suelen alcanzarla a los cinco años de vida. De este modo, se garantizan el apareamiento, demostrando, una vez más, que la naturaleza es sabia.

Se incluye en el grupo de los pescados semigrasos, y es rico en vitaminas del grupo B, potasio, fósforo y magnesio

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Lo que aporta

  • Como todos sus parientes, es un filón nutricional. Sin ir más lejos, tiene un contenido moderado de grasas (aporta 6 g por cada 100) y, por ende, calórico, ya que consumir 100 gramos no aporta más de 120 kcal.
  • Además, tiene interesantes cantidades de proteínas de alto valor biológico y vitaminas del grupo B, que son imprescindibles para que el organismo se desarrolle correctamente, en tanto que intervienen en funciones tan esenciales como la transformación de los alimentos en energía o la formación de los glóbulos rojos.
  • En el terreno de los minerales no se queda corto, ya que es especialmente rico en potasio, esencial para la salud de los músculos y el óptimo funcionamiento del riñón y el corazón; magnesio, que interviene en la función muscular, la presión sanguínea o la regulación de los niveles de azúcar en sangre; y fósforo, primordial para la formación de los huesos y los dientes.

Cómo sacarle todo el partido en la cocina

Guisado con patatas

  • 400 g de mero
  • 4 patatas
  • 1 cebolla
  • 2 dientes de ajo
  • 500 ml de agua
  • Perejil
  • Aceite de oliva y sal
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Con almejas

  • 1 kg de rodajas de mero
  • 1/2 kg de almejas frescas
  • 150 ml de vino blanco
  • 2 dientes de ajo
  • 1 cebolla
  • 1 limón
  • Pimentón
  • Harina
  • Aceite de oliva y sal

A la marinera

  • 4 rodajas de mero
  • 10 mejillones cocidos
  • 4 dientes de ajo
  • 1 cebolla
  • 150 ml de vino blanco
  • 1 cucharada harina
  • 1 cucharada de pimentón
  • 150 ml de caldo de pescado
  • Perejil picado
  • Aceite de oliva y sal

"Del mar, el mero; de la tierra, el cordero". El refranero popular da buena cuenta de las características de este pescado, también conocido en algunas regiones como cherna. Efectivamente, es uno de los peces más valorados por su carne firme, fina, suave y repleta de sabor, que lo lleva a ser uno de los más deliciosos de la pescadería. Tanto es así que ya era apreciado por los romanos, quienes solían incluirlo en el menú de las 'cenae', y también en el Medievo, considerado un manjar por la realeza. Y eso que su aspecto no es precisamente un gran aliado, ya que presenta un robusto cuerpo ovalado y cabeza muy grande, en la que acaparan el protagonismo los enormes ojos globulosos y la gran mandíbula dentada.

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