El mejor pastel de tu vida con un ingrediente que no te esperas
Este postre tradicional del otro lado del Atlántico tiene un gusto dulzón y un intenso color anaranjado. Recrear la versión original es fácil, pero precisa de algunos trucos. ¡Apunta!
En Estados Unidos es difícil imaginar una mesa de Acción de Gracias, una cena de Navidad o una noche de Halloween sin la presencia de un pastel de calabaza o 'pumpkin pie'. Este colorido dulce es uno de los postres más clásicos del recetario norteamericano desde tiempos inmemoriales. Como su nombre invita a pensar, tiene como ingrediente protagonista la calabaza. Según nos relatan las fuentes, esta hortaliza fue introducida por los primeros colonos en Norteamérica, quienes la consumían de manera habitual hervida o asada. Sin embargo, a los americanos el sabor de esta cucurbitácea se le antojaba insípido y poco atrayente. Así que, para incrementarlo, se les ocurrió mezclarlo con leche, miel y otras especias. No llegaron a crear el típico pastel tal y como lo conocemos hoy en día, pero sí sentaron las bases estimulando la creatividad y la experimentación en los fogones.
Aunque hay diferentes teorías, una de las más aceptadas es la que sostiene que fue el chef francés François Pierre de la Varenne quien se atrevió a crear la primera versión de este dulce, a la que denominó torta de calabaza, la cual quedó plasmada en su libro 'Le vrai cuisinier'. El éxito de la receta fue tal que viajó por buena parte de Europa y de ahí a Norteamérica, donde adquirió la enorme popularidad de la que goza actualmente.
Cada familia estadounidense tiene sus costumbres, pero esta receta responde al 'pumpkin pie' más clásico
Sea como fuere, el pastel de calabaza es la estrella del otoño en Estados Unidos, si bien es cierto que cada vez acapara más protagonismo en nuestras mesas con la llegada del frío invernal. Como sucede con muchas recetas, existen numerosas versiones, sobre todo al otro lado del océano, donde cada familia tiene sus propias costumbres y tradiciones. Como nuestra intención es elaborar un 'pumpkin pie' fiel a la versión americana, nos hemos inspirado en la receta propuesta por la popular chef Paula Deen.
Los ingredientes
- 170 g de harina sencilla
- Una pizca de sal
- 100 g de mantequilla fría
- 2 cucharadas de azúcar en polvo
- 1 yema de huevo
Para el relleno:
- 1 calabaza mediana
- 145 g de jarabe de arce
- 1 cucharadita de canela
- ½ cucharadita de jengibre molido
- ¼ cucharadita de clavos molidos
- 3 cucharadas de ron dorado (opcional)
- 2 huevos grandes batidos
- 150 ml de leche evaporada
La receta, paso a paso
Antes de comenzar la receta, precalentamos el horno a 200ºC. Mientras, limpiamos la calabaza, extrayéndole las semillas y las fibras del interior, y la cortamos en gajos. Después, los aliñamos con un chorro de aceite de oliva y los asamos en el horno durante media hora, aproximadamente. Hay quien es partidario de cocer la calabaza; sin embargo, este método no es muy recomendable ya que mantiene el nivel hídrico de la hortaliza, lo que dificulta el cuajado del pastel y, además, le resta sabor e intensidad. Esta es la razón por la que los americanos recurren a la calabaza enlatada, pues suele contener menos cantidad de agua. No obstante, si mantenemos la intención de cocerla, bastará con agregar medio vaso de agua. Esta cantidad evita que la calabaza se adhiera al fondo del recipiente hasta que desprenda su propio jugo.
Transcurrido dicho tiempo, sacamos los trozos de calabaza del horno, retiramos la carne de su interior y la trituramos con la batidora hasta lograr una crema fina; dejamos escurrir sobre un colador o un recipiente cubierto con un paño durante una hora y reservamos. Mientras, preparamos la masa. Para ello, mezclamos en un bol la harina, la mantequilla fría y una pizca de sal, y amasamos manualmente hasta obtener una textura similar a la miga de pan. Agregamos el azúcar y continuamos amasando durante unos minutos más. Después, incorporamos el huevo diluido en dos cucharadas de agua fría y removemos bien.
El chef francés François Pierre de la Varenne creó la primera versión y su éxito fue rotundo
Extendemos la masa sobre la base y los lados de un molde, tapamos con papel de aluminio y dejamos enfriar durante media hora, aproximadamente. Transcurrido este tiempo, colocamos pesos de cocina -también se puede usar una bolsa rellena de garbanzos- sobre el recipiente y horneamos a 200ºC durante quince minutos. Después, sacamos el molde del horno, retiramos el papel y los pesos y horneamos nuevamente a 180ºC durante cinco o diez minutos más, hasta que la masa haya adquirido un tono dorado.
A continuación, hacemos el relleno que conforma el pastel. Para ello, mezclamos en un bol la crema de calabaza que teníamos reservada con el jarabe de arce, el jengibre, el clavo, la canela y el ron, y removemos enérgicamente. Finalmente, incorporamos los huevos batidos y la leche evaporada poco a poco y continuamos removiendo hasta obtener una crema fina y consistente. Para concluir, vertemos el relleno sobre el molde revestido con la masa y horneamos durante 40 o 50 minutos. A partir de la media hora de cocción, podemos comprobar si el dulce está hecho introduciendo un tenedor. Si las púas salen sin restos de masa, estará listo. Habrá adquirido el punto ideal cuando el interior del pastel muestre una textura cuajada, pero bamboleante. Dejamos enfriar y servimos. Si lo acompañamos de nata, el resultado será irresistible.
En Estados Unidos es difícil imaginar una mesa de Acción de Gracias, una cena de Navidad o una noche de Halloween sin la presencia de un pastel de calabaza o 'pumpkin pie'. Este colorido dulce es uno de los postres más clásicos del recetario norteamericano desde tiempos inmemoriales. Como su nombre invita a pensar, tiene como ingrediente protagonista la calabaza. Según nos relatan las fuentes, esta hortaliza fue introducida por los primeros colonos en Norteamérica, quienes la consumían de manera habitual hervida o asada. Sin embargo, a los americanos el sabor de esta cucurbitácea se le antojaba insípido y poco atrayente. Así que, para incrementarlo, se les ocurrió mezclarlo con leche, miel y otras especias. No llegaron a crear el típico pastel tal y como lo conocemos hoy en día, pero sí sentaron las bases estimulando la creatividad y la experimentación en los fogones.
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