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El sabor del otoño: cómo hacer las mejores castañas de tu vida en tu propia casa
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El sabor del otoño: cómo hacer las mejores castañas de tu vida en tu propia casa

No siempre que detectamos el aroma en la calle podemos permitirnos comprar unas pocas, por eso aprender a hacerlas en nuestro propio hogar es una opción a tener en cuenta

Foto: El mejor olor del otoño. (iStock)
El mejor olor del otoño. (iStock)

Pasará uno de los próximos días. Irás caminando por una calle relativamente popular, hará frío, lo suficiente como para llevar el recientemente desenterrado abrigo de las profundidades del armario estival, y olerás uno de los aromas más deliciosos y evocadores que existen: las castañas asadas. Pero altas son las posibilidades de que, por mucho que te apetezcan, estés solo y sin nadie con quien compartirlas, o tal vez llegues tarde al cine y no haya tiempo... Las castañas no suelen aparecer en el mejor momento.

Es por esto que, quizá, una de las mejores opciones de las que disponemos es cocinarlas en nuestra propia casa, algo que es sencillo y relativamente rápido y, además de dejar un regusto delicioso en nuestra boca, podremos disfrutar de cómo ese aroma cálido inunda, al menos durante un pequeño rato, nuestro hogar.

Si nuestro microondas solo alcanza los 600W necesitaremos tenerlas 4 minutos a tope, pero si tiene 800W serán 3 minutos

Pero empecemos por el principio: no todas las castañas son iguales. No tomemos la pésima decisión de encontrarnos unas cuantas caídas de un árbol en un parque cualquiera y decir: "Esto servirá". No, la castaña (buena) es el fruto del castaño (Castanea sativa) que pertenece a la familia de las fagáceas. El problema es que en esa familia existen otros frutos sorprendentemente similares a las castañas (dado que a fin de cuentas son algo así como primos), que contienen compuestos químicos extraordinariamente peligrosos para nosotros. Uno de los mayores ejemplos de esto son las castañas de Indias.

En este caso, el árbol que proporciona estos frutos no pertenece a la familia de las fagáceas, pero su tremendo parecido (tanto en el árbol como en los frutos) con el castaño normal hace que confundirlos sea muy sencillo. Se trata de un árbol originario de algunas zonas muy específicas de los Balcanes, aunque se ha importado a otras muchas áreas del mundo. En España, está presente en multitud de parques, entre los que destaca el del Retiro en Madrid, en el cual se encuentran varias decenas de ejemplares.

placeholder Castañas de Indias, las venenosas impostoras. (iStock)
Castañas de Indias, las venenosas impostoras. (iStock)

El castaño de Indias da un fruto idéntico a la castaña normal (mismo color, misma forma y textura) que contiene muchos compuestos químicos únicos, entre los que se encuentra uno llamado esculina. Se trata de un glucósido muy tóxico que puede producir espasmos, dolor abdominal agudo, diarrea, desorientación e incluso la muerte.

Al igual que no consumiríamos (si tenemos más de dos dedos de frente) una seta cualquiera que hemos encontrado en el campo sin tener la menor idea de micología o de qué especie se trata, debemos evitar recoger y comer (ya sean crudas o cocinadas) castañas en lugares públicos sin tener la absoluta certeza de que se trata de una castaña de verdad y no de una impostora.

placeholder En la sartén es una buena forma de prepararlas. (iStock)
En la sartén es una buena forma de prepararlas. (iStock)

Teniendo esto claro, lo más lógico será adquirir al peso las castañas de verdad en uno de los puestos callejeros que mencionábamos más arriba. Pero si lo que nos apetece es quedarnos en casa, podremos comprar castañas crudas en muchos supermercados. La tradición de las castañas viene de largo. Antes del descubrimiento de América (y, por tanto, de la introducción de la patata), el puesto de alimento calórico barato estaba ocupado por las castañas en toda Europa.

España no se escapaba de esto y por eso en ciertas áreas (como Galicia) tanto las castañas como los castaños siguen siendo una auténtica institución. Por esto, si miramos la procedencia de los frutos que pretendemos adquirir en el súper, lo mejor que podremos encontrar serán castañas gallegas, en particular de la Ribeira Sacra. Si las encontramos de esta zona, y que además tengan un buen aspecto (gordas, grandes, brillantes, limpias y enteras), lo único que nos quedaría sería cocinarlas. Por suerte existen tres formas diferentes, muy fáciles todas.

En la sartén

No es la opción más rápida, ni la más cómoda, ni la más limpia. Lo que sí consigue es darles (por supuesto, esto lo discutirán los fans de los otros métodos de preparación) un sabor especial, más cálido, gracias al contacto de la corteza de la castaña con el metal ardiente, que se empieza a tostar y a liberar un ligero humo, que le aporta más sabor.

El método es muy sencillo: lo primero que haremos será situar las castañas en una tabla de cortar, apoyadas sobre su lado más plano y estable. Esto permitirá que, una vez en la sartén, la superficie de la castaña en contacto con el utensilio de cocina sea mayor y, por tanto, aumente la transmisión del calor. Una vez colocadas todas en la tabla, cogeremos un cuchillo muy afilado y, con extraordinario cuidado (la corteza de las castañas puede provocar que la hoja se deslice lateralmente, lo que puede provocarnos un disgusto), les haremos un simple corte, solo a la corteza, lo que evitará que exploten en la sartén, al permitir una vía de escape para el vapor de agua y otros gases liberados en el proceso de cocinado (exactamente lo mismo que cuando hacemos una patata al microondas, que la pinchamos).

placeholder Un olor delicioso. (iStock)
Un olor delicioso. (iStock)

Lo siguiente que tenemos que hacer es, sin aceite, poner la sartén a fuego fuerte y colocar las castañas con el corte hacia arriba. Tras 10 minutos, las menearemos, para que continúen haciéndose por todas partes (pero más por la zona plana) y seguiremos así durante, aproximadamente, otros 20 minutos (no es un proceso rápido). Una vez finalizado, oler, servir, soplar para enfriarlas un poco y degustar.

En el horno

Fantástico electrodoméstico este (y también el más tradicional). El calor y las castañas son amigos desde pequeños y es lo más parecido a como las hacen en los puestos ambulantes de la calle. Al igual que en la sartén, es importante realizarles un pequeño corte para que no nos exploten por la acumulación de la presión, pero por lo demás es sencillísimo.

placeholder Son solo 20 minutos, traquilidad. (iStock)
Son solo 20 minutos, traquilidad. (iStock)

Tan solo debemos colocar las castañas en una bandeja e introducirlas en el horno, con calor superior y con ventilación cuando este tenga una temperatura de entre 200 ºC y 220 ºC. Llegados a este punto, hay diferentes teorías basadas en la tradición de como las hacían nuestras abuelas. Básicamente, todo depende de si les damos la vuelta o no.

En ambos casos serán 20 minutos en total (dándoles la vuelta, si así lo decidimos, a los 10 minutos de asado). Hay gente que, después de sacarlas del horno, las pasa a la sartén para conseguir los tonos tostados, pero, si tomamos esta vía, casi habría sido más rápido hacerlo así desde el principio. Por suerte (a no ser que se nos olviden por completo), las castañas no son muy quisquillosas con su tiempo máximo de cocción, por lo que si nos pasamos un poco no pasa nada. De todos modos, el mejor indicador siempre será nuestra nariz.

En el microondas

Se trata de la forma más rápida, simple y limpia de hacer castañas asadas. El problema es que, en la humilde opinión del autor de estas líneas, también es el método de preparación que menos sabor le aporta al producto.

Es, de nuevo, muy facilito. Lavar las castañas, secarlas (en este caso es importante que haya la menor cantidad posible de humedad, por lo que secarlas con papel de cocina, una a una, antes de meterlas en el micro no es una mala idea) y hacerles ese pequeño corte ya mencionado. A continuación deberemos elegir un recipiente apto para microondas (de ahí va a salir mucho calor, así que este último punto es esencial) y que tenga tapa, aunque podremos cubrirlo con un plato si no nos queda otra opción.

Foto: Foto: iStock.

Después, lo único que tendremos que hacer es ponerlo a potencia máxima y esperar. Dependiendo de la cantidad de vatios de potencia que tenga nuestro electrodoméstico. Si este solo alcanza los 600W, necesitaremos tenerlas 4 minutos a tope; si tiene 800W, serán 3 minutos, y si tiene 1.000W, serán tan solo 2 minutos.

Deberemos tener mucho cuidado al sacarlas, dado que el alto contenido de agua de las castañas (aunque esto varía con la calidad de las mismas) hace que se calienten sobremanera desde dentro, por lo que estarán al rojo vivo.

Es muy rápido hacer castañas en casa y, sabiendo esto, no hay razón alguna para no disfrutarlas durante este otoño.

Pasará uno de los próximos días. Irás caminando por una calle relativamente popular, hará frío, lo suficiente como para llevar el recientemente desenterrado abrigo de las profundidades del armario estival, y olerás uno de los aromas más deliciosos y evocadores que existen: las castañas asadas. Pero altas son las posibilidades de que, por mucho que te apetezcan, estés solo y sin nadie con quien compartirlas, o tal vez llegues tarde al cine y no haya tiempo... Las castañas no suelen aparecer en el mejor momento.

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