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Cuando el bar-tienda es el alma de un pueblo: el ejemplo de Sant Antoni de Portmany
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Historia de nuestro país

Cuando el bar-tienda es el alma de un pueblo: el ejemplo de Sant Antoni de Portmany

Aunque en la mayor parte de España estos establecimientos sean una especie en peligro de extinción, en Ibiza están más vivos que nunca. En los pequeños núcleos del municipio forman parte de su particular 'trinidad' junto a una iglesia y un colegio

Foto: Foto: iStock.
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Los bares-tienda forman parte de la historia de nuestro país. Durante décadas, estos establecimientos han desempeñado un papel crucial en la vida cotidiana de muchos pueblos al ser lugares de encuentro social y proveedores de productos esenciales.

Podríamos situar su origen en el siglo XIX, en un contexto rural, con las bodegas que combinaban la venta de vino a granel con productos de primera necesidad y, a su vez, servían como lugares de reunión para discutir asuntos locales, compartir noticias o simplemente charlar.

No sería hasta la época de la posguerra cuando el concepto de bar-tienda se asentó a lo largo y ancho de la geografía española. En un contexto de escasez y dificultades económicas, estos establecimientos proporcionaban no solo alimentos y bebidas, sino también un espacio para el intercambio social y el apoyo mutuo.

Años más tarde, el desarrollo urbano fue vaciando los pueblos y haciendo menos necesarios estos lugares. A medida que España experimentó un crecimiento económico y una transición hacia una sociedad más urbana en las décadas de 1960 y 1970, los bares-tienda fueron echando el cierre.

placeholder Foto: iStock.
Foto: iStock.

A día de hoy, estos establecimientos son una especie en peligro de extinción. En la mayor parte de nuestro país, un puñado de ellos todavía sobreviven en pequeñas zonas rurales, mientras que en pueblos de Burgos, Cuenca o Teruel se lanzan suculentas ofertas para atraer a alguien que regente este tipo de establecimientos, conscientes los alcaldes de la importancia de los bares-tiendas. ¿Pero están desapareciendo de toda España? ¿De toda? ¡No! En Ibiza todavía resisten cual aldea poblada por irreductibles galos. Y no solo es que sobrevivan, es que son parte de su alma.

Iglesia, colegio y bar-tienda

En toda la isla es posible encontrar este tipo de establecimientos y en el municipio Sant Antoni de Portmany tenemos un muy buen ejemplo. Aunque la homónima capital sea una ciudad portuaria de mediano tamaño, el municipio también comprende varios núcleos de población que comparten una estructura: una iglesia fortaleza, un colegio y, por supuesto, un bar-tienda.

Los pueblecitos de Sant Antoni de Portmany van surgiendo a partir del siglo XIII alrededor de las iglesias que se iban construyendo, que también servían como lugar defensivo durante los numerosos ataques de distintas civilizaciones. Un motivo por el cual la mayoría de ellos tienen un nombre del santoral, como San Rafael (Sant Rafel), San Mateo (Sant Mateu d'Albarca) o Santa Inés (Santa Agnès de Corona).

placeholder Santa Agnès, con su iglesia al fondo y el bar-tienda con un coche aparcado en la puerta.
Santa Agnès, con su iglesia al fondo y el bar-tienda con un coche aparcado en la puerta.

En los citados pueblos del santoral, a los que hay que sumarles Buscastell, al igual que fueron surgiendo casas al calor de los templos defensivos, también fueron apareciendo “los bares que contaban con una tienda, para dar servicio a los habitantes”, explica Rocío Zarazaga, guía turística oficial de Sant Antoni.

A día de hoy, estas pequeñas poblaciones han seguido conservando esta estructura, que también cuenta con un pequeño colegio rural para completar la trinidad, “y lo bueno es que estos pueblecitos no han crecido mucho más, conservando la esencia de las zonas rurales, que es la otra Ibiza que la gente no conoce”.

Como explica Zarazaga, que lleva 22 años viviendo en la zona, en la actualidad, “los bares-tienda son centros sociales para los habitantes de cada pueblecito” y también son muy visitados por residentes de otras partes de la isla. E incluso hay turistas que se acercan a algunos establecimientos que “tienen bastante nombre y son un atractivo importante”.

Pero no solo es que sean el alma del pueblo desde el punto de vista social y, por supuesto, de abastecimiento, sino que prestan más servicios esenciales. Algunos de los bares-tienda de Sant Antoni de Portmany funcionan como una oficina de Correos, ya que vecinos de las zonas más inaccesibles tienen ahí un buzón en el que recibir la correspondencia.

Los bares-tienda forman parte de la historia de nuestro país. Durante décadas, estos establecimientos han desempeñado un papel crucial en la vida cotidiana de muchos pueblos al ser lugares de encuentro social y proveedores de productos esenciales.

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