La guindilla, por raro que sea, reduce nuestra temperatura corporal

Los mejores alimentos para combatir el calor y estar fresco

Empieza esa época del año en la que, inexplicablemente, nos sorprendemos al ver los termómetros en la calle: "Hala, 39 ºC a la sombra. Debe estar roto". Pues no, no lo está, es lo mismo siempre: en España hace calor, y mucho. Puede ser que nuestro umbral de tolerancia esté más alto o más bajo dependiendo de dónde vivamos, porque a fin de cuentas conocemos a alguien del norte (en mi caso de Avilés) que se queja sin cesar con temperaturas superiores a 25 ºC, algo que para los que somos algo más sureños es casi una ofensa.

Según datos del informe 'Temperaturas umbrales de disparo de la mortalidad atribuible al frío en España en el periodo 2000-2009. Comparación con la mortalidad atribuible al calor', del Instituto de Salud Carlos III, en ese periodo de tiempo hubo en España más de 13.300 muertes asociadas a olas de calor. Esto significa que es un problema de salud pública bastante importante y saber protegerse puede, en determinadas ocasiones, salvarnos la vida. Como en casi todos los temas tocantes a nuestra salud, la alimentación juga un papel fundamental. Esta es una guía de los alimentos que podrán hidratarnos, hacer disminuir nuestra temperatura corporal o, al menos, hacernos sentir más frescos, aunque sigamos igual de calientes.

Sandía
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Sandía

Es un clásico de la hidratación, algo que no es de extrañar, dado que su contenido de agua supera el 93% de su peso. Esto implica que fácilmente, poniéndonos finos a sandía, podremos llegar a las recomendaciones de ingesta de líquidos de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA por sus siglas en inglés): 2,5 l de agua al día, aunque aclaran que "dependiendo de las situaciones climáticas y la actividad física, la ingesta necesaria de agua puede llegar hasta los 8 litros al día". Lo que a fin de cuentas significa: vía libre para hincharnos a sandía este verano, y más teniendo en cuenta su bajo aporte calórico (100 gramos de sandía solo contienen 20 kcal).

Gazpacho
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Gazpacho

La solución del español de bien para todo problema alimentario. Que su aporte nutricional es digno de envidia por parte de cualquier otra preparación no es discutible. Por ejemplo, tiene ácidos grasos omega 3 y oleico provenientes del aceite de oliva virgen extra, carotenos de los tomates, vitamina C de los pimientos, hidratos de carbono de liberación lenta del pan... y lo más importante, agua. Aunque cada maestrillo tiene su librillo: los que lo prefieren más líquido le añaden agua y los que lo prefieren más denso utilizan solo el líquido contenido en los tomates, que aun así es suficiente para hidratarnos. Lo mejor es que es un plato que se sirve frío, haciendo que nuestro tracto digestivo, por el que discurren multitud de capilares sanguíneos, actúe como radiador, enfriándonos.

Guindilla
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Guindilla

Sí, parece no tener ningún sentido, dado que lo que menos queremos durante una ola de calor es sentir que nos arde la boca. Curiosamente, uno de los efectos de la capsaicina (molécula que provoca el picor del pimiento) es provocar en nuestro cuerpo una respuesta llamada 'sudoración facial gustativa', por la que el cuerpo genera más sudor en la cara del que debería, el cual, al evaporarse, 'roba' calor a nuestro cuerpo. En conclusión, sufrir el fuego de la guindilla en realidad nos enfría.

Menta
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Menta

No todo es reducir nuestra temperatura corporal. No sentirla también es apreciado durante una ola de calor. En esto es especialista la menta debido a su particular compuesto: el mentol. Esta molécula se extrae del aceite de diversas clases de menta, como la mentha arvensis (variante salvaje de esta planta) y es ampliamente utilizada en productos de consumo como caramelos, chicles, pastas dentífricas... Este compuesto actúa sobre los receptores del frío de nuestras mucosas, llamados TRPM8, haciendo que envíen al cerebro la señal de que sienten frío. Esto no disminuye nuestra temperatura corporal lo más mínimo, pero aliviará la sensación. Algo es algo.

Helados
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Helados

Puede parecer demasiado obvio, pero el helado está frío... y por tanto nos enfría. Menuda tontería, ¿verdad? Pues el helado tiene otra ventaja para luchar contra el calor: hace que nos sintamos sedientos. Esto contradice la lógica de que algo frío y hecho con leche, que se funde una vez lo ingerimos, debiera saciar nuestro deseo de ingerir líquidos. Pero hay más detrás del helado de lo que puede parecer. Al comerlo, las sales y azúcares disueltas en él entran en contacto con nuestra mucosa bucal y gástrica de forma uniforme y por un proceso osmótico 'roban' agua a las células, que a su vez envían la señal al cerebro para que tengas sed e ingieras agua. El proceso de la ósmosis consiste en que las sales no son capaces de atravesar la membrana celular, pero el agua sí. La concentración de la disolución debe ser la misma dentro y fuera de la célula y el agua entra o sale para igualar la concentración. Por eso en contacto con sal, las células se secan, y en contacto con agua desmineralizada o pura, se hinchan. Esta sensación de sed se da sobre todo en la boca y el tracto digestivo, así que todo el agua 'extra' que ingiramos ayudará a tener reservas para el resto de nuestro organismo también. 

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