El pollo originario de Indonesia, el ayam cemani, parece sacado de la imaginación de un dibujante, pero es totalmente real y único. No solo todo su cuerpo es negro, de los plumajes al pico, sino hasta la propia carne y todas las vísceras incluyendo el corazón. Solo sus huevos son blancos. Es una de las rarezas y exquisiteces que por su sabor, su escasez, la dificultad de su crianza, cosecha o captura se han convertido en lujos que merece la pena intentar probar alguna vez.
En el caso del ayam cemani, solo su presencia impone en el plato. La pigmentación se debe a un gen que le produce fibromelanosis. Menos éxoticos pero también muy apreciados y escasos, ya que están en peligro de extinción, son los denominados santiaguiños, un marisco galllego poco conocido en el resto de España y que es uno de los manjares más secretos de la despensa nacional.
Aunque hubo un tiempo en el que fue incluso servido gratis como aperitivo en los pubs de Nueva York del siglo XIX, el caviar, las huevas del Esturión del mar Caspio, son también exquisitas, pero dentro de su propia categoría hay clases: el almas, de color blanco; el beluga y el sevruga, de color griásaceo, procedentes de Irán y Rusia, son los más cotizados.
Hay especias como el azafrán que siguen siendo un lujo para condimentos, o las trufas, cuya variedad blanca es muy cotizada. Existen también frutas que se escapan de lo habitual y tienen un gran éxito en el mercado. Además de la lima digitiforme considerada el caviar de los cítricos, hay frutas como el melón japonés yubari, de la isla de Hokkaido, que puede alcanzar más de 10.000 euros.