Un estilo moderno, desenfadado y un concepto alejado de estereotipos: un local sin mesas, con platos servidos en barra, sin carta (aunque tienen algunos platos fijos, van variando continuamente) ni posibilidad de reserva. Solo hay veinte puestos y si quieres comer tienes que hacer una cola… ¡a veces de hasta dos horas! Vas a encontrar cocina oriental con mucha fusión, un punto gamberro, guiños divertidos y algunos toques de genialidad. Un festival de texturas, sabores y bocados originales. Los nigiri los hacen buenísimos, pero aquí hay que pedir propuestas más innovadoras. Como los baos de callos,de pichón o de centolla, rollitos de masa artesanal, mochis, el wontón de gambas, sus tatakis, el pato pekinés…
- Ve con la mente abierta. Déjate aconsejar en la comanda y hasta en el maridaje.