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La clave de un metabolismo óptimo, comer en las 10 primeras horas del día
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CIENCIA y dietas

La clave de un metabolismo óptimo, comer en las 10 primeras horas del día

Los estudios sobre los ritmos circadianos y las horas de la ingesta de calorías aseveran que procesamos mejor las comidas durante el día, mientras que por la noche el organismo reacciona peor

Foto: Comer por la noche, una mala opción. (iStock)
Comer por la noche, una mala opción. (iStock)

Existen muchos estudios sobre los efectos de los ritmos circadianos y la nutrición, hasta el punto que se ha desarrollado incluso la noción de una dieta circadiana: según la cual no es tan importante la cantidad de comida ingerida a lo largo del día como las horas en las que se produce. La mayoría adaptan modelos de conducta alimentaria que inciden sobre aspectos como adelantar la cena o espaciar las comidas, los cuales afectarían a nuestro organismo y a su forma de reaccionar a los alimentos.

El momento de la ingesta es importante, pero sin descuidar el número de calorías y su tipo

Generalmente siguen esta regla: cuanto más tarde comas, peor; y cuanto más cerca estés de la hora de acostarse, peor aún. Sin embargo, la simple noción general de que las calorías no importan y sí la hora del día carece de suficientes evidencias: la cantidad de comida que ingieres es una variante esencial que no conviene simplificar. Los nuticionistas lo han advertido a Alimente: si comes más y la dieta no es equilibrada o incluye más grasas y azúcares, sea la hora del día que sea, más riesgo tienes de desarrollar complicaciones, desde ganar peso simplemente a desarrollar obesidad y diabetes tipo 2 en los casos más graves.

Lo que sí relacionan diversos estudios científicos es la regulación del cuerpo según las horas solares con el metabolismo de los alimentos y por tanto su incidencia sobre estas enfermedades. Es importante remarcar que se han demostrado especialmente en roedores, mientras que los ensayos con personas han arrojado conclusiones mucho más modestas. El último estudio de la revista 'Cell Metabolism', 'Time-Restricted Feeding Prevents Obesity and Metabolic Syndrome in Mice Lacking a Circadian Clock', incide de nuevo en el papel que juega el ritmo circadiano: "Los resultados sugieren que este determina un reloj que ayuda a la homeostasis metabólica al sostener ritmos diarios en la alimentación y el ayuno, y manteniendo equilibrio entre los nutrientes y la respuesta celular al estrés". Es decir, que al respetar de forma natural las horas diurnas con la ingesta de calorías y limitarlas durante la noche, el metabolismo de los alimentos se realiza de forma más eficiente, lo que evita el desarrollo de complicaciones metabólicas.

Experimentos en roedores

Los científicos observaron que al establecer dos grupos de roedores: uno con restricción calórica durante un periodo de 10 horas y otro sin restricción alguna, los últimos ganaron más peso y sufrieron mayores enfermedades metabólicas como la obesidad y la diabetes tipo 2. Es decir, los ratones que solo tuvieron acceso a la comida durante las 10 horas correspondientes al periodo diurno reaccionaron mejor. La ganancia de peso del otro gupo de ratones se podría explicar por sí sola debido a una mayor abundancia de alimento disponible. Al no existir restricción calórica, esta aumenta, independientemente de la hora: más comida, más riesgo. No obstante, sobre lo que inciden los investigadores es en la eficiencia del organismo a la hora de procesar esos alimentos según el ritmo horario. Es fácil de adivinar: por la noche es más conflictivo.

El hígado, el páncreas o la microbiota del intestino están más activos por el día, por lo que son más eficientes

La cuestión podría resultar obvia ya que estamos diseñados genéticamente de forma que nuestro organismo tiende a actuar con las horas solares y no por la noche, que es cuando estamos descansando. El hígado, el páncreas, o la microbiota del intestino, entre otros responsables del metabolismo, están sencillamente reposando, por lo que las funciones que realizan y su capacidad de procesar la comida es más lenta y menos eficiente. Hay, sin embargo, una brecha considerable entre los experimentos con ratones y los humanos. No quiere decir que sus conclusiones no revelen información interesante, pero no se pueda establecer a partir de ella una dieta que tenga un efecto significativo.

No solo la alimentación

El último estudio confirma algo ya apuntado en diversas publicaciones con anterioridad: cuando a un grupo de ratones se les proporciona comida solo durante 10 horas, frente a los que pueden comer a cualquier hora del día se producen alteraciones. La cuestión del ritmo circadiano había sido ya apuntada también incluyendo la nutrición, además de consideraciones generales de la salud. Por ejemplo, en 2013 otro estudio explicaba que aproximadamente un tercio de los adultos dormían seis horas o menos cada noche. La privación del sueño crónica se asoció a un incremento en el riesgo de cáncer, enfermedades cardiovasculares y complicaciones metabólicas.

El año pasado, otra investigación relacionaba la importancia de la microbiota, básicamente presente en la flora intestinal, que se encarga de regular el nivel de bacterias y juega un papel esencial en la absorción de los alimentos y el funcionamiento del hígado, así como el sistema inmune. En esencia, cualquier afirmación de que la cantidad no importa pero sí la hora del día podría ser cuando menos incompleta. La cantidad y la calidad importa, y mucho, en nuestra dieta, aunque los estudios científicos apuntalen que el ritmo circadiano es una variable importante.

Existen muchos estudios sobre los efectos de los ritmos circadianos y la nutrición, hasta el punto que se ha desarrollado incluso la noción de una dieta circadiana: según la cual no es tan importante la cantidad de comida ingerida a lo largo del día como las horas en las que se produce. La mayoría adaptan modelos de conducta alimentaria que inciden sobre aspectos como adelantar la cena o espaciar las comidas, los cuales afectarían a nuestro organismo y a su forma de reaccionar a los alimentos.

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