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¿Haces deporte? Empezar a comer este alimento te ayudará
  1. Nutrición
una fuente de ácido fólico

¿Haces deporte? Empezar a comer este alimento te ayudará

Para ciertas personas las habas pueden resultar tóxicas, pues padecen favismo. Pero si no tenemos ese problema, deberíamos incluirlas pues rebosan vitaminas y minerales

Foto: Foto: iStock.
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Las habas son unas legumbres que demandan paciencia, que nos sentemos a pelarlas y que con esmero vayamos desenvainando su contenido. Al final de tan laboriosa tarea obtendremos como recompensa una leguminosa de gran poder nutricional: vitaminas, minerales y muy antioxidante. Las habas ya formaban parte de la dieta de nuestros ancestros en el Neolítico. A día de hoy, gozan de gran tradición en la cuenca mediterránea, aunque se cultivan en el mundo entero, e incluso se han colado en nuestro refranero. Sí, porque en todas las casas cuecen habas. Para todos los amantes de este suculento manjar, explicamos a continuación todo lo que las habas pueden hacer por nuestra salud.

Vitaminas del grupo B a mansalva

Si nos ponemos a indagar, veremos que comer habas supone un banquete de vitaminas del grupo B. En especial de tiamina (B1), riboflavina (B2), niacina (B3) y ácido fólico (B9). Todas ellas esenciales para nuestro organismo y de especial relevancia para el desarrollo fetal, en el caso del ácido fólico, cuya ingesta previene la temida espina bífida en nuestra descendencia.

Pero hay mucho más tras un plato de habas, pues también aportan minerales como el hierro, el magnesio y el zinc. Además, encontraremos vitamina C en este pequeño pero poderoso alimento que muchos adoran consumir en crudo como un rudimentario aperitivo. Así, emulan a los trabajadores del campo de antaño que llenaban la panza a costa de habas tiernas, pan y vino.

Remedio natural contra el párkinson

Asimismo, los deportistas encontrarán un poderoso aliado en las habas, pues contienen una sustancia llamada levodopa o L-dopa que mejora la función motora. Tanto es así que existen estudios que vinculan una mejora de los síntomas del párkinson al consumo bastante intenso -eso sí- de habas. Conviene recordar que la levodopa se ha utilizado con éxito para el tratamiento de esta enfermedad degenerativa desde la década de los sesenta. Desde entonces, y a pesar de la irrupción de nuevos fármacos, la levodopa continúa siendo el más eficaz en el tratamiento del párkinson.

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No obstante, aunque las habas son muy ricas en esta sustancia, para conseguir únicamente 100 miligramos haría falta consumir varios kilos. Además, la cantidad de levodopa puede variar dependiendo de la especie, la zona de cultivo, las condiciones del suelo e incluso el número de precipitaciones. A esto se añade que la vaina y el haba joven contienen mayor cantidad de L-dopa que el grano maduro.

Lo cierto es que los médicos indios parecían ya enterados de estas virtudes, pues los primeros textos sagrados de la literatura india, datados en el II milenio a.C., ya aluden a ciertas personas ‘temblorosas’ a las que se les recomendaba el consumo de una planta de la familia de las fabáceas.

Pitágoras y su aversión a las habas

Lo cierto es que Pitágoras no pudo beneficiarse de las bondades nutricionales de las habas a causa de una supuesta alteración genética de una proteína llamada glucosa-6-fosfato deshidrogenasa (G6PD). Así, este factor provoca que la ingesta de una serie de sustancias que para la mayoría de la población resultan inocuas se conviertan en tóxicas para otros al ocasionarles hemólisis. El alimento que con más frecuencia desencadena las crisis son las habas. En general, estas se presentan con vómitos, dolores abdominales, orina oscura y malestar, que ceden en unos días si se ha suprimido el alimento en cuestión, aunque pueden llegar a ser mortales.

Las habas son perfectas para los deportistas pues contienen levodopa, que mejora la función motora

Lo cierto es que no sabemos a ciencia cierta esa auténtica aversión que le profesaba a las habas. Tanto es así que sus discípulos tenían que renunciar a tomar vino y a comer carne, huevos y también habas. Algunos historiadores creen que es el favismo lo que le hacía adoptar esta cautela, pero se barajan muchas hipótesis.

Y ya con la firme decisión de comer habas, toca escogerlas. Aunque podemos consumirlas congeladas o en conserva, no hay delicia igualable a comerlas en temporada, recién sacadas de su vaina -que garantiza su frescura- y directas a la boca o la sartén. Eso sí, conviene escoger las de aspecto crujiente, con un color verde brillante y evitar aquellas que presenten manchas marrones, pues pueden delatar su deterioro. Nuestro recetario rebosa de platos con habas y, por supuesto, coronamos este artículo con una de ellas: habas con jamón.

Receta de habas con jamón

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Ingredientes:

  • 450 g de habas
  • 2 cebolletas o cebollas tiernas y grandes
  • 200 g de jamón serano en taquitos
  • 1 o 2 ajetes tiernos (opcional)
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Sal

Sacamos las habas de las vainas. A continuación, cortamos las cebolletas en trozos no excesivamente pequeños. En una sartén, con un chorro de aceite de oliva, añadimos las cebolletas y las habas a la vez, y las rehogamos a fuego medio durante unos 25 o 30 minutos hasta que queden tiernas. También podemos agregar unos ajetes tiernos. El último ingrediente es el jamón, que podemos cortar en taquitos y rehogar unos minutos.

Las habas son unas legumbres que demandan paciencia, que nos sentemos a pelarlas y que con esmero vayamos desenvainando su contenido. Al final de tan laboriosa tarea obtendremos como recompensa una leguminosa de gran poder nutricional: vitaminas, minerales y muy antioxidante. Las habas ya formaban parte de la dieta de nuestros ancestros en el Neolítico. A día de hoy, gozan de gran tradición en la cuenca mediterránea, aunque se cultivan en el mundo entero, e incluso se han colado en nuestro refranero. Sí, porque en todas las casas cuecen habas. Para todos los amantes de este suculento manjar, explicamos a continuación todo lo que las habas pueden hacer por nuestra salud.

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