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Pineberries: las fresas también pueden ser blancas y saber a piña
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Pineberries: las fresas también pueden ser blancas y saber a piña

El color de esta fruta llama especialmente la atención, pero es un híbrido natural que nada tiene que ver con la manipulación genética

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

Cuando creíamos saberlo todo acerca de las frutas más inusuales, llega la fresa blanca y nos deja boquiabiertos con su peculiar sabor, muy similar al de la piña. De hecho, su nombre nos pone sobreaviso acerca de este sorprendente matiz, ya que es conocida como pineberry, una fusión de los vocablos 'pine' (piña) y 'berry' (fresa) en inglés. De hecho, fueron los raudos anglosajones quienes bautizaron así la fruta cuando se comercializó por primera vez en 2011. Dicho todo esto, vamos a indagar un poco más en este artículo acerca de esta curiosa fresa que quiere asombrarnos con su mezcla de sabores.

Aunque nos parezca difícil de creer, la pineberry es en realidad la variedad de fresa más antigua y su color pálido, por lo tanto, no responde a una modificación genética. Fueron importadas desde Chile a Francia en el 1700. Sin embargo, las fresas blancas estaban prácticamente extintas hasta que en el año 2003 se recuperó su cultivo, para deleite de los paladares más curiosos. Todo fue obra del ingeniero holandés Hans de Jongh, que recurrió a técnicas de hibridación natural a partir de las variedades Fragaria chiloensis y Fragaria virginiana.

Aunque nos parezca difícil de creer, la pineberry es en realidad la variedad de fresa más antigua de la historia

“Increíblemente delicadas, increíblemente aromáticas y de sabor único, estas pequeñas bayas se cultivan en los Países Bajos. Generalmente son blancas, pero pueden ser rosadas con semillas rojas exteriores. Un poco picante, que recuerda a la piña, de ahí el nombre, pero muy lleno de sabor a baya”, explican al respecto en el portal oficial de California Specialty Farms.

A pesar de que procede de una planta resistente a las enfermedades, su cultivo no es muy rentable, pues nacen pocos frutos en cada ejemplar. Por su parte, la fresa blanca es más pequeña que la fresa común, pues mide entre 15 y 23 milímetros. Se cultivan en invernaderos y, aunque los cuidados que se le prodigan son los mismos que los que recibe la variedad roja, existe una diferencia sustancial. Con el fin de producir el mayor número posible de estos frutos blancos, es necesaria la presencia de una fresa polinizadora en las proximidades. Así, por cada cuatro plantas de fresa blanca, se coloca una planta de fresa regular cuya función es la polinización.

De verde a blanco

placeholder Pineberries en el Borough Market de Londres.
Pineberries en el Borough Market de Londres.

Las pineberries nacen, como muchas otras frutas, con un color verde intenso que paulatinamente va mutando a blanco. En el momento en el que sus semillas son de color rojo oscuro, la fruta se considera ya madura. La pulpa puede variar de blanca a naranja y resulta muy aromática, además de guardar ciertas semejanzas con la piña cuando entra en contacto con el paladar. Por otro lado, es inevitable hacerse la siguiente pregunta: ¿por qué no se vuelven rojas? Al parecer, la carencia o deficiencia de una proteína es lo que impide que adquieran el color que todos esperamos ver en una fresa.

Lamentablemente, en España no abundan en los mercados, pero sí que se comercializan a los restaurantes europeos, donde se busca el factor sorpresa, y en los mercados mayoristas. Eso sí, si queremos hincarle el diente a esta peculiar fresa, el momento oportuno para hacerlo empieza en marzo y culmina en mayo. Además, es posible localizarlas a través de internet en tiendas especializadas.

Japón las prefiere blancas

Donde es posible encontrar con relativa facilidad esta variedad de fresa es en Japón, donde la consumen con fruición, pero pagándolas a precio de oro. De hecho, se la conoce como 'shiroi houseki', que en castellano significa ‘joya blanca’. Su importe, por lo tanto, asciende a 10 euros la unidad, por lo que para comprar una docena tendremos que desembolsar 60 euros. Asimismo, se pueden adquirir en los mercados nipones fresas blancas envasadas de manera individual en tarrinas de plástico, algo que algunos calificarían de sobreenvasado absurdo. A pesar de estas cualidades, su alto precio no desmotiva a los japoneses, pues es una variedad muy popular que se ha convertido en todo un fenómeno gastronómico.

Además, en Japón no recurren a la importación, sino que cultivan su propia variedad, convirtiéndose en un producto 100% nacional. En concreto, Yasuhito Teshima saca adelante esta codiciada fruta en su granja de Karatsu, que difiere en tamaño a la que se cultiva en Europa, pues las suyas son más grandes. "Hay varios tipos de fresa blanca en los mercados japoneses, pero la white jewel es extraordinariamente blanca y grande. Es una fresa única. Por el momento, soy la única persona en todo el mundo que las cultiva. Es un proceso muy complicado. No puedo producirlas en grandes cantidades como una fresa normal. Por eso son tan caras", aclara Teshima en un vídeo explicativo.

Cuando creíamos saberlo todo acerca de las frutas más inusuales, llega la fresa blanca y nos deja boquiabiertos con su peculiar sabor, muy similar al de la piña. De hecho, su nombre nos pone sobreaviso acerca de este sorprendente matiz, ya que es conocida como pineberry, una fusión de los vocablos 'pine' (piña) y 'berry' (fresa) en inglés. De hecho, fueron los raudos anglosajones quienes bautizaron así la fruta cuando se comercializó por primera vez en 2011. Dicho todo esto, vamos a indagar un poco más en este artículo acerca de esta curiosa fresa que quiere asombrarnos con su mezcla de sabores.

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