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La extraña relación entre un gen, la microbiota, el adelgazamiento y la gingivitis
  1. Nutrición
no solo engordar, sino estropear las encías

La extraña relación entre un gen, la microbiota, el adelgazamiento y la gingivitis

Nuestros antepasados se aprovecharon de esta situación, pero no nosotros. Demasiada amilasa puede crear la situación perfecta para ganar kilos y empeorar la salud de nuestras encías

Foto: La microbiota es fundamental. (iStock)
La microbiota es fundamental. (iStock)

Hace más de 2,5 millones de años los primeros homininos (homínidos bípedos y de postura erguida) empezaron a hollar la tierra. Múltiples relatos de ficción han intentado imaginar los desafíos a los que se enfrentaban nuestros primeros ancestros que caminaban sobre dos patas: caza de mamuts, defenderse de tigres 'dientes de sable', etc. No podemos estar seguros de que que tales historias sean reales, pero sí de que quien más recursos conseguía, era capaz de reproducirse más. Selección natural: adaptarse o morir. Finalmente, hace 200.000 años (fósil más antiguo que se conserva) apareció el Homo sapiens, o lo que es lo mismo, nosotros. En esa lucha por la supervivencia quien tenía una ventaja evolutiva no era solo el que más consiguiese, sino también el que más aprovechase. Es curioso que quien poseyese más copias del gen AMY1 tuviese una mayor calidad de vida hace 200.000 años, pero alguien en su misma situación hoy en día esté sometido a un cierto riesgo de salud. Eso es lo que han descrito un grupo de investigadores de la Universidad de Cornell en Estados Unidos.

Todo se debe a una especie de cadena amorosa que involucra al susodicho gen, la enzima amilasa, la bacteria Ruminococcaceae, la microbiota, el almidón, la bacteria Porphyromonas, la gingivitis y la absorción de calorías. Los investigadores Angela C. Poole, Julia K. Goodrich, Nicholas D. Youngblut, Daniel H. Huson, James G. Booth y Ruth E. Ley, de la Universidad de Cornell, en Estados Unidos, han llevado a cabo un estudio científico en el que describen los efectos del gen AMY1.

"En la prehistoria, la gente con más copias de este gen obtenía más calorías de la comida"

Esta sección de ADN se encarga de regular la producción de una enzima principalmente bucal (aunque también la genera el páncreas) llamada amilasa, producida por las glándulas salivales. Este compuesto químico se encarga de catalizar la degradación de determinadas moléculas de hidratos de carbono conocidas como almidones. Estos carbohidratos son 'indigeribles' si no fuera por la presencia, tanto de la amilasa como de una bacteria presente en nuestro microbioma intestinal llamada Ruminococcaceae. Este microorganismo es capaz de hacer lo que nosotros no podemos por nosotros mismos: utilizar la amilasa como un catalizador para romper esas larguísimas cadenas de almidón liberando glucosa que, a su vez, entra en nuestro torrente sanguíneo a través de la pared intestinal. Esa glucosa es energía pura y dura que nuestro cuerpo utiliza directamente.

Como explica la profesora Angela Poole, una de las autoras del estudio, "en tiempos prehistóricos o incluso después, la gente con más copias de este gen pudo obtener más calorías de la comida en tiempos de hambruna o en inviernos fríos". En esos tiempos, las calorías no estaban a 20 metros y 1€ de distancia, sino que había que luchar por ellas. Hoy en día, en cambio, teniendo en cuenta el mundo hipercalórico que es el desarrollado, obtener más energía es exactamente lo opuesto de lo que la mayor parte de nosotros necesita. Esto se debe a que el 'superávit' energético es almacenado en forma de tejido adiposo por nuestro cuerpo para hacer frente a tiempos de escasez, que afortunadamente ya no sufrimos.

Foto: Foto: iStock.

Pero la historia no acaba ahí. Los investigadores han descubierto que una mayor cantidad del gen AMY1 está directamente relacionada con una mayor presencia de la bacteria Porphyromonas gingivalis, una de las mayores causas de gingivitis. Y no solo eso, también se la ha relacionado con otras enfermedades más graves todavía como enfermedades autoinmunes, infecciones pulmonares y afecciones cardiacas. Como explica el doctor Miguel Carasol Campillo, médico especialista del hospital Ruber Juan Bravo de Madrid: "El 90-90% de la población española padece gingivitis".

Hace más de 2,5 millones de años los primeros homininos (homínidos bípedos y de postura erguida) empezaron a hollar la tierra. Múltiples relatos de ficción han intentado imaginar los desafíos a los que se enfrentaban nuestros primeros ancestros que caminaban sobre dos patas: caza de mamuts, defenderse de tigres 'dientes de sable', etc. No podemos estar seguros de que que tales historias sean reales, pero sí de que quien más recursos conseguía, era capaz de reproducirse más. Selección natural: adaptarse o morir. Finalmente, hace 200.000 años (fósil más antiguo que se conserva) apareció el Homo sapiens, o lo que es lo mismo, nosotros. En esa lucha por la supervivencia quien tenía una ventaja evolutiva no era solo el que más consiguiese, sino también el que más aprovechase. Es curioso que quien poseyese más copias del gen AMY1 tuviese una mayor calidad de vida hace 200.000 años, pero alguien en su misma situación hoy en día esté sometido a un cierto riesgo de salud. Eso es lo que han descrito un grupo de investigadores de la Universidad de Cornell en Estados Unidos.

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