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Insectos y antioxidantes: sacrificios por una salud de hierro
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Insectos y antioxidantes: sacrificios por una salud de hierro

Sí, sabemos que es duro dar el gran salto y empezar a ingerir algunos de los seres vivos más terroríficos del planeta, pero es algo que puede tener grandes beneficios

Foto: Foto: iStock.
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Idealizamos un mundo en el que mantener una buena salud es fácil y delicioso. No es de extrañar, dado que nosotros somos los ciudadanos del segundo país del mundo con más esperanza de vida por detrás de Japón (según la Organización Mundial de la Salud). La 'clave' de la que disponemos es la maravillosa dieta mediterránea, sabrosa como ninguna otra y que nos aporta, además, todos los nutrientes que necesitamos. Ahora bien, determinadas personas buscan añadir un extra a su consumición alimentaria diaria, en ocasiones explorando más allá de nuestras fronteras y tradiciones. Esto ha propiciado la aparición de cientos de comidas que han dado un paso más allá y se han convertido en 'superalimentos'.

Hay de todo tipo: espirulina, kale (vamos, la berza de toda la vida), ginseng, jengibre, chlorella... Todos ellos, aparte de ser extraordinariamente ricos en determinados micronutrientes, también tienen otra cosa en común: tienen sabores particulares. Este hecho solo propicia la pregunta de '¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar a cambio de tener una salud de hierro?'. Si la respuesta es: "Hasta donde haga falta", tal vez deberemos plantearnos de forma definitiva el consumo de intectos e invertebrados.

"Al menos 2 millardos de personas comen insectos de forma regular. El resto necesitamos más motivación"

Y no lo decimos nosotros, sino los investigadores Carla Di Mattia, Natalia Battista, Giampiero Sachetti y Mauro Serafini, de la Facultad de Biociencias y Tecnologías para la Agricultura, la Comida y el Medio Ambiente de la Universidad de Teramo, en Italia. Estos científicos han elaborado un estudio comporativo sobre los antioxidantes presentes en diferentes especies de insectos e invertebrados comestibles.

Pero vamos por partes. Lo primero: ¿qué son los antioxidantes? Son una serie de sustancias presentes en algunos alimentos (principalmente vegetales) que tienen la capacidad de luchar contra las 'especies reactivas del oxígeno' (ROS por sus siglas en inglés). Estas son moléculas 'inestables' cuyo componente principal es el susodicho oxígeno, que son capaces de reaccionar violentamente dentro de nuestro organismo y producir una alteración de las cadenas de ADN dentro de nuestras células, acelerando su envejecimiento y pudiendo producir mutaciones que en determinadas ocasiones pueden desembocar en un tumor.

Cómo funcionan los antioxidantes

Por su parte, los antioxidantes son sustancias con la capacidad de adherirse de inmediato a las ROS, eliminando su capacidad de destruir cualquier tipo de tejido. Así de simple. Por regla general, están presentes en determinados productos de origen vegetal, como los arándanos y otras frutas del bosque. La parte mala es que estos productos son lo suficientemente caros como para impedir el consumo diario masivo (y son escasos en proteínas pero sí muy ricos en fructosa, un tipo de azúcar).

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Foto: iStock.

Esto provoca que los insectos se conviertan en una alternativa de lo más tentadora, siempre y cuando seamos capaces de evitar el recelo que naturalmente tenemos hacia este tipo de alimentos. Muy bien lo explica el profesor Mauro Serafini, autor principal del estudio: "Al menos 2 millardos de personas, una cuarta parte de la población mundial, comen insectos de forma regular. El resto de nosotros necesitamos un poco más de motivación". Además, no son solo sus propiedades antioxidantes: "Son una excelente fuente de proteínas, ácidos grasos poliinsaturados, minerales, vitaminas y fibra", apostilla el doctor.

El ranking

Tal vez no sea bonita, pero sí es una lista relevante. El pódium lo copan los grillos en tercer lugar, con 2,4 TEAC (capacidad antioxidante equivalente al Trolox, la medida fundamental en lo que a evitar la oxidación se refiere); los gusanos de seda en segunda posición, con una capacidad antiooxidativa de 2,5 TEAC y, como ganador, los saltamontes, con una capacidad oxidativa de 2,6 TEAC. Aunque no tienen las propiedades de estos tres, otras menciones honoríficas han de ser hechas: gusano de la harina, orugas africanas, hormigas negras y escalopendras gigantes.

Por mucho que esto sean buenas noticias para los más atrevidos, en lo que a sus gustos culinarios se refiere, no quita que el mundo vegetal sea el auténticamente rico en estos micronutrientes. Por hacer una pequeña comparación que lo ponga todo en contexto, los arándanos contienen un TEAC de 15, 5,7 veces superior.

Idealizamos un mundo en el que mantener una buena salud es fácil y delicioso. No es de extrañar, dado que nosotros somos los ciudadanos del segundo país del mundo con más esperanza de vida por detrás de Japón (según la Organización Mundial de la Salud). La 'clave' de la que disponemos es la maravillosa dieta mediterránea, sabrosa como ninguna otra y que nos aporta, además, todos los nutrientes que necesitamos. Ahora bien, determinadas personas buscan añadir un extra a su consumición alimentaria diaria, en ocasiones explorando más allá de nuestras fronteras y tradiciones. Esto ha propiciado la aparición de cientos de comidas que han dado un paso más allá y se han convertido en 'superalimentos'.

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