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Ácido linolénico, la grasa que quería ser vitamina F y nunca lo consiguió
  1. Nutrición
descubierta en 1923

Ácido linolénico, la grasa que quería ser vitamina F y nunca lo consiguió

Cumple funciones fundamentales para nosotros y, aunque es esencial (lo que significa que necesariamente la debemos consumir con la dieta), está considerada solo un ácido graso

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Podrá parecer lo contrario, pero hace 90 años no teníamos ni idea de casi nada, al menos en lo que a nutrición se refiere. Hasta 1929 se creía que todas las grasas eran iguales y que 'solo' se trataba de una fuente de energía de excelente calidad. Pero ese año los investigadores George Oswald Burr y Mildred Burr, de la Universidad de Minnesota, hicieron dos grandes descubrimientos: que el ácido alfa-linolénico y el ácido linolénico eran fundamentales para nuestro bienestar más allá de sus capacidades energéticas, y que el cuerpo no podía fabricarlos por sí mismo. Dicho de otro modo, eran esenciales. Es por esto que se propuso su denominación como 'vitamina F', pero nunca llegó a serlo, pues se los consideraba más lípidos que vitaminas.

Cómo funciona la 'vitamina F'

Como se explica en un estudio de la Universidad de Lisboa y en otro de la Universidad de Southampton, estos ácidos grasos cumplen una serie de funciones vitales en nuestro organismo:

  • Son una fuente de calorías (9 kcal por gramo).
  • Contribuyen a mantener la correcta estructura celular.
  • Son utilizadas en el crecimiento normal del cuerpo, el cerebro y el sentido de la vista.
  • Actúan como señalizadores moleculares. Entre sus funciones está la regulación de la presión arterial, la coagulación sanguínea y la respuesta inmune.

La mejor noticia es que la deficiencia de 'vitamina F' es rara. A pesar de esto, su ausencia puede provocar muchos síntomas, entre los que se encuentran, según una serie de estudios elaborados por la Universidad de Copenhague y por el Boston Children's Hospital:

  • Piel seca
  • Pérdida de pelo
  • Cicatrización muy lenta de las heridas
  • Crecimiento lento en los niños
  • Escamas cutáneas
  • Problemas de visión
  • Menor desarrollo cerebral
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Estas son sus funciones básicas y necesarias, pero su consumo puede tener más cosas buenas.

Los efectos beneficiosos del ácido linolénico

Numerosos trabajos científicos se han llevado a cabo para hallar todas las propiedades de estos ácidos grasos esenciales, y no son pocas:

  • Reducción en la inflamación. Un estudio del investigador R. Reifen y el resto de su equipo de la Universidad Hebrea de Jerusalén relacionó el consumo de grasas omega 3 (como el ácido linolénico) con una menor hinchazón de las articulaciones, el tracto digestivo, los pulmones y el cerebro.
  • Menor riesgo de enfermedad cardiaca. Según un macro metaestudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Harvard en Estados Unidos, y comparado con un estudio propio con más de 300.000 participantes, aquellos que consumían mayores cantidades de ácido linolénico en vez de grasas saturadas tenían un riesgo un 21% menor de sufrir enfermedades cardiacas y muerte por ellas.
  • Menor prevalencia de diabetes tipo 2. En un estudio llevado a cabo en más de 200.000 sujetos por la Universidad de Harvard y por la Academia China de las Ciencias, se descubrió que, como en el caso de la enfermedad cardiaca, quienes sustituían las grasas saturadas por ácido alfa-linolénico o linolénico (a secas) tenían un 14% menor riesgo de padecer esta enfermedad metabólica.
  • Ayuda al crecimiento. Como exponen las guías nutricionales de las Academias Nacionales de la Ciencias, la Ingeniería y la Medicina de Estados Unidos, las mujeres embarazadas necesitan 1,4 gramos de ácido alfa-linolénico al día para llevar a cabo un correcto desarrollo del feto.
  • Mejor salud mental. Uno de los mayores estudios llevados a cabo hasta la fecha, elaborado por los investigadores P. Y. Lin y K. P. Su de la Hang Gung University en Taiwán, finaliza diciendo que "a pesar de que nuestro metaanálisis ha mostrado una gran eficacia de los ácidos grasos omega 3 como antidepresivos, es prematuro validar este descubrimiento debido al posible sesgo involuntario de los investigadores, por lo que se recomienda más investigación". Eso no quita que, de momento, sea prometedor.

Si deseamos ingerirlo en cantidad suficiente (algo que sin duda deberíamos hacer), podremos encomendarnos al aceite de semilla de lino (de hecho, es esta la que le da nombre al ácido graso), aceite de girasol, nueces, almendras, aceite de oliva y semillas de chía.

Podrá parecer lo contrario, pero hace 90 años no teníamos ni idea de casi nada, al menos en lo que a nutrición se refiere. Hasta 1929 se creía que todas las grasas eran iguales y que 'solo' se trataba de una fuente de energía de excelente calidad. Pero ese año los investigadores George Oswald Burr y Mildred Burr, de la Universidad de Minnesota, hicieron dos grandes descubrimientos: que el ácido alfa-linolénico y el ácido linolénico eran fundamentales para nuestro bienestar más allá de sus capacidades energéticas, y que el cuerpo no podía fabricarlos por sí mismo. Dicho de otro modo, eran esenciales. Es por esto que se propuso su denominación como 'vitamina F', pero nunca llegó a serlo, pues se los consideraba más lípidos que vitaminas.