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Cómo Rusia fue salvada del hambre gracias a la Salchicha de Stalin
  1. Nutrición
la del doctor

Cómo Rusia fue salvada del hambre gracias a la Salchicha de Stalin

Tras la cruenta guerra civil rusa que siguió a la Revolución de Octubre, un país destruido, intentando producir y en guerra, se moría de hambre. El Partido Comunista le puso remedio con una simple receta a base de cerdo y ternera

Foto: Stalin en 1949, sano gracias al Doctor Salchicha.
Stalin en 1949, sano gracias al Doctor Salchicha.

Es normal tener la impresión de que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) tuvo, antes de la Segunda Guerra Mundial, apenas dos conflictos armados: la Revolución de Octubre (inmediatamente seguida por la larga y extenuante guerra civil rusa) y la Guerra de Invierno contra Finlandia. Nada más lejos de la realidad. Si el país no estaba ya hecho auténtico polvo, el extraordinario esfuerzo de industrialización y los 27 conflictos armados -la mayor parte de ellos dedicados a la anexión de territorios- se pagó con vidas y salud de seres humanos. Alimentar a cientos de millones de personas es complicado, hacerlo con el frío ruso es difícil y lograrlo en mitad de una guerra continua con un nuevo sistema de gobierno es prácticamente imposible. Al menos mientras no tengamos a nuestra disposición la Salchicha de Stalin.

La gastronomía rusa, a pesar de tratarse del país con mayor extensión del planeta, es limitada. Se basa, mayormente, en la adaptación o directamente copia de platos extranjeros como el 'borsch' ucraniano, una sopa a base de remolacha; los 'shashlik', unos pinchos morunos de cerdo marinados en distintos líquidos (el más destacado, el jugo de los pepinillos en salmuera); los 'kotketa po-kievski', una pechuga de pollo rellena de mantequilla, empanada y frita típica de Kiev, o el famosísimo vodka, de origen polaco. Cierto es que existen algunas creaciones originales como la ensalada Olivier, predecesora de nuestra ensaladilla rusa, los 'koklet', idénticos a nuestros filetes rusos, o los 'blinis', la versión más láctea (hecha con kéfir) de las crepes.

"Debe ser sana, sobre todo para pacientes que tengan un mal estado de salud como resultado de la Guerra Civil"

Pero con esos platos tradicionales no se alimenta a una nación hambrienta. El secretario general del Comité Central Partido Comunista de la Unión Soviética entre 1922 y 1952 (luego, el nombre del cargo se acortó a longitudes mortales), a pesar de mandar a millones de personas a lo largo de su carrera política, bien al gulag, bien directamente a la muerte, sabía que su pueblo pasaba hambre. Sabía también que esto provocaba que las típicas salchichas rusas (llamadas 'kolbasa') se hicieran con cualquier cosa que se tuviera a mano, fuera comestible o no. Por supuesto, esto no se ha hecho únicamente en la Unión Soviética. Durante la Gran Depresión en Estados Unidos, a las longanizas 'ilegales' se les añadía anticongelante, dado que su intenso color rojo las hacía pasar por carne de buena calidad.

Pero el objetivo de Stalin era conseguir que la población estuviera sana. La Guerra Civil mató entre 7.000.000 y 12.000.000 de rusos, y los que no murieron sufrieron las secuelas de un país destruido. Para remediarlo, en 1936 el secretario general encargó a Anastás Mikoyán, por entonces un alto cargo del Politburó, extraordinariamente centrado en la alimentación (de hecho, Stalin bromeó una vez: "Anastás, te importa más el helado que el comunismo"), la creación de una salchicha dietética, hecha para que aquellos que estaban famélicos ganaran peso de forma segura. Stalin especificó a Mikoyán que este producto debía tener un contenido muy bajo en grasas, dado que la había concebido como un suplemento médico para la población que había soportado los efectos de una hambruna prolongada. En propias palabras de Stalin: "Específicamente... para pacientes con un mal estado de salud como resultado de la Guerra Civil".

Es por esto que a este producto se le conoce como Докторская колбаса, que literalmente significa Doctor Salchicha. Su receta está basada (sí, se sigue produciendo y vendiendo como el primer día, en la planta de producción Mikoyán, nombrada en honor de su creador) en una mezcla de carnes magras de ternera y de cerdo. Estas suponen un 60% del peso total. El resto es almidón de patata, cardamomo, pimienta, otras especias y sal. Pero otra (y no eran pocas) de las exigencias de Stalin fue que esta salchicha debía poder comerla absolutamente todo el mundo, desde niños pequeños a ancianos a los que no les quedaba un solo diente. Por eso se picaba dos veces y se homogeneizaba logrando una textura considerablemente similar al chopped que podemos encontrar en cualquier supermercado y charcutería española. Su bajo contenido en grasas resultó ser de gran utilidad para aquellos que padecían del hígado y del estómago. Definitivamente, la Salchicha de Stalin fue uno de los primeros suplementos nutricionales de la historia.

Es normal tener la impresión de que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) tuvo, antes de la Segunda Guerra Mundial, apenas dos conflictos armados: la Revolución de Octubre (inmediatamente seguida por la larga y extenuante guerra civil rusa) y la Guerra de Invierno contra Finlandia. Nada más lejos de la realidad. Si el país no estaba ya hecho auténtico polvo, el extraordinario esfuerzo de industrialización y los 27 conflictos armados -la mayor parte de ellos dedicados a la anexión de territorios- se pagó con vidas y salud de seres humanos. Alimentar a cientos de millones de personas es complicado, hacerlo con el frío ruso es difícil y lograrlo en mitad de una guerra continua con un nuevo sistema de gobierno es prácticamente imposible. Al menos mientras no tengamos a nuestra disposición la Salchicha de Stalin.

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