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Dime a quién sigues y te diré qué comes
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Redes sociales

Dime a quién sigues y te diré qué comes

Instagram y Facebook se han convertido en los mejores escaparates de la vida de millones de personas. Si crees que tienes el control sobre tu comida, tal vez infravalores cómo te influye lo que comparten tus contactos

Foto: Foto: Unsplash/@creativegangsters.
Foto: Unsplash/@creativegangsters.

La presión del grupo es un elemento recurrente a la hora de explicar muchos comportamientos, buenos o malos, que nos acompañan durante toda la vida (a menos que seamos unos ermitaños). ¿Quién no ha recibido (y dado) alguna vez el consejo 'ten cuidado de con quién vas'?

Las redes sociales han magnificado la presión hasta límites alarmantes, especialmente Instagram y Facebook, que son escaparates para exhibir y copiar determinados comportamientos. Hay que mostrar lo mejor, lo más bonito y vistoso, y es innegable que la comida, por lo general, da buena imagen, especialmente las coloridas frutas y verduras que, además, son las más saludables. Sin embargo, hay alimentos menos sanos que también quedan bonitos en la galería de imágenes, como los dulces recubiertos de capas de azúcar coloreada, hamburguesas o pizzas.

Los responsables de salud pública se esfuerzan por promover el consumo de frutas y verduras entre la población, con especial interés entre los más jóvenes, pero el éxito es discreto. La estrategia puede mejorar notablemente con el soporte de las redes sociales, como se deduce de una investigación desarrollada en la Universidad de Aston (Reino Unido), que ha encontrado que los usuarios de las redes sociales tienen más probabilidades de comer frutas y verduras, así como meriendas de 'comida basura' si creen que sus amigos hacen lo mismo.

Tomamos más raciones de frutas y verduras y de comida basura si creemos que nuestros amigos las aprueban y consumen

El estudio encontró que los participantes comieron una quinta parte adicional de frutas y verduras por cada porción que creían que tomaban sus amigos de las redes sociales, de tal forma que si pensaban que sus contactos cumplían sus 'cinco al día' de frutas y verduras, probablemente comían una porción extra.

Imitar a los amigos

Pero de la misma manera que existe una influencia positiva, también la hay negativa, y los autores descubrieron que los usuarios de Facebook tomaban una porción adicional de bocadillos poco saludables y bebidas azucaradas por cada tres raciones que creían que comían sus círculos sociales en red. Esto sugiere que comemos alrededor de un tercio más de comida basura si creemos que nuestros amigos también lo hacen.

placeholder Foto: Unsplash/charlesdeluvio.
Foto: Unsplash/charlesdeluvio.

Para la investigación, publicada en la revista científica 'Appetite' , los autores pidieron a 369 estudiantes universitarios que estimaran la cantidad de frutas, verduras, tentempiés con alta densidad energética y bebidas azucaradas que sus compañeros de Facebook consumían diariamente.

Esta información se contrastó con los hábitos alimenticios reales de los participantes y reveló que los que pensaban que sus círculos sociales aprobaban la comida basura consumían significativamente más y los que creían que sus amigos seguían una dieta saludable tomaban más porciones de frutas y verduras.

Sin embargo, no hubo un vínculo significativo entre los hábitos alimenticios de los participantes y su índice de masa corporal (IMC), una medida estándar de peso saludable. Para los investigadores, este es un punto que deberán analizar en el futuro para determinar si la influencia de las redes sociales en los hábitos alimenticios tiene repercusión a largo plazo en el peso.

Lily Hawkins, autora principal del artículo, defiende que nuestros amigos de las redes sociales nos influyen a la hora de elegir ciertos alimentos, pero no somos conscientes de esa influencia. "Esto implica que podemos usar las redes sociales como una herramienta para promover el comportamiento alimentario de los demás dentro de los grupos de amistad, y potencialmente usar este conocimiento como una herramienta para las intervenciones de salud pública".

La dietista Aisling Pigott, portavoz de la Asociación Dietética Británica (BDA), insiste en que "investigaciones como esta demuestran cómo estamos influenciados por las percepciones en línea sobre cómo comen los demás. La promoción de mensajes de salud positivos en las redes sociales, que se centran en impulsar elecciones saludables y relaciones no restrictivas con los alimentos y el cuerpo, podría empujar a las personas a tomar decisiones positivas sobre lo que comen.

Poder socializador de la comida

María del Mar González, miembro de la Federación Europea de Asociaciones de Psicólogos y experta en conducta alimentaria, recalca el poder socializador de la comida en todas las culturas y en todas las edades. No es una conducta negativa. "De hecho, la OMS (Organización Mundial de la Salud) considera que una persona tiene una relación sana con la comida cuando está bien a nivel físico, psíquico y social. Es decir, su IMC está dentro del intervalo de la normalidad, no supone un problema psicológico (anorexia, bulimia, obesidad) y mantiene una actividad social en torno a la alimentación", matiza. Sin embargo, "cuando una persona come por imitación, realmente no está estableciendo un control sobre su alimentación, por lo que es más probable que coma más y lo haga por impulso".

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Foto: iStock.

La psicóloga confirma que la comida no saludable es más adictiva, fácil de comer, sabrosa y atractiva, además de más barata. Sin olvidar el apoyo publicitario: "No es fácil ver un restaurante anunciando alcachofas, pero sí hamburguesas".

Los riesgos de imitar las conductas alimentarias van desde favorecer el desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria al seguimiento de dietas peligrosas. "Hubo una época en la que la dieta Dukan era muy seguida y ahora el ayuno intermitente es el que corre por las redes, ya que es seguido por personas famosas".

Así pues, González enfatiza que la prioridad ha de ser la promoción de hábitos saludables, que incluyan lo que se come, la actividad física y el cuidado personal, y para esto las redes pueden ser un aliado estratégico.

La presión del grupo es un elemento recurrente a la hora de explicar muchos comportamientos, buenos o malos, que nos acompañan durante toda la vida (a menos que seamos unos ermitaños). ¿Quién no ha recibido (y dado) alguna vez el consejo 'ten cuidado de con quién vas'?

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