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Pipas: todo lo que pueden hacer por ti y aún no lo sabes
  1. Nutrición
El tercer snack más consumido

Pipas: todo lo que pueden hacer por ti y aún no lo sabes

Nos ayudan a prevenir diversas enfermedades como el cáncer gracias a su contenido en alfa-tocoferol (vitamina E). También alivian dolencias como son la artitris o la diabetes

Foto: Unas pipas listas para ser comidas.
Unas pipas listas para ser comidas.

Comer pipas es una moda que se impuso hace 100 años y que todavía colea entre los españoles dado que, a día de hoy, es el tercer snack más consumido, según un estudio realizado por la compañía GfK para Pipas USA, una entidad que representa la producción estadounidense de pipas de girasol en mercados internacionales. Se trata sin duda de un hábito muy saludable (aunque hay que evitar que las cáscaras caigan al suelo) que adquirimos durante la niñez en las largas tardes con los amigos en el pueblo, que nos sigue acompañando durante nuestra adolescencia y que se consolida en nuestra vida de adultos. Además, para más inri, las consumimos con cáscara para que el ritual todavía tenga un cariz algo malabar: charlar al tiempo que comemos pipas distraídamente a velocidad de Usain Bolt.

De hecho, hubo un tiempo que en el cine se comían pipas y no un combo de palomitas y Coca-Cola, y eso a pesar de que se consumían sin pelar. Algo que, por cierto, empezó a causar problemas de higiene debido a las ingentes cantidades de cáscaras que se acumulaban. Este incivismo motivó que se prohibieran. También intentaron que las 'señoritas' dejasen de consumirlas en público pues para la época parecía un tanto inmoral, según explican en el artículo titulado 'Torraos soviéticos' en el portal 'Oaca'.

Un 64% de españoles las consume

Lo cierto es que las pipas se han colado en el ADN de los españoles y, según el estudio citado, se han convertido como hemos apuntado en el tercer snack más consumido. En concreto, esta investigación que se ha realizado tras encuestar a 1.035 personas de entre 12 y 64 años asegura que el 64% de los españoles consume pipas de girasol.

Así, estas últimas obtienen la medalla de bronce en este particular podio al que se suben, en primer lugar, las imbatibles patatas fritas (85%), mientras que la medalla de plata corresponde a las almendras (73%).

placeholder Foto: iStock.
Foto: iStock.

¿Mujeres perseguidas por comer pipas?

Según explican en el artículo citado, poco importaron los esfuerzos de las autoridades durante los primeros años del franquismo para que las mujeres dejaran de comer pipas (sobre todo porque solían hacerlo en público sin ningún tipo de remilgo), pues actualmente son las consumidoras más contumaces, con un 69% de consumo frente a un 60% de hombres. Por lo tanto, parece que han ganado la batalla.

Seguramente las razones que animan a su compra no tienen nada que ver con lo saludable, sino más bien por su sabor y esos ratos de ocio (como ver una película en casa o un partido) que parecen los mejores momentos en los que tomarse una guarnición de pipas. Además, en compañía saben mejor, puesto que el consumo de pipas de girasol aumenta cuando nos hallamos entre amigos o con los nuestros. De hecho, en familias de cuatro miembros se comen con mayor profusión.

Arma contra el cáncer

No obstante, si estuviéramos al tanto de sus excelentes propiedades nutricionales, quizás auparíamos este snack hasta el primer puesto. En este sentido, según demuestra un estudio de la Universidad Politécnica de Virginia (EEUU), a las pipas se les atribuyen numerosas propiedades como la de prevenir el cáncer gracias su contenido en alfa-tocoferol (vitamina E), que encontramos en abundantes dosis . De hecho, su presencia es más copiosa en las pipas que en cualquier otro fruto seco, como la avellana, la almendra o el cacahuete. Este potente antioxidante también nos protege de las enfermedades cardiovasculares y además tiene muy poco sodio. Asimismo, es una fuente de potasio, calcio, magnesio, fósforo y proteínas.

El inconveniente de las pipas de girasol es que son semillas oleaginosas con un importante aporte calórico

Por otro lado, las embarazadas y las que pretenden estarlo en un tiempo relativamente breve se pueden beneficiar del ácido fólico de las pipas de girasol, que les vendrá de perlas para prevenir la temida espina bífida u otro defecto en el tubo neural en el feto. Y a ello se une que las pipas de girasol, al igual que el aceite que se obtiene de ellas, aportan omega 6, cuya ingesta nos ayuda a mejorar enfermedades como la diabetes y la artritis.

No todo iban a ser alegrías

Las personas con sobrepeso deben moderar su consumo de pipas de girasol dado que son semillas oleaginosas con un importante aporte calórico: 100 gramos de pipas supone ingerir entre 570 y 600 calorías. Unas cantidades, por cierto, que podemos consumir prácticamente sin enterarnos frente a unos capítulos de nuestra serie favorita.

También el hecho de que se presenten en formatos muy salados con sodio en abundancia desaconseja su consumo a personas hipertensas o preocupadas por la retención de líquidos que propicia la sal. En este caso, podemos buscarlas sin salar, que las hay, e incluso sin freír ya que este alimento resulta muy aconsejable para las personas que padecen tensión alta o colesterol. Así que, en estos casos, la imaginación puede ponerse el delantal y urdir ricas ensaladas aderezadas con pipas, con yogur, mezcladas con cereales y, por supuesto, en los diversos panes que podemos encontrar tanto en panaderías como en supermercados donde las pipas de girasol brillan con luz propia.

Si nos vemos tentados a comer pipas en pleno bullicio callejero, recuerda que no debes tirar las cáscaras al suelo. De hecho, esta incívica acción puede acarrearnos multas importantes pues puede constituir una infracción contra la limpieza viaria.

Comer pipas es una moda que se impuso hace 100 años y que todavía colea entre los españoles dado que, a día de hoy, es el tercer snack más consumido, según un estudio realizado por la compañía GfK para Pipas USA, una entidad que representa la producción estadounidense de pipas de girasol en mercados internacionales. Se trata sin duda de un hábito muy saludable (aunque hay que evitar que las cáscaras caigan al suelo) que adquirimos durante la niñez en las largas tardes con los amigos en el pueblo, que nos sigue acompañando durante nuestra adolescencia y que se consolida en nuestra vida de adultos. Además, para más inri, las consumimos con cáscara para que el ritual todavía tenga un cariz algo malabar: charlar al tiempo que comemos pipas distraídamente a velocidad de Usain Bolt.

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