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Los nutrientes que más te faltan durante la cuarentena
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Los nutrientes que más te faltan durante la cuarentena

No hay precedentes de lo que está ocurriendo ahora mismo. Por ello, nuestra mayor defensa es mantener nuestras necesidades nutricionales más que satisfechas para funcionar de la mejor manera que nos sea posible

Foto: Foto: iStock.
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Como si fueran pocos los problemas a los que nos enfrentamos en plena crisis coronavírica, ahora resulta que también debemos preocuparnos de nuestra alimentación más que nunca. Hace algunos días hablábamos de cómo es esencial consumir ciertos alimentos que contienen micronutrientes (sustancias que necesitamos en cantidades inferiores a un gramo) que son capaces de mejorar nuestras defensas o simplemente (y fundamentalmente) hacerlas funcionar. El problema es que no son solo nuestros glóbulos blancos y demás células dispuestas a protegernos de invasores las que son fundamentales, sino todas las demás, desde las que hacen que nos crezcan las uñas hasta las que son responsables del latido de nuestro corazón.

Tenemos claro que, después de los japoneses, somos la segunda población más longeva del mundo según datos de la Organización Mundial de la Salud y, en gran medida, esto se debe a nuestra adorada e idolatrada dieta mediterránea. Pero seamos sinceros... No todos llevamos la alimentación ideal que se nos presupone a los españoles. Desde hace años, el Ministerio de Sanidad elabora el informe ENIDE, dedicado a recopilar los hábitos alimentarios de la población española y sus niveles de nutrientes en sangre. Dicho de otro modo: saber qué tenemos de sobra y qué nos falta.

"Se advierte que la población española tiene una ingesta deficitaria de vitamina D"

Por desgracia, en estos locos tiempos que nos está tocando vivir, nuestra alimentación no es tan completa como solía ser (y en muchos casos, incluso en los buenos tiempos no es que fuese la repera) y estos riesgos que ya sufríamos se ven exacerbados. Por ello, aquí está la lista de las deficiencias nutricionales más comunes en la dieta de los ciudadanos españoles:

Vitamina D

Es una de la que más hablamos. Esto se debe a que es, con diferencia, la más difícil de conseguir. Muy pocos alimentos la contienen en cantidad suficiente y, aunque también podemos metabolizarla gracias al efecto de los rayos solares en nuestra piel, esto solo surte efecto en meses muy soleados, y tampoco lo hace con la eficacia ideal. "Se advierte que la población española tiene una ingesta deficitaria de vitamina D". Según la encuesta ENIDE anteriormente mencionada, los españoles no vamos bien en lo que a vitamina D se refiere: "Se comprueba que no se alcanzan los niveles de referencia, en especial para los tramos de edad más avanzados, en concreto en mujeres entre 45 y 65 años, donde solo se observan ingestas del 19% de la cantidad diaria recomendada. Dado que las ingestas por debajo del 80% de la CDR son indicativo de deficiencia, se advierte que la población española tiene ingestas deficitarias de vitamina D".

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Foto: Unsplash/@wifecooky.

La pregunta que no podemos evitar hacernos ahora es: ¿cómo podemos evitarlo? Decíamos más arriba que no hay una gran cantidad de comidas ricas en vitamina D, por lo que tiende a suplementarse con complementos alimentarios. De todos modos, si queremos hacerlo a la 'vieja usanza', estas son las comidas que más contienen:

  • Aceite de hígado de bacalao. La línea divisoria entre lo que es complemento alimentario y lo que es comida está muy borrosa en este caso. Una cucharada sopera contiene el 227% de la cantidad diaria recomendada, según la base de datos de composición de alimentos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA).
  • Pescado azul. Ya sabíamos que era muy nutritivo. Sus grasas, aunque abundantes, son buenas para nuestra salud cardiovascular, como ya se ha demostrado con anterioridad. Pero también podemos recurrir a caballas, salmones, sardinas y truchas para suplir nuestra carencia de vitamina D. Por ejemplo, como explican desde el USDA, 85 gramos de salmón (cocinado) contienen el 75% de la CDR, lo que está más que bien.
  • Huevos. En el caso de que no soportemos los productos marinos, nuestra única opción será echar mano de este producto avícola. Da igual que nos hinchemos a claras, pues la vitamina D solo se encuentra en la yema. Esta parte del huevo, al menos en un ejemplar grande, contiene el 7% de la CDR, lo que no es demasiado, pero es aceptable.

Yodo

Este elemento es fundamental para el correcto funcionamiento de nuestra glándula tiroides, una de las más importantes de nuestro organismo. Su deficiencia produce una enfermedad llamada bocio (aunque no es su única causa), que consiste en un crecimiento descontrolado de la glándula. Las hormonas tiroideas, que controlan en gran medida nuestro metabolismo, se basan en el yodo, con lo que su deficiencia también afecta al resto de reacciones químicas que tienen lugar en nuestro organismo.

Según la encuesta ENIDE, "el déficit de yodo se considera un problema sanitario grave en nuestro país, especialmente en mujeres en edad fértil". Según este informe, dependiendo del género y la edad de la población, el porcentaje con deficiencia de yodo oscila entre el 21% y el 34%.

Pero otro problema que tiene este nutriente es la dificultad que tenemos para obtenerlo. Los alimentos realmente ricos en este nutriente son escasos y todos tienen una procedencia marina. Por ejemplo, el alimento que mayor cantidad de yodo contiene es el kelp (una serie de 'algas' -que en realidad no lo son- de las que la kombu forma parte). Según un estudio publicado por los investigadores Theodore T. Zava y David T. Zava, del ZRT Laboratory, en Estados Unidos, un único gramo de alga kombu contiene 2.353 microgramos de yodo, un 1.568% de la CDR.

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Foto: Unsplash/@brandialxndra.

De todos modos, no es el único alimento rico en este micronutriente. También destacan:

  • Bacalao (100 gramos): 77% de la CDR.
  • Yogur (245 g): 50% de la cantidad diaria recomendada.
  • Huevos (1): 16% de la CDR.

Por último, una de las mejores fuentes de este mineral es la sal, pero no cualquiera vale. Más de una vez habremos visto a la hora de comprar el típico 'saco' de 1 kg que pone 'sal yodada'. Básicamente es sal enriquecida, porque el aumento de este elemento no altera su sabor y se une muy bien a este condimento. Se popularizó su consumo ya en el siglo pasado debido a que la carencia de yodo en la población europea era muy preocupante. Si sustituimos nuestra sal corriente por la versión más nutritiva, nos estaremos haciendo un favor.

El problema es que, según el profesor Henry Völzke, de la Universidad de Greifswald, en Alemania, que es coordinador del proyecto EUTHYROID, "en Europa, tan solo el 27% de los hogares tiene acceso a sal yodada, dejando a unos 350 millones de ciudadanos expuestos a la deficiencia de este mineral y sus consecuencias". Según el profesor, legislar es lo más importante: "Las políticas de fortificación con yodo voluntarias no están funcionando y la industria recibe mensajes contradictorios. Necesitamos unos niveles controlados de yodo en toda la sal (la de mesa, la de la industria alimentaria y la de la industria ganadera). Sin restricciones. Nececesitamos legislación".

Hierro

Su carencia es la causa principal de la anemia. Este metal es necesario para nuestra sangre, dado que se une a la hemoglobina para conferir a los glóbulos rojos la capacidad de transportar oxígeno, el gas de la vida. Según un informe publicado por la Organización Mundial de la Salud, el 25% de la población mundial tiene insuficiencia de este nutriente, y eso es un gran problema. De todos modos, es menos común en los países desarrollados debido a la mayor ingesta de carne. Esto se debe a que existen dos tipos de hierro alimentario:

  • Hierro 'hemo'. Solo se encuentra en alimentos de origen animal, principalmente en la carne roja. Como se explica en un estudio de Adrian R. West y Phillip S. Oates, de la Universidad del Oeste de Australia, se encuentra en la hemoglobina (el pigmento rojo de las células sanguíneas, que está cargado de este metal). Es el que es más fácil de absorber por parte de nuestro organismo, dado que se encuentra en la misma forma en la que lo vamos a utilizar.
  • Hierro 'no hemo'. Es el que se halla en los alimentos vegetales. Aunque muchas de estas comidas son extraordinariamente ricas en este nutriente, para nuestro cuerpo es más difícil procesarlo y utilizarlo, por lo que repercutirá menos en nuestra salud.
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Foto: Unsplash/@victoriakosmo.

Aquellas personas que no comen carne, como veganos y vegetarianos, son un grupo en riesgo de padecer deficiencia de hierro debido a que el único que consumen es el 'no hemo'. Así se ha probado en diferentes estudios, entre los que destaca uno de los investigadores A. Waldmann, J. W. Koschizke, C. Leitzmann y A. Hann, de la Universidad de Hannover, en Alemania. En este trabajo científico se especifica que, a pesar de que las mujeres veganas que formaban el grupo de estudio consumian cantidades diarias de hierro superiores a las recomendadas de forma diaria, el 40% de ellas sufría deficiencia de este micronutriente, lo que implica que "deberían seguir un control más estricto y, en caso necesario, tomar suplementos alimentarios".

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Según los National Institutes of Health (NIH) estadounidenses (algo así como nuestro Ministerio de Sanidad), los alimentos que más hierro contienen son los siguientes (100 gramos de cada uno):

  • Ostras: 51% de la cantidad diaria recomendada (CDR).
  • Judías blancas: 50% de la CDR
  • Hígado de ternera: 44% de la CDR
  • Lentejas (50 g): 20% de la CDR.
  • Sardinas: 15% de la CDR.
  • Guisantes: 14% de la CDR.

Como si fueran pocos los problemas a los que nos enfrentamos en plena crisis coronavírica, ahora resulta que también debemos preocuparnos de nuestra alimentación más que nunca. Hace algunos días hablábamos de cómo es esencial consumir ciertos alimentos que contienen micronutrientes (sustancias que necesitamos en cantidades inferiores a un gramo) que son capaces de mejorar nuestras defensas o simplemente (y fundamentalmente) hacerlas funcionar. El problema es que no son solo nuestros glóbulos blancos y demás células dispuestas a protegernos de invasores las que son fundamentales, sino todas las demás, desde las que hacen que nos crezcan las uñas hasta las que son responsables del latido de nuestro corazón.

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