Conejo: la carne más barata, rica y desaprovechada de España
A pesar de que no pasa por su mejor momento, pues su consumo ha descendido, nos estamos perdiendo una carne blanca sin grasas y con muchas proteínas. Que no falte en tu despensa
El vocablo Hispania significa 'tierra de conejos' en fenicio. Incluso en época de Adriano nuestra península era representada con la figura de una dama sentada con un conejo a sus pies. Es innegable que a día de hoy estos animales continúan correteando por nuestros campos, aunque indudablemente en menor número que durante la época romana. Por lo tanto, parece más que lógico que la carne de estos raudos animales haya formado parte de nuestra dieta desde tiempos inmemoriales. De hecho, el conejo tiene todo para que nos volquemos en su consumo: una carne blanca, sin apenas grasas y cuyo perfil nutricional merece que, como rezaba aquel anuncio de champiñones de los años 90, le hagamos un buen rincón. Más bien una habitación entera.
Un gran compendio de propiedades
“La carne de conejo tiene un alto contenido de vitaminas B3, B6 y B12. Una ración de carne de conejo aporta más del 100% de la cantidad diaria recomendada de vitamina B3, casi el 40% de vitamina B6 y el triple de las necesidades de vitamina B12”, explican en la web puesta en marcha por Intercun, la Organización Interprofesional para impulsar el Sector Cunícula, con el objetivo de promover su consumo.
El hecho de que el conejo rebose vitamina B12 es un buen reclamo. Cabe recordar que, según un estudio publicado en la revista 'Journal of The American Medical Association', las personas que han tomado prácticamente a diario inhibidores de la bomba de protones -es decir, omeprazol y otros protectores gástricos- durante dos o más años presentan hasta un 65% más de probabilidades de sufrir déficit de vitamina B12. Esta carencia puede comportar problemas de demencia, daño neurológico o anemia, entre otras posibles dolencias.
Más razones para pasarnos a su carne es su contenido en fósforo, selenio y potasio. Por su parte, los hipertensos pueden lanzarse sin miedo a su consumo dado su bajo aporte de sodio. Otro de los caballos de batalla de los grandes consumidores de carne es el ácido úrico y tampoco hay que perder de vista las purinas. Afortunadamente, la carne de conejo carece de estos problemas. Además, las dietas de adelgazamiento o simplemente la apuesta por una alimentación sana no pueden perderse este tipo de carne blanca ligera y digestiva, pues 100 gramos de conejo no sobrepasan las 140 calorías.
De hecho, en su calidad de carne blanca, es una de las primeras que se recomiendan, junto a la de pollo, a los bebés de 6 o 7 meses de edad, que es cuando se suele incorporar la alimentación complementaria. No obstante, muy pocos padres reparan en ella a la hora de preparar la comida de sus pequeños y mucho menos la industria de la alimentación ofrece potitos elaborados a partir de carne de conejo.
Una ración aporta más del 100% de la cantidad diaria de vitamina B3 y el triple de vitamina B12
En definitiva, estamos ante una de las carnes más saludables del mercado, pero a la que prestamos una atención esporádica o casi anecdótica. Aunque es cierto que tenemos platos muy arraigados en nuestra dieta como la paella de arroz con conejo, que nos permiten degustarlo con fruición y sacarlo del ostracismo.
Por lo tanto, a pesar de sus incontables méritos, el consumo de carne de conejo vive sus horas más bajas. En este sentido, hemos pasado en apenas una década de las 63.872 toneladas del año 2008 hasta las 56.049 toneladas consumidas en 2016, según datos aportados por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. Una tendencia que tratan de revertir desde Intercun, que aglutina al 8% de los productores de carne de conejo de España y el 70% de las empresas de transformación y comercialización.
"Si haces deporte, carne de conejo"
Para difundir sus bondades entre la población, están desarrollando desde el año pasado diversas acciones tanto en televisión como en las redes sociales. Su apuesta evangelizadora también tiene en cuenta a los carniceros y hosteleros, a los que dirigen una serie de cursos de formación. Una de esas campañas, titulada 'Si haces deporte, carne de conejo', ha contado con el chef español Paco Roncero que, además, es un gran aficionado al deporte. De esta manera, se pretende informar a aquellos que practican ejercicio físico de una de las grandes virtudes de la carne de conejo: la abundancia de proteínas, indispensables para el desarrollo muscular.
En cualquier caso, desde la página web de Intercun, nos proporcionan recetas en abundancia para que los pretextos para no consumirla desaparezcan de una vez por todas. Una de ellas es la del conejo al ajillo con patatas. Para los que hayan decidido hacer un hueco al conejo en su dieta diaria, aquí van los pasos para su preparación:
Ingredientes:
- 1 conejo de 1-1,5 kg
- 1 cabeza de ajos
- 3 patatas grandes
- 1 cucharada de perejil fresco picado
- 6 cucharadas de aceite de oliva
- 1 cucharada de vinagre
- Pimienta negra
- Sal
Elaboración:
Ponemos una cacerola al fuego con un chorro de aceite de oliva. Nos servirá para dorar los ajos sin pelar. Una vez listos, los retiramos e incorporamos el conejo debidamente troceado y salpimentado. Podemos cortarlo nosotros o pedirle al carnicero que lo haga. Subimos el fuego y vamos dorando el conejo de manera uniforme. Después volvemos a agregar los ajos, vertemos el vinagre, tapamos la cacerola y volvemos a bajar el fuego que -recordamos- teníamos alto.
Mientras se hace, pelamos las patatas, las cortamos en cuadrados y las freíamos en una sartén aparte con el correspondiente aceite de oliva. Una vez concluido, escurrimos el aceite sobrante y salpimentamos. Las agregamos a la cazuela donde estamos cocinando el conejo. Una vez listo todo, lo servimos caliente, acompañado con las patatas y le espolvoreamos el perejil que hemos picado previamente.
El vocablo Hispania significa 'tierra de conejos' en fenicio. Incluso en época de Adriano nuestra península era representada con la figura de una dama sentada con un conejo a sus pies. Es innegable que a día de hoy estos animales continúan correteando por nuestros campos, aunque indudablemente en menor número que durante la época romana. Por lo tanto, parece más que lógico que la carne de estos raudos animales haya formado parte de nuestra dieta desde tiempos inmemoriales. De hecho, el conejo tiene todo para que nos volquemos en su consumo: una carne blanca, sin apenas grasas y cuyo perfil nutricional merece que, como rezaba aquel anuncio de champiñones de los años 90, le hagamos un buen rincón. Más bien una habitación entera.
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