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Lo que le pasa a tus hijos en la tripa afecta a su comportamiento
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gastroenterología y psicología

Lo que le pasa a tus hijos en la tripa afecta a su comportamiento

Las enfermedades gastrointestinales, o mejor dicho, sus síntomas, son un gran contratiempo apara todo y cada uno de nosotros. El problemas es que en los más pequeños puede acabar en autolesiones o problemas de atención

Foto: Foto: Unsplash/@mparzuchowski
Foto: Unsplash/@mparzuchowski

"Somos lo que comemos", la famosa frase normalmente atribuida al filósofo alemán Ludwig Feuerbach (aunque originalmente escrita por Anthellme Brillat-Sabarin en su libro 'Fisiología del Gusto', publicado 50 años antes) es una de las primeras referencias a la relación entre nuestra alimentación y nuestra psicología. Cierto es que existen diferentes traducciones que alteran el significado de la frase, como "el hombre es lo que come", que podrían hacer referencia a una relación del ser humano con su entorno (y su evolución), más que a la del individuo en sí.

Sea como sea, en los últimos 50 años hemos descubierto, gracias a la ciencia, que nuestra alimentación sí que tiene una consecuencia directa en nuestro cuerpo y en nuestra mente. Sin ir más lejos, casi todos nosotros conocemos a alguien que tras haber realizado un cambio sustancial en su dieta reconoce haber sufrido cambios que no son del todo lógicos. Un ejemplo de esto es un individuo que se ha hecho vegano y dice pensar mejor o estar más concentrado y alerta. Entre las consecuencias científicamente probadas de este régimen, no se encuentra la mejora de la percepción o del funcionamiento del cerebro, pero ya sea realidad o un simple efecto placebo, la alimentación sí que juega un papel en sus capacidades psicológicas.

"Tanto los pediatras como los padres deben ser conscientes de la alta tasa de enfermedades gastrointestinales en los niños"

De todos modos, es cierto que existe una misteriosa, poco comprendida y estrecha relación entre el sistema digestivo de los seres humanos y nuestro cerebro. Esta puede deberse al conocido como 'cerebro primigenio' (una serie de concentraciones nerviosas en nuestro sistema digestivo). Por eso se cree que determinadas enfermedades neurodegenerativas como la de Parkinson tienen su origen en nuestro intestino. Ahora, nuevos avances científicos ponen de manifiesto que las enfermedades gastrointestinales podrían tener grandes repercusiones en la mente de los seres humanos, en especial en la de los más pequeños.

Investigadores de la University of California Davis Heath han publicado un estudio en el que describen que determinados problemas de salud gástrica en niños preescolares como la diarrea, el estreñimiento o la hinchazón están relacionados con los problemas para dormir, las autolesiones y los problemas conductuales. Además, como si esto fuera poco, los investigadores detallan que estos efectos se multiplican en niños que, además, padecen autismo.

placeholder Foto: Unsplash/@caleb_woods
Foto: Unsplash/@caleb_woods

Lo explica la autora principal del estudio, la profesora de pediatría Bibiana Restrepo: "Tanto los pediatras como los padres deben ser conscientes de la alta tasa de enfermedades gastrointestinales en los niños. Este estudio da a conocer la relación entre los síntomas de dichos problemas gástricos y algunas conductas problemáticas observadas en niños en edad preescolar".

Ciencia en estado puro

Para llevar el estudio a cabo los investigadores de la Universidad de California estudiaron a 384 niños con una edad comprendida entre los 2 y los 3 años y medio de edad. Tras realizar la selección de los sujetos de estudio, un grupo de pediatras especializados en autismo entrevistaron a cada uno de los tutores legales de los niños (normalmente sus padres). Les preguntaron cada cuanto sus hijos sufrían síntomas gastrointestinales como dificultad para tragar, dolor abdominal, diarrea, estreñimiento, vómitos o sangre en heces.

Tras llevar a cabo las entrevistas los investigadores separaron a los niños en dos categorías: los que sufrían a menudo uno o más síntomas en los últimos 3 meses y los que apenas los padecían. En ese momento, los psicólogos pediátricos analizaron el desarrollo mental, el comportamiento y la capacidad de adaptación de los niños de cada uno de esos grupos.

Tras analizar los resultados los investigadores descubrieron que los niños que presentaban ciertos síntomas vinculados a autismo eran 2,7 veces más propensos a sufrir trastornos gastrointestinales. De hecho, el 50% de los niños del estudio clasificados como autistas (255 de los participantes) presentaban problemas gástricos frecuentes, comparados en el 18% de los que no presentaban esta enfermedad.

Esto presenta un gran problema: la presencia de varios problemas gastrointestinales se asoció a una mayor dificultad para dormir, un nivel de atención disminuido y a problemas de conducta relacionados con actitudes autolesivas o violentas y también a las conductas repetitivas y limitadas tanto en los niños autistas como en los normales.

"Los problemas de conducta pueden ser una expresión del malestar estomacal en los niños preescolares", explica la profesora Christine Wu Nordahl. Y continúa: "Lo bueno es que los síntomas gastrointestinales se suelen poder tratar, por lo que es importante reconocerlos por parte de los padres. Esto podría suponer un gran respiro tanto para los niños como para sus padres".

"Somos lo que comemos", la famosa frase normalmente atribuida al filósofo alemán Ludwig Feuerbach (aunque originalmente escrita por Anthellme Brillat-Sabarin en su libro 'Fisiología del Gusto', publicado 50 años antes) es una de las primeras referencias a la relación entre nuestra alimentación y nuestra psicología. Cierto es que existen diferentes traducciones que alteran el significado de la frase, como "el hombre es lo que come", que podrían hacer referencia a una relación del ser humano con su entorno (y su evolución), más que a la del individuo en sí.

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