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El aceite de palma, un aliado inesperado de tu inmunidad
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Efecto en el hígado

El aceite de palma, un aliado inesperado de tu inmunidad

Aunque su abundancia en ácidos grasos saturados lo convierte en una grasa poco recomendable, es rico en vitamina E, que contiene unos compuestos capaces de estimular la inmunidad y la expresión de genes protectores

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Ha pasado de imprescindible de la industria alimentaria a ser el villano que todos quieren eliminar. La caída en desgracia ha sido paulatina; la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), en su informe 'Dietas, nutrición y prevención de enfermedades crónicas', presentado en 2003, apuntaba directamente al palmítico -junto con el mirístico, ambos presentes en el aceite de palma- como el principal ácido graso saturado que eleva el colesterol total y el LDL (el malo).

La UE estableció la obligatoriedad de que, a partir de 2014, las etiquetas nutricionales especificasen qué aceite hay tras el genérico 'grasa vegetal'

La omnipresencia del aceite de palma en los alimentos procesados empezó a quedar al descubierto en 2011, cuando el Diario Oficial de la Unión Europea estableció la obligatoriedad de que, a partir de diciembre de 2014, las etiquetas nutricionales debían especificar qué aceite hay detrás del genérico ‘grasa vegetal’. Y en abril de 2017, la Comisión Europea pidió reducir su consumo por cuestiones medioambientales, un argumento que se enriqueció con pruebas sobre sus consecuencias en la salud humana. El resto de la historia es bien conocido.

Sin embargo, los científicos recalcan que no es un ingrediente ‘venenoso’, pero sí que hay que limitar su consumo. En eso está la industria de la alimentación y son muchas las marcas que esgrimen la ausencia de aceite de palma como un rasgo saludable de sus productos.

Genes protectores

Ahora bien, como pasa en casi todo, entre el blanco y el negro hay una amplia gama de grises, y en esa composición nutricional en la que predominan los ácidos grasos saturados también hay una alta cantidad de vitamina E (21,7 mg), como recoge la Base de Datos Española de Composición de los Alimentos (Bedca), más que el aceite de oliva virgen extra (18,3 mg) y casi el doble que un oliva normal (12 mg).

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La vitamina E, como hemos contado en Alimente, es un potente antioxidante, por lo que es uno de los talismanes antiaging, además de beneficiar la salud cardiovascular, la fertilidad y mejorar la inmunidad, entre otras propiedades.

Precisamente, estas propiedades son las que han explorado un grupo de investigadores de Malasia (el segundo productor mundial de aceite de palma) y Libia. En concreto, los científicos se han centrado en los tocoferoles y tocotrienoles, unos compuestos de la vitamina E. Los tocoferoles han sido objeto de numerosos estudios, no así los tocotrienoles, de los que no se conoce mucho y por ello el equipo asiático se ha centrado en sus efectos.

Efectos probados 'in vivo'

Para ello, han estudiado su efecto en células hepáticas de ratones y se han fijado en la expresión de genes regulados por la proteína Nrf2, involucrada en los mecanismos de defensa celular. "Nuestro trabajo es el primero 'in vivo' sobre el efecto de los tocotrienoles en el paso de Nrf2 al material genético del núcleo de las células”, indica Azman Abdullah, del Departamento de Farmacología de la Universidad Kebangsaan (Malasia), y coautor del estudio, que se ha publicado en la revista 'Current Pharmaceutical Biotechnology'.

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Foto: Unsplash/@vaun0815.

Esa ‘ocupación’ de la proteína Nrf2 en las células hepáticas depende de la dosis de tocotrienol y es funcionalmente relevante. "El efecto máximo en el hígado se produce 60 minutos después de administrar el extracto de palma”, detalla Abdullah, y el aumento de esa proteína se asocia con la expresión de genes regulados por ella [genes que protegen del efecto de los radicales libres y, por tanto, frente a enfermedades cardiovasculares, cáncer, etc ]".

Los científicos señalan que el aceite de palma es una fuente barata de vitamina E, que desempeña un papel beneficioso sobre el sistema inmunológico, tiene actividad antioxidante y anticancerígena, además de proteger a las células. Por todo, confían en que sus hallazgos abran la puerta a tratamientos fácilmente accesibles para numerosas enfermedades.

Ha pasado de imprescindible de la industria alimentaria a ser el villano que todos quieren eliminar. La caída en desgracia ha sido paulatina; la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), en su informe 'Dietas, nutrición y prevención de enfermedades crónicas', presentado en 2003, apuntaba directamente al palmítico -junto con el mirístico, ambos presentes en el aceite de palma- como el principal ácido graso saturado que eleva el colesterol total y el LDL (el malo).

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