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Mitos y realidades sobre la margarina: ¿es perjudicial para la salud?
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animal vs. vegetal

Mitos y realidades sobre la margarina: ¿es perjudicial para la salud?

Se usa como alternativa a la mantequilla por su menor contenido en grasas saturadas. Pero sus componentes pueden ser incluso más peligrosos que los del producto original

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La margarina, uno de los productos más habituales de nuestra gastronomía, fue creada por el químico francés Hippolyte Mége-Mouriés en 1869 con el objetivo de ofrecer al consumidor una alternativa más barata y fácil de conservar que la mantequilla, su principal competidor hasta la fecha. Aunque su aparición en el mercado fue muy bien acogida, no fue hasta la Segunda Guerra Mundial cuando el éxito más fulgurante llamó a su puerta. ¿El motivo? Al ser un alimento rico en lípidos aportaba la energía necesaria a las tropas y a los ciudadanos que debían afrontar tan sangrienta contienda.

Sin embargo, con el paso de los años, esta popularidad cayó en picado. Tras ser durante décadas la alternativa saludable a la mantequilla, debido a su origen vegetal y al no contener un nivel tan alto de grasas saturadas, en los años 80 se descubrió que su proceso de elaboración también fomentaba la aparición de grasas trans, convirtiéndose en un producto mucho más perjudicial que aquel al que se enfrentaba en los hogares de medio mundo. Este revuelo provocó que las marcas modificaran el proceso de elaboración y limpiaran la imagen del que hasta ahora había sido un alimento estrella.

La grasa de la mantequilla engorda lo mismo que la de la margarina, solo depende del porcentaje

Lamentablemente, el consumidor quedó marcado por este suceso, dando lugar a un sinfín de bulos y datos falsos sobre la margarina, trasladándola así hasta el ostracismo. Bajo esta premisa, ¿es la margarina más saludable que la mantequilla?

Dos grasas enfrentadas

Tal y como expone la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), es imposible determinar cuál de las dos opciones es más beneficiosa para nuestra salud, pues cada una tiene sus propios nutrientes, fundamentales para el organismo. Pero ¿a qué clase de alimentos nos enfrentamos? La mantequilla se obtiene de la leche de distintas especies de animales y contiene hasta un 20% de agua y un 80% de grasas. Por su parte, la margarina está hecha a base de aceites vegetales, principalmente aceite de girasol, que son sometidos a un procesamiento que obtiene una grasa sólida a partir de una líquida.

placeholder Foto: iStock.
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En cuanto a la comparación entre ambas, “la grasa de la mantequilla engorda exactamente lo mismo que la de la margarina. Por tanto, si los dos productos llevan el mismo porcentaje de grasa, engordan igual”, expone dicho organismo. En cambio, “en términos de contenido de ácidos grasos (saturados, monoinsaturados y polinsaturados), a causa de la utilización de materias grasos vegetales, las margarinas son siempre más ricas en ácidos grasos mono y polinsaturados que la mantequilla, cuyos ácidos grasos son mayoritariamente saturados”, añade. Por lo tanto, la recomendación de los expertos es hacer un consumo equilibrado de ambos productos. No obstante, a pesar de esta información, muchas personas siguen creyendo los mitos que aún empañan la imagen de la margarina.

Mitos sobre la margarina

  • En primer lugar, como acabamos de ver, la margarina ha sido considerada un alimento perjudicial para la salud. Sin embargo, un consumo moderado puede proporcionarnos vitaminas A, D y E, y ácidos grasos omega 3 y omega 6. Nutrientes que también es posible encontrar en la mantequilla.
  • ¿La margarina es una molécula de plástico? Esta pregunta ha estado muchos años en la mente del consumidor, que piensa que la margarina es sintética. Nada más lejos de la realidad, esta se elabora con aceites vegetales que deben superar un proceso de transformación para ser untables. El mismo que atraviesan otros alimentos, como el yogur o la cerveza, sin caer en este prejuicio.
  • Otra de las creencias que todavía perjudican la imagen de la margarina es su impacto en la salud del corazón, pero “la sustitución de la mantequilla por la margarina ayuda a controlar los niveles de colesterol, con lo que se favorece la salud cardiovascular, siempre y cuando sea en el marco de una alimentación cardiosaludable”, explican desde Unilever, multinacional dedicada a la industria alimentaria.

La recomendación de los expertos es hacer un consumo equilibrado tanto de la margarina como de la mantequilla

  • Como hemos explicado anteriormente, la margarina ya no es una fuente rica en grasas trans, pues se ha conseguido la aplicación de nuevas formas de elaboración que reducen su presencia a menos del 1% de su composición. Una cifra que puede variar en función de la empresa o el producto.
  • Ante la disyuntiva que aquí se presenta, muchas personas optaron por eliminar las grasas de su dieta diaria, creyendo que se trata de un compuesto sumamente perjudicial para la salud. Pero la realidad es otra, pues las grasas son necesarias para que nuestro organismo lleve a cabo diversas funciones. Además, no todas son nocivas, las grasas insaturadas, entre las que se encuentran las grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas -presentes en algunos aceites vegetales-, son un buen ejemplo de ello, pues ayudan a bajar los niveles de colesterol LDL; al contrario que las grasas saturadas o las grasas trans.

Una vez expuesta toda esta información, es importante recordar que, a pesar de que existen muchos bulos alrededor de ella, la margarina debe consumirse siempre con moderación, al igual que la mantequilla. “Por su elevado contenido en grasa, mantequilla o margarina no son alimentos que debamos consumir habitualmente, pero de ahí a lo que afirman los bulos, va mucha diferencia. Te recomendamos optar por grasas más saludables, como el aceite de oliva o girasol, las contenidas en los frutos secos o el pescado azul, mejores para tu corazón”, concluyen desde la OCU.

La margarina, uno de los productos más habituales de nuestra gastronomía, fue creada por el químico francés Hippolyte Mége-Mouriés en 1869 con el objetivo de ofrecer al consumidor una alternativa más barata y fácil de conservar que la mantequilla, su principal competidor hasta la fecha. Aunque su aparición en el mercado fue muy bien acogida, no fue hasta la Segunda Guerra Mundial cuando el éxito más fulgurante llamó a su puerta. ¿El motivo? Al ser un alimento rico en lípidos aportaba la energía necesaria a las tropas y a los ciudadanos que debían afrontar tan sangrienta contienda.

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