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Pierdes más tripa si comes más grasa y menos carbohidratos
  1. Nutrición
Resistencia a la insulina

Pierdes más tripa si comes más grasa y menos carbohidratos

Adelgazar es difícil y los kilos no siempre se van de donde deben. Si lo que importa es ganar salud, hay que perder cintura y elegir la dieta adecuada aumenta las posibilidades de éxito. Mismas calorías, pero otro reparto de nutrientes

Foto: Foto: iStock.
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Mantener un peso adecuado -no el que desearíamos fruto de la presión social por la imagen, sino el que previene la aparición de multitud de trastornos (problemas articulares, hormonales, circulatorios, etc)- es muy difícil, pero deshacernos del exceso de kilos, aunque solo sea de unos pocos, es misión casi imposible. La prueba irrefutable es la ingente cantidad de investigación que existe en torno a la obesidad y el sobrepeso, que es uno de los grandes problemas de salud pública mundial desde hace décadas y para el que, de momento, no existe freno.

Lo más importante es el perímetro abdominal, porque es un escaparate de la grasa que recubre los órganos internos

Pero no hay que desesperar, y pequeñas pérdidas se traducen en enormes beneficios. Por ejemplo, desprenderse de tan solo el 5% del sobrepeso tiene una importante repercusión en diferentes funciones metabólicas, caso de la sensibilidad a la insulina, como encontró una investigación del Centro de Nutrición Humana de la Universidad de Washington.

Ahora bien, no tiene la misma importancia, hablando en términos de salud metabólica y cardiovascular, perder grasa de una parte del cuerpo que de otra. Ya se sabe que lo importante es el perímetro abdominal, porque es un escaparate de lo que pasa en los órganos internos, concretamente de la grasa que los recubre. Por ello, los médicos consideran que la medida de la cintura es mejor indicador del riesgo cardiometabólico que el famoso índice de masa corporal.

Reparto de nutrientes, mismas calorías

Entonces, reducir la medida de la cintura será la prioridad a la hora de adelgazar (si lo que buscamos es salud) y para este propósito no es lo mismo una dieta que otra. No es una cuestión tanto de calorías como de nutrientes, como han demostrado un equipo de nutricionistas y expertos en salud pública de la Universidad de Alabama en Birmingham (Estados Unidos), que han comprobado que una dieta baja en carbohidratos y alta en grasas se asocia a más pérdida de grasa central. Pero si lo que interesa es adelgazar de todo el cuerpo y reducir el peso, el resultado es el mismo con un régimen bajo en grasas y en calorías que uno bajo en carbohidratos.

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Foto: iStock.

En la investigación, publicada en la revista 'Nutrients', han participado 80 adultos de entre 45 y 75 años, una franja de edad en la que frecuentemente empiezan a aparecer las alteraciones cardiometabólicas que acarrean diabetes, hipertensión y enfermedad cardiovascular, y con un IMC superior a 25.

La dieta baja en carbohidratos, además de asociarse a una pérdida rápida de peso y conservación de masa muscular, es ideal para personas con resistencia a la insulina. El plan bajo en hidratos y alto en grasas diseñado para el estudio consistió en repartir la ingesta calórica en un 5% de hidratos de carbono, 30% proteínas y 65% de grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas. Los carbohidratos diarios no superaron los 20 g y 15 g de vegetales cocidos sin almidón. Las grasas saludables procedían de medio aguacate, aceitunas y aceite de oliva. A las 8 semanas, se aumentó la ingesta de hidratos hasta los 30 g y también se agregaron nueces.

En el caso de la dieta baja en grasas, el reparto fue de 63% de hidratos; entre 13 y 23% de proteínas y menos del 25% grasas. El valor energético de ambas dietas fue de 1.200 a 1.600 calorías.

Cambios en la forma del cuerpo

Después de 15 semanas de intervención, los autores confirman: “Observamos una mayor reducción de la grasa androide y visceral en el grupo bajo en carbohidratos y alto en grasas, a pesar de que ambos grupos perdieron cantidades similares de peso y masa grasa corporal total”, y explican que esta pauta dietética “facilita la movilización de ácidos grasos específicamente de los depósitos centrales y viscerales, lo que puede aliviar el riesgo de enfermedad cardiometabólica relacionada con la edad en adultos”.

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Otro efecto es que reduce la secreción de insulina, y esto favorece el uso de los ácidos grasos para obtener la energía necesaria. Por el contrario, dicen los investigadores, “las dietas bajas en grasa retienen una mayor secreción de insulina, y ello conlleva mayor uso de la glucosa como combustible y más reservas de ácidos grasos en el tejido adiposo”.

El cambio en la composición corporal (esa pérdida de grasa visceral y de distribución androide) resultó más acentuada en los participantes que presentaban resistencia a la insulina, mientras que en los que tenían un buen funcionamiento de esta hormona el cambio no era tan visible.

A la vista de este trabajo, la opción está clara: menos hidratos (pan, pasta, almidón, etc) y más grasas saludables (frutos secos, AOVE, etc). Menos cintura y más salud.

Mantener un peso adecuado -no el que desearíamos fruto de la presión social por la imagen, sino el que previene la aparición de multitud de trastornos (problemas articulares, hormonales, circulatorios, etc)- es muy difícil, pero deshacernos del exceso de kilos, aunque solo sea de unos pocos, es misión casi imposible. La prueba irrefutable es la ingente cantidad de investigación que existe en torno a la obesidad y el sobrepeso, que es uno de los grandes problemas de salud pública mundial desde hace décadas y para el que, de momento, no existe freno.

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