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¿Qué alimentación debe llevar una persona que padece disfagia?
  1. Nutrición
Cómo abordarla

¿Qué alimentación debe llevar una persona que padece disfagia?

Diagnosticar la enfermedad y sus causas es complejo, ya que existe una carencia de información sobre la enfermedad. Sin embargo, es importante el estilo de vida

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El grupo de Educación en Salud para la ciudadanía de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) define la disfagia, también conocida como deterioro de la deglución, “es la dificultad para tragar que entorpece el paso de los alimentos líquidos y/o sólidos desde la boca hasta el estómago”. Se trata de una patología que abarca varias fases en función del área que atraviesa el bolo alimenticio (resultado al triturar los alimentos con los molares mediante la masticación).

La primera fase es oral y voluntaria y el sentido de la vista y el gusto influyen en la salivación, succión, masticación y propulsión del bolo alimenticio hacia la faringe. El resto del proceso al tragar e ingerir alimentos es involuntario. En la siguiente fase, denominada orofaríngea, la epiglotis sella la laringe y el bolo alimenticio continúa descendiendo hasta llegar a la última fase denominada esofágica, donde el peristaltismo (contracciones musculares del tubo digestivo) impulsa los alimentos hacia el estómago.

"El estilo de vida provoca una parte importante de casos de cánceres de cuello, boca y pulmón"

La prevalencia de la disfagia orofaríngea en España causa una enorme incertidumbre, ya que hay un gran desconocimiento en el diagnóstico de la enfermedad. Las cifras sitúan la prevalencia de la patología entre el 2 y 16% y resulta ser un trastorno muy infradiagnosticado, debido principalmente a la falta de estudios epidemiológicos y a la carencia de registro en los niveles asistenciales sanitarios.

Las alteraciones en el resto de fases de la disfagia son mínimas, ya que los problemas en esta segunda etapa abarcan el 80% de las disfagias. Determinar las causas es complejo porque al trabajar se utilizan varios músculos y nervios. La Clínica Mayo señala que cualquier afección que los debilite o dañe o cualquier estrechamiento de la parte posterior de la garganta o el esófago puede provocar el desarrollo de la enfermedad.

Entre los síntomas más frecuentes destaca el babeo, la existencia de restos de comida en la boca, tos mientras se come, sensación de ahogo, regurgitación nasal, arcadas, dolor al tragar o atragantamiento. La pregunta que se hacen ahora los expertos es: ¿se puede prevenir la disfagia? ¿Cómo se puede abordar?

Lo que debes saber

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Esta afección suele ser más frecuente en la población adulta y generalmente guarda relación con transgresiones dietéticas o fármacos. Uno de los factores de riesgo de esta patología son los hábitos. La SEMI asegura que el estilo de vida provoca una parte importante de los casos de cánceres de cuello, boca y pulmón o de las enfermedades cardiovasculares y metabólicas.

Seguir una dieta equilibrada, realizar ejercicio físico regular y evitar los malos hábitos como el abuso de alcohol o el consumo de tabaco son algunos de los consejos emitidos por la asociación para reducir la probabilidad de sufrir este tipo de patologías.

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Si, por el contrario, ya sufres la enfermedad, la institución explica los tres pasos que debes seguir:

  • Dedicar tiempo al momento de comer, masticar lo suficiente, con tranquilidad, prestar atención a la deglución, evitar alimentos ambientales de distracción y no hablar mientras se come.
  • La posición en la que se ingieren los alimentos también es importante para no empeorar la situación. Es aconsejable sentirse cómodo y evitar estar acostado.
  • El asesoramiento nutricional a manos de un experto debe ir acompañado de cuidados dirigidos a prevenir el riesgo de atragantamiento rebajando el volumen de la comida, la viscosidad de los líquidos y las texturas de los sólidos y convertirlos en purés o hacerlos fácilmente masticables. En este sentido, es importante reconocer cuándo no será posible una nutrición plena y considerar la posibilidad de implementar suplementación nutricional.

Los alimentos que sí y que no

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Lo primero que debe saber la persona que sufre disfagia es que debe adaptar la textura de los alimentos sólidos y de los líquidos para evitar atragantamientos y broncoaspiraciones de comida que pueden acabar provocando infecciones pulmonares. Además, se debe garantizar al mismo tiempo la variabilidad de los alimentos haciendo que la dieta sea lo más completa posible.

Algunos de los alimentos recomendados por los expertos son los zumos espesos, sorbetes, gelatinas, mantequillas, quesos cremosos y suaves, yogures, tortillas, huevos revueltos, panes, en general las pastas y sopas, verduras enlatadas, patatas gratinadas, hervidas o al horno o las frutas enlatadas, suaves, sin pepitas ni piel. En el caso de la carne, lo mejor es que sea picada o en forma de salsas y el pescado suave y sin espinas.

No se aconseja el agua, los zumos finos, la leche o el café. De la misma forma, el consumo de queso fundido o caliente, huevos con poca consistencia, galletas, cereales, arroz, verduras crudas o muy fibrosas, patatas fritas, frutas crudas, carnes y pescados secos, pasteles, galletas y frutos secos está contraindicado. Además, se deben evitar las bebidas alcohólicas y gaseosas.

El grupo de Educación en Salud para la ciudadanía de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) define la disfagia, también conocida como deterioro de la deglución, “es la dificultad para tragar que entorpece el paso de los alimentos líquidos y/o sólidos desde la boca hasta el estómago”. Se trata de una patología que abarca varias fases en función del área que atraviesa el bolo alimenticio (resultado al triturar los alimentos con los molares mediante la masticación).

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