Come de esto hasta hartarte y conseguirás tener el hígado muy sano
La cuarta parte de la población sufre problemas hepáticos y muchos casos se deben a una dieta inadecuada. Los polifenoles, presentes en muchísimos alimentos, son verdaderos escudos contra esas enfermedades
Desde hace 9 meses no hay otra cosa que no sea covid-19. Desde luego que la pandemia y sus consecuencias están, inevitablemente, omnipresentes en nuestras vidas, pero esto no significa que no tengamos que ocuparnos de otros muchos problemas de salud, que también afectan a millones de personas en todo el mundo y con el agravante de que son crónicos, con lo que a la larga sus consecuencias son tan devastadoras como las del SARS-CoV-2.
Las autoridades sanitarias deberían promover el consumo de alimentos ricos en polifenoles para reducir la carga de la enfermedades hepáticas
La enfermedad de hígado graso no alcohólico (EHGNA) es uno de esos grandes problemas, por su dimensión (la padecen hasta el 25% de los adultos en todo el mundo) y por su posible evolución hacia formas más graves (cirrosis, fibrosis, etc) potencialmente mortales.
En Alimente nos hacemos eco de todas las nuevas informaciones que llegan sobre la EHGNA. Hemos contado que su desarrollo depende en buena medida de nuestro estilo de vida y, en consecuencia, prevenirla también está en nuestras manos (dieta sana, ejercicio y evitar el consumo de alcohol, drogas y algunos fármacos son los ‘básicos’ de salud). Sin embargo, no toda la responsabilidad es individual y las autoridades sanitarias deben promover estrategias que fomenten la adhesión hacia costumbres saludables.
Las caras del problema
Este mismo argumento expone un equipo de científicos del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Hepáticas y Digestivas (CIBER Rehd), en Bizkaia, y de la Universidad del País Vasco, que acaba de publicar en la revista ‘Nutrients' una exhaustiva revisión del efecto de los diferentes polifenoles en las enfermedades hepáticas, que incluyen la cada vez más prevalente EHGNA, pero también insuficiencia hepática, daño hepático causado por fármacos (afecta a 14 por 100.000 habitantes en todo el mundo) o por el alcohol (el 90% de los bebedores habituales tiene grasa en el hígado y el 30% cirrosis).
La mayoría de estos productos son muy accesibles, por ello los científicos defienden: "Las autoridades deberían fomentar su consumo, lo que podría reducir la carga socioeconómica de las enfermedades hepáticas”.
No todos los polifenoles son iguales
Los investigadores destacan que existe suficiente evidencia científica sobre las propiedades beneficiosas de los polifenoles en el hígado y los trastornos asociados. Algunos de esos efectos se derivan de sus propiedades antioxidantes, influyen en el metabolismo de las grasas y de la insulina, son antiinflamatorios y actúan también sobre el peso corporal.
Pero no todos los polifenoles son iguales. Los científicos vascos han identificado 5 tipos -estilbenos, flavonoides, ácidos fenólicos, lignanos y curcuminoides- y, dentro de cada grupo, los compuestos más relevantes, qué efecto ejercen sobre el hígado y dónde se encuentran. Aunque en su mayoría son de origen vegetal, también están presentes en los pescados o en el chocolate y hasta en la carne. La lista es tan larga que resulta casi imposible no encontrar unos cuantos alimentos de los que nos podemos hartar de comer y, a la vez que nos damos el gusto, cuidamos nuestro hígado.
Estilbenos
Se hallan sobre todo en frutos rojos, uvas, cacahuetes y vino tinto. Este grupo de polifenoles está compuesto por resveratrol y sus compuestos derivados pterostilbeno (arándanos) y piceatannol (uvas y maracuyá).
Los ensayos clínicos con resveratrol en pacientes con EHGNA, cáncer de hígado y hepatitis han revelado que la suplementación dietética con él es eficaz para mejorar el perfil de marcadores inflamatorios en pacientes con enfermedad de hígado graso.
Flavonoides
Integran el grupo más grande de polifenoles y son los más abundantes en la dieta humana (están en casi todos los alimentos de origen vegetal y, en particular, en manzanas, bayas, cítricos, cebollas, vino tinto, uvas, té o aceite de oliva).
Hay seis subgrupos:
- antocianinas: arándanos, frambuesa, fresa, moras, cerezas y arroz negro.
- flavonoles: té verde, uvas, manzanas, chocolate negro y cacao.
- flavanonas: naranja, limón, menta y orégano.
- flavonoles: alcaparras, uvas, tomate, cebolla, brócoli, frijoles y vino. También incluye la miel, en la que se ha encontrado propiedades antitumorales.
- flavonas: perejil, apio, cebolla, brócoli, albahaca y manzanilla.
- isoflavonoides: soja y en alimentos y fórmulas a base de soja, nueces, guisantes y lentejas.
Ácidos fenólicos
Se encuentran en una gran variedad de alimentos de origen vegetal, semillas, pieles o frutas y hojas de hortalizas, granadas, arroz, trigo, avena o cereales, piña, café, alcachofa, frutos secos, aceitunas y aceite de oliva.
Lignanos
Pescado, cereales integrales, carne, semillas oleaginosas (como el lino o la soja), café, té vino y semillas de sésamo.
Curcuminoides
La curcumina es el compuesto principal y da nombre a este grupo. Este compuesto es el principal extracto de la hierba cúrcuma, con propiedades antiinflamatorias y antioxidantes. Se están desarrollando ensayos clínicos para evaluar su efecto sobre la grasa hepática, reducir el índice de masa corporal y mejorar el perfil de grasas en la sangre (colesterol, triglicéridos y transaminasas).
Es más que evidente que los polifenoles son los grandes guardianes de nuestro hígado y se pueden encontrar casi en cualquier alimento. Pero, como recuerda el artículo, “no solo los polifenoles, sino también otros micronutrientes presentan propiedades beneficiosas y la variedad en una dieta es lo que la hace saludable”.
Desde hace 9 meses no hay otra cosa que no sea covid-19. Desde luego que la pandemia y sus consecuencias están, inevitablemente, omnipresentes en nuestras vidas, pero esto no significa que no tengamos que ocuparnos de otros muchos problemas de salud, que también afectan a millones de personas en todo el mundo y con el agravante de que son crónicos, con lo que a la larga sus consecuencias son tan devastadoras como las del SARS-CoV-2.