La combinación de alimentos 'sana' que en realidad no lo es
Esta combinación tan habitual para evitar el temido sobrepeso no es nada recomendable y puede acarrear alteraciones metabólicas. La mezcla de edulcorante artificial y carbohidratos es perjudicial, pero no por separado
Reemplazar el azúcar por edulcorantes es una de las primeras medidas que se toman cuando se quiere adelgazar, o cuando hay alguna alteración con las cifras de glucosa en sangre. Elegir bebidas zero o light es otra costumbre habitual entre los que están preocupados por el peso, los diabéticos o entre quienes encuentran demasiado dulce el sabor de la bebida original.
Según cual sea el objetivo que se busca con el cambio, los resultados difieren: si se quiere adelgazar, la pérdida media de peso con edulcorantes será de 0,8 kg y puede ayudar a los diabéticos a controlar sus niveles de azúcar en sangre, pero estos beneficios se pueden volver en su contra si se tiene en cuenta un estudio desarrollado en el Instituto Weizmann (Israel) y publicado en la revista 'Nature', que concluye que los edulcorantes artificiales alteran la microbiota y favorecen la intolerancia a la glucosa.
Existe un importante debate sobre el impacto de los edulcorantes artificiales en el cerebro y en la respuesta a la glucosa
Lo cierto es que con los edulcorantes artificiales existe una relación paradójica: cada vez hay más variedad en el mercado (stevia, sucralosa, sacarina, aspartamo...), pero tienen que convivir con la mala fama que arrastran (por sus potenciales efectos negativos sobre la salud), y aunque tienen diferente composición, todos se meten en el mismo saco
Efecto del sabor en el cerebro
Una investigación publicada en 'Cell Metabolism' y centrada en la sucralosa (obtenida a partir de la sacarosa, que es el azúcar blanca o de caña) ofrece una visión conciliadora: el edulcorante solo no es malo, el peligro está en con qué se combina.
Existe un importante debate en torno a los edulcorantes, y concretamente sobre su impacto negativo sobre la tolerancia a la glucosa (que aumenta el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2) y el potencial efecto que puede tener sobre la respuesta cerebral al sabor dulce.
Los investigadores -psiquiatras y fisiólogos de las universidades de Yale y de la Sorbona- han querido poner las cosas en su sitio, y para ello han reclutado a 45 voluntarios de entre 20 y 45 años, sanos, de peso normal y consumidores habituales de edulcorantes bajos en calorías. La hipótesis de partida es que tomar alimentos y bebidas sin calorías distorsiona la percepción del sabor dulce de los alimentos ingeridos que da como resultado una respuesta disminuida a la glucosa que puede acarrear aumento de peso y diabetes.
Los participantes tomaron siete bebidas de 335 ml con sucralosa a lo largo de dos semanas y mantuvieron su dieta habitual durante el estudio. Se les hizo un estudio del cerebro con resonancia magnética funcional antes, durante y después del estudio para comprobar si había cambios en el cerebro relacionados con los sabores dulce, salado y agrio.
El edulcorante se administró añadido a bebidas con sabor a frutas. Para comparar, también se dieron bebidas endulzadas con azúcar de mesa y, además, algunos voluntarios del grupo control tomaron una bebida con sucralosa y maltodextrina (un hidrato de carbono no dulce). Para sorpresa de los investigadores, en estas personas control encontraron cambios en la respuesta del cerebro al sabor dulce y también detectaron variaciones en cómo el organismo controlaba la glucosa.
La respuesta está en el intestino
La directora de la investigación, Dana Small, profesora de psiquiatría y psicología y directora del Centro de Investigación de Dieta y Fisiología Moderna de la Universidad de Yale, apunta directamente al intestino para explicar el hallazgo: "Quizás el efecto es el resultado de que el intestino generó mensajes inexactos para enviar al cerebro sobre la cantidad de calorías presentes. El intestino sería sensible a la sucralosa y la maltodextrina, y señalaría que hay el doble de calorías disponibles que las que están realmente presentes. Con el tiempo, estos mensajes incorrectos podrían producir efectos negativos al alterar la forma en que el cerebro y el cuerpo responden al sabor dulce".
Sin embargo, cuando la misma cantidad de sucralosa se tomó sola, sin ningún hidrato de carbono añadido, "el metabolismo de la glucosa y la respuesta cerebral al dulce no cambió". La investigadora considera que "esta es una información importante, particularmente para las personas con diabetes que no deberían consumir azúcares".
Los estudios futuros analizarán si otros edulcorantes artificiales y otros edulcorantes más naturales como la stevia, tienen los mismos efectos que la sucralosa. Small espera que las investigaciones aclaren estas incógnitas. "Es difícil de decir, porque todavía no entendemos completamente el mecanismo", admite.
Para Dana Small, el mensaje está claro: "En pequeñas cantidades, es seguro tomar bebidas sin calorías, pero no hay que añadirles patatas fritas".
Reemplazar el azúcar por edulcorantes es una de las primeras medidas que se toman cuando se quiere adelgazar, o cuando hay alguna alteración con las cifras de glucosa en sangre. Elegir bebidas zero o light es otra costumbre habitual entre los que están preocupados por el peso, los diabéticos o entre quienes encuentran demasiado dulce el sabor de la bebida original.