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El 13,3% de los hogares españoles experimenta inseguridad alimentaria
  1. Nutrición
Análisis pionero

El 13,3% de los hogares españoles experimenta inseguridad alimentaria

Se trata del primer estudio que ha sido capaz de medir el número de personas que carece de un acceso regular a la cantidad necesaria de alimentos inocuos y nutritivos

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Un 13,3% de los hogares españoles experimentan inseguridad alimentaria, lo que afecta a unos 2,5 millones de ellos y a casi 6.235.900 personas en todo el país. Es decir, esta cifra equivale a toda la población de la Comunidad Valenciana y las Islas Baleares juntas.

Además, la pandemia ha hecho que, en el año 2020-2021, las malditas colas del hambre hayan aglutinado a más de un millón y medio de personas. La mala alimentación causa 90.000 muertes al año y el coste directo de los tratamientos de la obesidad y el sobrepeso es de 1.950 millones de euros anuales. Por lo que, con estos datos, podemos decir que en España no se garantiza el derecho a la alimentación sana y sostenible.

Así se desprende del ‘Estudio sobre la inseguridad alimentaria en hogares españoles antes y durante la COVID-19’, impulsado por la Universidad de Barcelona y apoyado por la Fundación Daniel y Nina Carasso, que se ha presentado este martes en Madrid. Se trata de un análisis que mide, por primera vez, los niveles de inseguridad alimentaria en España. Es decir, el número de personas que carece de un acceso regular a la cantidad necesaria de alimentos inocuos y nutritivos capaces de asegurar su crecimiento y desarrollo normal.

"Casi un millón de hogares ha reducido su ingesta de alimentos por falta de recursos", Dra. Moragues

De esta forma, a través de una encuesta representativa a los hogares, el estudio utiliza la escala FIES (de experiencia de inseguridad alimentaria), propuesta por las Naciones Unidas, que consta de 8 preguntas relacionadas con la alimentación y los hábitos alimentarios en los hogares. Sin duda, este informe supone un gran avance (aunque muestre una realidad demasiado dura), ya que, en palabras de la directora para España de la Fundación Daniel y Nina Carasso, Isabelle Le Galo, “era urgente obtener estos datos, puesto que lo que no se mide no existe, ni existían datos representativos sobre inseguridad alimentaria en España”.

Un problema estructural y no coyuntural

Tras la presentación, de la mano de Le Galo y de García, se ha dado paso a mostrar los principales resultados. Concretamente, ha sido la doctora Ana Moragues, investigadora de la Universidad de Barcelona y autora principal del estudio, quien ha ofrecido algunos datos claves para entender nuestra realidad:

  • Con el coronavirus, el número de hogares que experimentan inseguridad alimentaria ha pasado del 11,9% al 13,3%, lo que suma a un total de 656.418 personas más, dato que, a su vez, “demuestra que el problema es estructural y no producto de una determinada coyuntura”.
  • Casi un millón de hogares (975.249), con un total de 2.438.124 personas, ha tenido que reducir su ingesta de alimentos por falta de recursos, es decir, “sufre inseguridad alimentaria grave”.
  • En España, la inseguridad alimentaria grave se ha duplicado desde que empezó la pandemia.
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En este aspecto, Jordi García, vicerrector de Investigación de la Universidad de Barcelona, ha querido destacar que la pandemia ha servido para que se haya puesto de manifiesto “la importancia de investigación”.

“El origen de este estudio parte de que el acceso a una alimentación sostenible es un derecho y una necesidad para el desarrollo pleno de todas las personas", ha explicado la autora principal del estudio. Aunque estos resultados evidencian que en España no se garantiza el derecho a la alimentación adecuada y que el país se encuentra lejos de alcanzar el objetivo de desarrollo sostenible número 2: hambre cero. "La alimentación es un motor económico, ya que supone el sustento de un tercio del sustento de la población mundial”, ha afirmado la investigadora.

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La inseguridad alimentaria es la punta del iceberg

La doctora Moragues ha sido clara: “Se trata de una realidad cuya magnitud real no conocemos". Y en la punta de ese iceberg se puede medir la cantidad de becas comedor, las colas de hambre en los bancos de alimentos…, pero no se puede ver la angustia de una familia al ver que no tienen suficientes alimentos o la fatiga consecuente de una mala alimentación.

En este sentido, existen varios niveles de inseguridad alimentaria, aunque, en España, cabe destacar que un 5,2% de los hogares sufre un nivel catalogado como moderado o grave; es decir, ese hogar se ha quedado sin alimentos (un 4,2% de los hogares españoles), han tenido hambre pero no comieron (un 2,9% de los hogares) o han estado sin comer durante un día varias veces en el mismo año (un 1,4%).

Uno de los datos que más llama la atención es que existen hogares en los que se vive una inseguridad alimentaria a pesar de tener un trabajo. De hecho, en el caso de niveles de inseguridad alimentaria moderada y grave, el análisis revela que antes de la pandemia en el 46% de estos hogares nadie estaba en situación laboral precaria.

"Los familiares, amigos y vecinos en los hogares con inseguridad alimentaria juegan un rol esencial de apoyo", Dra. Moragues

Estos números varían de forma considerable en la actualidad, donde encontramos que en el 25,4% de los hogares con inseguridad alimentaria grave o moderada no hay nadie con condiciones laborales precarias. El 47% de los hogares con inseguridad alimentaria leve no tiene a nadie en el hogar en condiciones laborales precarias. “Esto significa que existen muchas personas que no cuentan con recursos a pesar de tener empleo”, apunta la autora principal del estudio.

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La pobreza energética y el estado de salud de los hogares son dos variables que también han influido de manera considerable en esta realidad. “Si en el hogar hay alguna persona que sufre de exceso de peso, una enfermedad crónica y alguna discapacidad, estas son situaciones que influyen en los niveles de inseguridad alimentaria”, reza el informe.

Sumado a estos factores, encontramos que el no consumo de 5 raciones al día de fruta y/o verdura por falta de recursos, así como la no ingesta de carne/pescado o un equivalente cada 2 días, se relaciona claramente con experimentar diferentes niveles de inseguridad alimentaria. Además, la restricción de uso del equipamiento para cocinar o almacenar alimentos es también un dato que destaca de manera significativa en estos hogares.

Ayudas económicas y de familiares

El informe presenta también resultados en relación con el tipo de apoyo que reciben para contrarrestar la experiencia de inseguridad alimentaria, recursos que se materializan en una serie de prestaciones y ayudas. Así, en el tema monetario, un 57% de hogares las reciben de la Administración pública y un 13% de familiares, amigos o vecinos.

Los apoyos en forma de alimentos o para acceder a los mismos, que llegan a un 22% de hogares españoles, provienen principalmente de familiares, bancos de alimentos, amigos o vecinos, así como de iniciativas de autoconsumo.

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Por último, los resultados del estudio arrojan que un 4% de hogares declara no sufrir inseguridad alimentaria y recibe alimentos o ayuda para comprarlos (alrededor de 1,9 millones de personas). “Los familiares, amigos y vecinos en los hogares con inseguridad alimentaria juegan un rol esencial de apoyo”, ha destacado la doctora Moragues, ya que más del 36% de estos hogares recibe ayuda monetaria de familiares y más del 33% lo hace en forma de alimentos o expresamente para acceder a los mismos. Y ha concluido su presentación con una frase contundente: “En España no se garantiza el derecho a la alimentación sana y sostenible”.

Retos e iniciativas para una alimentación igualitaria

Tras la presentación del informe, se ha llevado a cabo una mesa redonda en la que se ha tocado el tema de los retos e iniciativas que se deben poner en marcha para facilitar el acceso universal a la alimentación sostenible. En el coloquio, moderado por Manuel Franco, de la Universidad de Alcalá, han participado expertos como Lidia García, del Observatorio Derecho a la Alimentación de España; Víctor Rodríguez Pelarda, de Cáritas Madrid; Ana Bella Estévez, de la Fundación Ana Bella, y Gabriela Jorquera, del Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil.

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Lidia García ha querido enumerar 5 retos a los que se tiene que enfrentar España para solventar este problema:

  1. Reconocer que España tiene un grave problema de inseguridad alimentaria y medirlo.
  2. Tener una coherencia de políticas y fomentar la agroecología.
  3. Es necesaria la creación de alianzas entre los diferentes niveles de administraciones públicas y público-privadas y público-sociales.
  4. Comunicación sobre qué es el derecho a la alimentación, por qué no se está garantizando y fomentar la educación alimentaria. “Los alimentos no son una mercancía, son un derecho y tienen que ver con nuestra cultura y patrimonio”, ha apuntado García, quien ha destacado el papel de la mujer en el sistema alimentario en la cocina y la transferencia de conocimientos.
  5. Subrayar el papel que tiene el sistema alimentario en el medioambiente y en el cambio climático. “No solo es el problema, sino parte de la solución”, ha concluido.

El problema de los bancos de alimentos

Por su parte, Víctor Rodríguez ha querido hablar del problema relacionado con la entrega de alimentos en especie, que es el modelo que ha predominado en España para cubrir las necesidad de alimentos y que considera un “sistema que no permite garantizar el derecho a la alimentación y que es completamente ineficiente”.

“Se compran cantidades enormes de alimentos sin saber qué necesitan las personas, además hay que sumar los enormes costes de almacenamiento y transporte, y que se reparten en lugares únicamente para personas pobres con el estigma que eso supone. He visto a madres que dejan a sus hijos en la esquina para que nos les vean recoger la comida. Además, nada más se dan productos no perecederos por temas de almacenamiento y transporte, por lo que esas personas no consumen alimentos frescos, con el problema de malnutrición que supone esto”, ha denunciado Rodríguez.

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Y ha querido animar a las entidades sociales a que se den cuenta de que este sistema tiene que cambiar: “En Cáritas hemos ido sustituyendo progresivamente las entregas de especie por ayudas económicas para que las personas puedan comprar en supermercados los alimentos que sí quieren y necesitan, hemos puesto en marcha tarjetas bancarias solidarias, vales digitales y un sistema de códigos QR que se mandan al teléfono móvil para que puedan comprar en un supermercado y mantener el anonimato”.

Rol de los hogares y las familias

Ana Bella Estévez, de la Fundación Ana Bella, y Gabriela Jorquera, del Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil, han hablado del papel de las familias en la inseguridad alimentaria. Quizás uno de los testimonios más emotivos ha sido el de Ana Bella, quien ha recordado el momento en el que salió de la casa de acogida “con 426 euros de ayuda y 4 hijos. Si no fuera por las asociaciones como Cáritas, no hubiéramos salido adelante”, ha reflexionado.

"Tenemos que actuar en muchos niveles para que las decisiones saludables sean perseguidas como deseables", Gabriela Jorquera

Su fundación ha creado una red de mujeres supervivientes que han transformado el sufrimiento que vivieron en empatía y han aprendido a actuar como agentes de cambio. “Habíamos trabajado el empoderamiento económico, porque las víctimas de violencia de género se veían en puestos de trabajos invisibles y mal remunerados, pero nunca el empoderamiento alimentario, y con la crisis del coronavirus hemos visto mujeres que vendían sus muebles para poder comer”, ha denunciado Bella. En esta línea ha explicado que instan a las mujeres a aprender a tener una alimentación “sostenible, de temporada y de productores locales para ahorrar la huella de carbono”.

Por su parte, Jorquera ha hablado de la pobreza infantil y de cómo “los entornos pueden ofrecer recursos para una vida saludable, pero también dificultarlos”. Por lo que es imprescindible saber que “los patrones de alimentación no se deben simplemente a las carencias económicas de las familias, sino a las veces que los padres tienen que decir que no a sus hijos”. En esta línea, ha destacado que uno de los problemas es cómo crear un ecosistema en el que comerse una fruta sea una gratificación suficiente cuando no se les puede dar. “Tenemos que actuar e intervenir en muchos niveles distintos para hacer que las decisiones saludables sean perseguidas como deseables, esa es nuestra misión”, ha concluido.

Un 13,3% de los hogares españoles experimentan inseguridad alimentaria, lo que afecta a unos 2,5 millones de ellos y a casi 6.235.900 personas en todo el país. Es decir, esta cifra equivale a toda la población de la Comunidad Valenciana y las Islas Baleares juntas.

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