Trucos para adelgazar: aprovecha la achicoria para perder peso
Esta verdura procede de las regiones mediterráneas y desde el antiguo Egipto y la antigua Roma forma parte de la alimentación. ¿El motivo? Sus increíbles propiedades adelgazantes (y medicinales)
La achicoria es una verdura que pertenece a la familia de las asteráceas, que a su vez posee más de un millar de géneros y 20.000 especies. La lechuga, la escarola, la alcachofa o el cardo son algunos parientes cercanos de este vegetal procedente de las regiones mediterráneas, que ha pasado a la historia por su increíble potencial curativo. Tal era su influencia en la antigüedad que romanos y egipcios recurrían a ella con fines medicinales a través del consumo de las hojas crudas, cocidas o a modo de infusión.
Podemos usar su fuerte sabor para darle un toque diferente a nuestros platos y aprovechar sus propiedades
Sin embargo, su sabor amargo ha provocado que quede en un segundo plano tras la aparición de otros alimentos nutritivos y saludables. Un problema que tiene fácil solución: “El blanqueado es una práctica común que se aplica a las achicorias para reducir su amargor, incrementar la ternura de las hojas y su tono blanquecino. Para ello, se les priva de la luz de una a tres semanas durante su cultivo”, recomiendan desde el blog Consumer. Otros métodos igual de eficaces son añadir una vinagreta al plato o prepararla al vapor.
Entre sus muchas propiedades nutricionales, la achicoria destaca por la gran cantidad de agua que incluye en su composición y su escaso valor energético. Dos cualidades que la convierten en un vegetal perfecto para las personas que buscan perder algo de peso. ¿Qué otros beneficios la acompañan?
Achicoria para adelgazar
Para aquellos comensales que suelen incluir en su menú diario una rica ensalada, este ingrediente 'milagroso' debería adoptar pronto un papel protagonista. Además, también es uno de los mejores sustitutos del café, pues mantiene al individuo en estado de vigilia. Eso sí, para aprovechar sus muchos atributos es importante seleccionar las hojas más frescas, sanas, firmes y de buen color. Y es que cuando la achicoria se conserva en entornos inadecuados su composición vitamínica se altera y se acentúa su sabor amargo. ¿Qué otras propiedades tiene este suculento vegetal de hoja verde?
- Su efecto drenante, purificante y diurético hace de este alimento un excelente aliado a la hora de evitar la retención de líquidos y favorecer la pérdida de peso. Además es astringente, desinfectante y desintoxicante gracias a los taninos.
- “Uno de los componentes con mayor presencia en este vegetal es la oligofructosa y la inulina, dos formas naturales de fibra dietética. Este rico contenido en fibra puede ser una gran ayuda en la pérdida peso, ya que actúa regulando la grelina, un aminoácido estrechamente ligado con la saciedad y el control del apetito”, explican desde el portal A Perder Peso. La inulina reduce además el nivel de grasa del organismo y actúa sobre los triglicéridos disminuyendo el colesterol ‘malo’ en la sangre.
- La presencia de pectina en su composición interfiere en la absorción de carbohidratos y reduce los antojos de alimentos dulces.
- La intibina, responsable del sabor amargo de la achicoria, estimula el drenaje del hígado.
Una de sus propiedades principales es su efecto laxante, que puede ayudarnos con el estreñimiento
- “Una valorada propiedad de la achicoria es su efecto laxante. Ayuda en la depuración de los intestinos y favorece el proceso digestivo. Además, la achicoria viene bien también para combatir el acné ya que tiene una acción desinfectante y antioxidante”, añade también el portal Plantarte.
- Según un estudio publicado en la revista científica 'Journal of Nutrition', la achicoria ayuda en la prevención del estreñimiento y la inflamación intestinal, lo que fomenta la proliferación de bacterias beneficiosas para el correcto metabolismo de los alimentos.
- Permite absorber nutrientes tan importantes como el calcio y el hierro, facilita la eliminación de líquidos y ayuda a la sangre a acumular la glucosa en forma de glucógeno. Por ello, resulta de gran utilidad para combatir enfermedades como la hepatitis, la gastritis, el colesterol, la diabetes, la cistitis o la esclerosis arterial.
A pesar de todas estas propiedades, su fuerte efecto diurético y colérico ha obligado a los expertos a alertar sobre el consumo excesivo de achicoria, que puede provocar deshidratación. El límite se encuentra en las cuatro tazas diarias. Tampoco deben tomarla aquellas personas a las que les cueste conciliar el sueño o padezcan gota, artritis, cólicos en el riñón, hipotensión o algún trastorno digestivo.
Cómo preparar la achicoria
Tal y como hemos recomendado anteriormente, la achicoria es un magnífico ingrediente para dar sabor y potencia a las ensaladas. En este caso, lo mejor es escoger las hojas internas -más tiernas y crujientes-, que habrá que lavar correctamente, trocear y combinar con otros ingredientes a gusto del comensal. Para aminorar su gusto amargo, podemos añadir un poco de ajo, aceite o vinagre. También se puede cocinar como cualquier otra verdura, es decir, cocida, gratinada o al horno. No obstante, “para este tipo de preparación, las hojas más indicadas son la externas, de color más verde”, aconsejan desde Verduras de Tudela.
Otra forma de aprovechar todas sus propiedades es preparar una rica infusión. Basta con hervir agua y una cucharadita de achicoria, dejar que hierva un minuto y repose otros diez. De esta forma, el líquido adquirirá todo su sabor. El café de achicoria, que se elabora con las raíces de la misma, es otra de las recetas más utilizadas. Solo hay que dejarlas secar en el horno y machacarlas hasta que adopten la apariencia del café recién molido. A partir de aquí, basta con seguir la elaboración tradicional del café. También se puede mezclar con ingredientes igual de saludables como la miel, el jengibre, la canela o la leche, que aportarán al plato sus propios nutrientes.
La achicoria es una verdura que pertenece a la familia de las asteráceas, que a su vez posee más de un millar de géneros y 20.000 especies. La lechuga, la escarola, la alcachofa o el cardo son algunos parientes cercanos de este vegetal procedente de las regiones mediterráneas, que ha pasado a la historia por su increíble potencial curativo. Tal era su influencia en la antigüedad que romanos y egipcios recurrían a ella con fines medicinales a través del consumo de las hojas crudas, cocidas o a modo de infusión.