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¿El menú del día debe morir? El sinsentido nutricional 'typical spanish'
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Puede afectar a la salud

¿El menú del día debe morir? El sinsentido nutricional 'typical spanish'

Las calorías que se consumen superan con creces las que un comensal necesita para pasar la jornada y las raciones no contemplan las necesidades energéticas de cada persona

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El precedente histórico más cercano que tenemos del menú del día se remonta a la época preconstitucional. Fue a mediados de los 60 cuando el Ministerio de Información y Turismo de Franco creo el ‘menú turístico’. El ascendente directo del actual compendio de platos con precio cerrado fue decretado para el mes de agosto de 1964, con España en plena expansión turística, para atraer todavía a más viajeros a nuestras fronteras.

Aunque Ferran Adrià se aventurase a decir algo parecido a “españoles, el menú del día ha muerto” –apostando por otras preparaciones–, lo cierto es que está más vivo que nunca. La mayoría de locales de hostelería siguen ofreciendo por un precio fijo un primero, un segundo, pan, bebida y postre o café –y según costumbre del establecimiento o cómo hayas caído en gracia al camarero, un chupito ‘digestivo’–.

Aunque no haya nada más ‘typical spanish’ que este conjunto de preparaciones, cuyo precio varía entre los 9 y los 14 euros según locales, lo cierto es que es un sinsentido nutricional. Por lo general, las calorías que se consumen en un menú del día superan con creces las que un comensal necesita para pasar la jornada; sin tener en cuenta que las raciones no contemplan las necesidades energéticas de la persona que se sienta a la mesa.

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Foto: iStock.

Atendiendo a que los hosteleros apuestan por el 'ande o no ande, caballo grande' a la hora de configurar estos platos –y que los españoles no tenemos problema en salir ‘rodando’ del local–, el abuso de este invento preconstitucional podría afectar a la salud de los clientes de restauración.

Más calorías de las necesarias

El menú del día medio está pensado para aportar entre 500 a 700 kcal. “En términos generales, debido a tener actualmente trabajos poco activos, la mayor parte de la población no tiene unas necesidades energéticas tan elevadas como para necesitar unas preparaciones tan calóricas como ha sido tradicionalmente el menú del día”, explica a El Confidencial Iñaki Elío, director del Grado de Nutrición Humana y Dietética de la Universidad Europea del Atlántico.

El nutricionista señala que, en función de las elecciones de platos que se haga y la actividad física de la persona, “es fácil consumir más calorías de las necesarias”. Además, se suelen consumir preparaciones con elevada cantidad de sal, azúcar y grasas poco saludables, “que favorezcan el sobrepeso, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares”.

De hecho, Elío considera que gran parte de la población podría consumir perfectamente un solo plato del menú para saciar sus necesidades energéticas, “especialmente de los primeros que suelen tener más opciones de verduras”. En este sentido destaca que en muchas culturas no europeas, no existe el concepto de primero y segundo.

Reformular el menú del día

Aunque el antecesor preconstitucional sea el más próximo que tenemos, el menú del día podría venir evolucionando desde el siglo XIX. Pérez Galdós ya mencionaba en uno de sus ‘Episodios nacionales’ de 1900 cómo algunas fondas ofrecían varias comidas a un precio fijo y económico.

Foto: Arroz con bogavante y el menú del día.

El nutricionista considera que se deberían ofrecer menús con alternativas menos calóricas, que incluyeran más platos de verduras y cocciones más saludables. “De esta manera cada persona podría escoger la opción más acorde a sus necesidades personales, teniendo en cuenta la actividad física que vaya a realizar durante el día”, propone. “Es importante evitar sentirse tentado por alimentos ricos en sal, grasas, azúcar y bebidas alcohólicas o azucaradas”, apostilla.

En cuanto a restauración colectiva, el nutricionista ve complicado que se contemplen diferentes raciones por persona: “En mi opinión es mejor que el comensal sepa hacer una buena elección entre las comidas que se ofrecen; y a la vez ser consciente de su sensación de saciedad y no consumir más en el caso de no tener más hambre”. En este sentido indica que algunos restaurantes han empezado a incluir la composición nutricional de las preparaciones: “Por ejemplo, una ración estándar de tarta de tres chocolates aporta 523 kcal, una cerveza de 330 ml aporta 150 kcal o una copa de vino de 125 ml aporta 98 kcal”.

Por su parte, la presidenta de restaurantes de la Federación Empresarial de Hostelería de Valencia, Nuria Sanz, reconoce que por lo general este conjunto de preparaciones con precio cerrado está sobredimensionado. “Cuando la gente va a comer un menú del día a los restaurantes, muchas veces no lo puede comer entero. A mí con comerme un plato me sobra”, apunta a este diario.

“Eso se hace porque no se conoce el coste real de lo que se está perdiendo por la comida. A lo mejor con un menú de esos puedes dar de comer a tres personas”, dice la representante de los restaurantes valencianos.

placeholder Menú del día. (F. S. B.)
Menú del día. (F. S. B.)

“Muchos hosteleros ven que el local de al lado tiene el menú a 10 euros, entonces lo ponen a 9,50 y más comida. Y no saben que están perdiendo dinero”. Precisamente por un tema económico, Sanz recomienda bajar las raciones de los platos.

Para la hostelera, un menú acorde a las necesidades del comensal debería estar compuesto por un entrante que sea un pequeño aperitivo, un segundo como plato fuerte y un postre. Algo que sería mejor para las necesidades de los comensales y los bolsillos de los restauradores.

La representante valenciana sostiene que esta sobredimensión de los platos está disminuyendo a medida que el gremio se va profesionalizando: “Ahora todo el mundo viene de escuela y eso es básico. Pero lo clásico de la gente que no sabe, o del hostelero que contrata a gente no formada, es ese error”.

Del mismo modo, el nutricionista también cree que cada vez “es más fácil encontrar opciones menos calóricas dentro de estos menús o incluso la posibilidad de elegir un solo plato”.

Cómo elegir bien en un menú del día

Mientras esperamos a poder ir a comer un menú del día sin salir hinchados del local, la dietista-nutricionista Sandra Sumalla da algunos consejos a El Confidencial: “En términos generales, para los primeros platos la mejor opción es que predominen las verduras, ya sea en forma de ensalada, a la plancha, salteadas, vapor, etc”.

La también decana de Ciencias de la Salud de la Universidad Europea del Atlántico recomienda para los segundos “un alimento proteico de manera que podría ser a base de legumbres, huevos, pescado o carne. En este caso es especialmente importante la forma de cocinarlo, planchas y horno serían de las mejores opciones, y por otro lado se deberían evitar las preparaciones con salsas ricas en grasas que aumentan en gran medida el valor calórico del plato”.

Para el postre, Sumalla considera que las mejores opciones son el yogur natural o fruta de temporada. En este sentido destaca que los postres que se suelen ofrecer como tartas “son muy ricos en azúcar y grasas, de manera que no son las mejores opciones, pues el consumo de estos alimentos se relaciona con mayor riesgo de desarrollar obesidad y diabetes, especialmente”.

Y, sobre todo, insiste en que “hay que evitar el alcohol y las bebidas azucaradas”. Si se siguen todas realizan estos simples cambios, “podemos llegar a reducir de 500 a 1.000 kcal en el menú”, concluye Sumalla.

El precedente histórico más cercano que tenemos del menú del día se remonta a la época preconstitucional. Fue a mediados de los 60 cuando el Ministerio de Información y Turismo de Franco creo el ‘menú turístico’. El ascendente directo del actual compendio de platos con precio cerrado fue decretado para el mes de agosto de 1964, con España en plena expansión turística, para atraer todavía a más viajeros a nuestras fronteras.

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