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¿Cómo mantener los triglicéridos a raya?
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¿Cómo mantener los triglicéridos a raya?

Una dieta adecuada es fundamental para no llegar a la hipertrigliceridemia y evitar así enfermedades cardiovasculares, el síndrome metabólico o pancreatitis, palabras mayores

Foto: Foto: iStock.
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Hace algunos años, Lucas sufrió un infarto de miocardio con tan solo 39 años del que, afortunadamente, consiguió recuperarse. Entre las causas que provocaron que pasara sus navidades en la sexta planta de un hospital estaban el sobrepeso, la inactividad física, fumar y un componente genético proveniente de la rama materna, que hicieron que su corazón colapsara por un endurecimiento de las arterias debido, entre otros factores, a un nivel alto de triglicéridos en sangre. Los médicos llevaban años aconsejando a Lucas que cambiara su estilo de vida, advirtiéndole de que mantener sus niveles de sangre por encima de 200 mg/dl le podría ocasionar 'un susto'. Unos consejos a los que hizo oídos sordos… hasta ese fatídico 5 de diciembre.

Los triglicéridos son un tipo de grasas (lípidos) que se encuentran en la sangre. Cuando comemos, nuestro cuerpo convierte las calorías que no necesitamos en triglicéridos, quedándose almacenados en las células grasas. Si se ingieren más calorías de las que se queman, en particular de alimentos ricos en carbohidratos, se pueden alcanzar niveles de triglicéridos altos, lo que se denomina una hipertrigliceridemia. Marisa Calle, miembro del Consejo de Expertos de la Fundación Española del Corazón en el área de Nutrición, afirma que “el incremento de triglicéridos en la sangre, por encima de 200 mg/dl, es un factor de riesgo más, añadido a los múltiples factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares. Si el índice se sitúa entre 300 y 400 mg/dl, estamos hablando de un nivel medio-alto, y si están por encima de 500, estaríamos hablando de niveles muy elevados”.

"Hay hipertrigliceridemias familiares; es decir, la alteración de un gen que impide que se metabolicen adecuadamente los triglicéridos"

La hipertrigliceridemia forma parte del denominado síndrome metabólico, un compendio de factores de riesgo, algunos lipídicos, como son los triglicéridos, el colesterol total, el colesterol LDL -conocido como colesterol malo-, etc, junto a la hipertensión arterial, la obesidad o la hiperglucemia. La doctora explica que, por lo tanto, “la hipertrigliceridemia sería un factor más de riesgo de estas enfermedades, principalmente el infarto y los accidentes cerebrovasculares, el conocido como ictus”.

En ocasiones, se suele confundir triglicéridos con colesterol, pero no son lo mismo. Marisa Calle señala que “el triglicérido es el vehículo de las grasas, por decirlo de alguna manera, en tanto que el colesterol se forma en el hígado principalmente a partir de las grasas que consumimos”.

Para controlar la hipertrigliceridemia, Ana Zugasti, vocal de comunicación de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), recomienda “mantener los niveles en rangos normales (por debajo de los 150 mg/dl)”, así se reducirá el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y pancreatitis (inflamación del páncreas)”.

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Foto: Unsplash/@carolineattwood.

La miembro del Consejo de Expertos de la Fundación Española del Corazón en el área de Nutrición declara que el aceite que debería consumir de manera preferente una persona que tuviera altos niveles de triglicéridos serían los ácidos grasos omega-3, “que se pueden encontrar en el pescado o las nueces, pues son los que disminuyen, de manera clara, los niveles de triglicéridos. Y dentro de otros aceites, el aceite de oliva virgen extra, pues ha podido comprobarse que el consumo de 3 o 4 cucharadas (unos 35 o 40 g) al día también disminuye el riesgo cardiovascular global”.

Es más, una persona con niveles de triglicéridos altos debería evitar consumir todos los aceites saturados que, por otra parte, como indica Marisa Calle, “no suelen consumirse de forma habitual en España”. En el caso del girasol, “su consumo moderado no es excesivamente perjudicial, pues contiene omega-6 y ácidos grasos esenciales”. No obstante, puntualiza esta doctora, “solo debería utilizarse para hacer frituras, con el denominado Girasol Alto Oleico, que tienen una buena resistencia al calor”. En cuanto a la utilización de otros aceites, “el aceite de maíz tampoco lo recomendamos porque no está nada claro que no pueda tener algún efecto a largo plazo. Y el aceite de coco es extraordinariamente controvertido: la grasa de coco no es buena, pero el aceite lo refinan mucho y no parece que tenga el mismo metabolismo que otras grasas saturadas similares, como la palma, que aumenta los niveles de colesterol de una manera muy clara. Soy muy poco partidaria de la utilización de aceites exóticos, y más en estos momentos en los que ponemos el acento en la sostenibilidad y los productos de cercanía. De este modo, en general, lo ideal es tomar aceite de oliva virgen o virgen extra”.

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Marisa Calle ratifica que “en cualquier caso, el verdadero problema reside en las grasas que aparecen en los alimentos. Por un lado, las grasas saturadas propias de las carnes, y por otro, las grasas añadidas en los alimentos procesados. En estos, normalmente se utilizan grasas saturadas para dar más consistencia al producto. Y entre las carnes, las que tienen más grasas saturadas son las de cordero y también las partes no magras del cerdo, el tocino, la manteca, etc”.

Para mantener los niveles de triglicéridos en sangre en unas cifras correctas es importante seguir unas pautas alimenticias. La vocal de comunicación de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición declara que “la alimentación debe ser baja en grasa saturada, presente en los productos de origen animal como la mantequilla, la nata, las carnes grasas, los lácteos enteros y en algunos alimentos de origen vegetal, como el aceite de coco y de palma, frecuentemente utilizado en la elaboración de repostería y bollería industrial. En su lugar, se emplearán alimentos ricos en ácidos grasos monoinsaturados, como el aceite de oliva y aquellos en los que predominen los ácidos grasos omega-3. En este último grupo destacan los pescados azules (sardina, caballa, atún, bonito, pez espada, salmón, arenque, boquerones, jurel, etcétera), las nueces y el aceite de canola o colza”.

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Foto: Unsplash/@impulsq.

El componente genético es otro factor a tener en cuenta en la aparición de la hipertrigliceridemia. Marisa Calle sostiene que “todo está ligado a los genes, como es lógico. Pero hay hipertrigliceridemias familiares; es decir, la alteración de un gen que impide que se metabolicen adecuadamente los triglicéridos. En estos casos, además de la dieta, se necesita un apoyo farmacológico en el tratamiento”. Si no se trata de este tipo de hipertrigliceridemia genética, prosigue la experta en nutrición de la Fundación Española del Corazón, “el resto se puede controlar con dietas, muy ricas en frutas y verduras, consumo de dos o tres raciones de cereales integrales, legumbres –lógicamente sin añadidos cárnicos o compangos-, pescados azules, lácteos – necesarios por la vitamina D y el calcio- y aceite de oliva virgen extra, fundamentalmente. Además, es importante añadir un puñadito de frutos secos, nueces, básicamente, unos 15 o 20 gramos al día”. Si la hipertrigliceridemia es muy elevada, por encima de 500, prosigue la doctora Marisa Calle, “se suelen añadir complementos alimentarios en forma de omega-3 (habitualmente aceite de krill), pues, en cantidades por encima de 2,5 gramos al día, disminuyen los triglicéridos en sangre de manera clara”.

Hace algunos años, Lucas sufrió un infarto de miocardio con tan solo 39 años del que, afortunadamente, consiguió recuperarse. Entre las causas que provocaron que pasara sus navidades en la sexta planta de un hospital estaban el sobrepeso, la inactividad física, fumar y un componente genético proveniente de la rama materna, que hicieron que su corazón colapsara por un endurecimiento de las arterias debido, entre otros factores, a un nivel alto de triglicéridos en sangre. Los médicos llevaban años aconsejando a Lucas que cambiara su estilo de vida, advirtiéndole de que mantener sus niveles de sangre por encima de 200 mg/dl le podría ocasionar 'un susto'. Unos consejos a los que hizo oídos sordos… hasta ese fatídico 5 de diciembre.

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