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Dietistas, chefs, industria, ¿a quién hay que hacer caso para comer sano y bien?
  1. Nutrición
Calidad de los mensajes

Dietistas, chefs, industria, ¿a quién hay que hacer caso para comer sano y bien?

La comida está de moda y cada día aparecen nuevos gurús para guiarnos por el buen camino de la alimentación. Es fácil perderse entre tantas voces. ¿Cómo huir de cantos de sirena? Un estudio científico disecciona la realidad y propone solución

Foto: El chef Mario Sandoval, durante su ponencia sobre 'La cocina ácida' en Madrid Fusión. (EFE/Javier Lizón)
El chef Mario Sandoval, durante su ponencia sobre 'La cocina ácida' en Madrid Fusión. (EFE/Javier Lizón)

Desde que Hipócrates dijo aquello de “que tu alimento sea tu medicina” han pasado 25 siglos y miles de ‘consejeros’ en materia de alimentación, sobre todo en los últimos años con el boom de influencers, instagramers y reality shows culinarios, encumbrados por las redes sociales y los propios medios de comunicación. Si el propósito es guiar a la población por el camino del ‘buen comer’ para alcanzar el bienestar físico y emocional, el efecto ha sido el contrario: mensajes confusos, contradictorios, a menudo procedentes de fuentes de dudosa credibilidad y muchas veces claramente interesados.

La mayor exposición a información nutricional contradictoria aumenta la confusión y puede provocar una reacción de resistencia hacia los comportamientos de estilo de vida saludable

¿Qué podemos hacer los ciudadanos/consumidores? La respuesta es tan compleja como el dilema al que nos enfrentamos, y así lo plasman en un artículo (en fase de preprint y al que tenido acceso Alimente) un grupo de investigadoras de la Universidad de Amberes. “El exceso de mensajes alimentarios y la mayor exposición a información nutricional contradictoria aumentan la confusión sobre las directrices dietéticas, y la confusión puede, incluso, provocar una reacción de resistencia hacia los comportamientos de estilo de vida saludable”, dicen las autoras, entre las que hay médicas, sociólogas y especialistas en comunicación digital.

La consecuencia es que el de la alimentación es un tema muy polarizador, con voces que, a menudo, entran en conflicto: los nutricionistas hablan de la naturaleza de los alimentos; la industria los trata como mercancía para vender y comprar, y los cocineros como materia creativa. Así pues, “es muy necesario comprender cómo se influyen mutuamente los mensajes de las partes interesadas para avanzar hacia asociaciones positivas, complementarias y cooperativas”, defienden las científicas.

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Para devanar la madeja, lo primero es identificar las partes interesadas en el discurso sobre alimentación y qué papel desempeñan.

Nutricionistas y dietistas

Estos profesionales tienen una preparación académica y, dice el artículo, del que Kathleen Van Royen es la primera firmante, “son los únicos profesionales de la salud cualificados y autorizados para evaluar, diagnosticar y tratar problemas nutricionales”.

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Foto: iStock.

Son especialistas que están muy interesados en dominar la comunicación y, además de sus habilidades, cada vez utilizan más las herramientas digitales (blog, webs, redes sociales) para educar al público, relacionarse con sus pacientes y atraer nuevos clientes. Sin embargo, la falta de tiempo o el desconocimiento de estas herramientas conduce a limitaciones en la comunicación, y por eso, las autoras destacan que nutricionistas y dietistas necesitan urgentemente información, recursos y estrategias para unos buenos estándares en sus actividades comunicativas.

Médicos, enfermeros y científicos

Los profesionales de la salud no reciben formación específica en nutrición durante su etapa académica, aunque a lo largo de su trayectoria laboral sí puedan adquirir conocimientos dietéticos como parte del tratamiento de algunos pacientes (por ejemplo, de cáncer). Es cierto que los mensajes nutricionales relacionados con la salud -en situaciones de enfermedad, pero también para evitar problemas futuros- cada vez captan más atención, y por eso, médicos y enfermeros tienen que mejorar sus habilidades comunicativas.

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¿Cómo? Lo primero dejando a un lado su lenguaje técnico y, a menudo, incomprensible para la mayor parte de los ciudadanos. Las autoras del artículo, que se publicará en la revista 'Appetite', ponen el acento en que los sanitarios se centran en ‘pacientes’ pero no en la población general, y esta limitación debería corregirse durante la etapa de formación.

Los científicos no son mejores que los sanitarios a la hora de divulgar conceptos sobre nutrición. La dificultad de transmitir claramente los resultados de las investigaciones, y en un contexto adecuado, es el mal de estos actores.

Organizaciones y autoridades públicas

Entran en escena las agencias alimentarias, gubernamentales y la salud pública. Para ellas, lo importante es la seguridad alimentaria y su prioridad es mejorar la salud y el bienestar de la sociedad, más que para obtener ganancias económicas.

Disponen de pocos recursos económicos para la comunicación, pero han sabido aprovechar los medios sociales para difundir información nutricional y educar al público general. Aun así, tienen un amplio margen de mejora en sus habilidades comunicativas.

Foto: Foto de archivo. (iStock)

La misión de las Agencias de Seguridad Alimentaria es hacer que se cumplan las normas de seguridad alimentaria y prevenir y atajar brotes de enfermedades transmitidas a través de la comida. Tienen la responsabilidad de alertar a la población general de los riesgos agudos, pero son conscientes de que sus mensajes no siempre son bien interpretados.

Cocineros famosos

Saben cómo cocinar y cómo transformar los ingredientes crudos en comidas sabrosas, lo que forma parte de la "alfabetización alimentaria". Pueden servir como modelo para los consumidores y tienen un importante papel para enseñar a la gente habilidades culinarias y prácticas de seguridad alimentaria, necesarias para desarrollar y mantener relaciones saludables con la comida. Actúan como autoridades en la cocina para sus fans, pero a la vez también utilizan autodescalificaciones humorísticas para entretener. Al final, se establece entre ambos “una relación comercial, en la que el público es el consumidor y los famosos se transforman en vendedores que respaldan y promocionan su cocina e incluso su estilo de vida”.

Influencers y gurús

Tienen la capacidad de modelar las actitudes de la audiencia a través de las redes sociales, y su gran fortaleza es esa: su capacidad de comunicación. La gente los escucha y promocionan alimentos (también productos y marcas) para aumentar su reconocimiento. El público los reconoce como alguien cercano y auténtico, y eso forma parte de su éxito. De hecho, son promotores de las dietas de moda (vegana, keto, sin gluten) y dominan el discurso dietético saludable en Twitter.

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Foto: iStock.

A cambio, reciben críticas porque “sus mensajes son contradictorios y no se basan en la evidencia, y muchos científicos piden atajar este tipo de informaciones por sus posibles consecuencias negativas sobre la salud.

Medios de comunicación

Las autoras del artículo subrayan la “avidez con la que los medios recogen los resultados de las investigaciones, sin tener en cuenta ni el rigor del diseño del estudio ni la aplicabilidad de sus resultados”. Esta prisa responde a “la necesidad de vender periódicos o atraer espectadores y oyentes, por lo que, a veces, recurren en sus titulares a expresiones como avance o cura”.

Industria

Sobra decir que ganar dinero es la prioridad, pero “cada vez más, las empresas alimentarias se dedican a la innovación y al desarrollo de productos con el objetivo de crear productos o variantes más saludables (por ejemplo, eliminando las grasas trans o reduciendo la sal), mientras que otras se comprometen también con programas sociales que animan a la gente a comer más sano”, reconocen las investigadoras. Esto no quita que sean habituales las prácticas de publicidad y marketing para promocionar productos considerados poco saludables, como describe este artículo firmado por el alemán Michiel Korthals y publicado en la 'Revista de Ética Agrícola y Ambiental'.

La solución pasa por negociar

Está claro que cada ‘actor’ tiene sus propios intereses y diseña el discurso en función del mismo. Aun así, las investigadoras apuestan por "negociar" para crear un espacio común que todas las partes interesadas perciban como "beneficioso". En esa misión, cada parte tiene que aportar su experiencia.

"Las empresas alimentarias pueden aumentar la confianza de los consumidores utilizando una comunicación transparente y basada en pruebas sobre los alimentos"

Además, las científicas proponen la participación de personas influyentes en los medios sociales para transmitir los mensajes sobre alimentación y salud (por ejemplo, lo hizo el cardiólogo español Valentín Fuster al participar en el programa 'Barrio Sésamo'; y la primera dama estadounidense Michelle Obama no dudó en promover la alimentación saludable en programas de televisión).

Ofrecen un consejo a la industria: “Las empresas alimentarias pueden volver a aumentar la confianza de los consumidores utilizando una comunicación transparente y basada en pruebas sobre los alimentos, así como sobre sus nuevos productos”.

Y emiten su dictamen final: “Solamente se puede conseguir suavizar la polarización si todas las partes interesadas son conscientes de cómo están comunicando y utilizan información objetiva y transparente. Sobre la base de esta estrategia de formación de alianzas y uso de complementariedades, podría ser posible aliviar en parte la polarización”.

Sin duda, en mensaje cargado de buenas intenciones. ¿Es alcanzable?

Desde que Hipócrates dijo aquello de “que tu alimento sea tu medicina” han pasado 25 siglos y miles de ‘consejeros’ en materia de alimentación, sobre todo en los últimos años con el boom de influencers, instagramers y reality shows culinarios, encumbrados por las redes sociales y los propios medios de comunicación. Si el propósito es guiar a la población por el camino del ‘buen comer’ para alcanzar el bienestar físico y emocional, el efecto ha sido el contrario: mensajes confusos, contradictorios, a menudo procedentes de fuentes de dudosa credibilidad y muchas veces claramente interesados.

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