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¿Le echas canela a todo? Ojo, puede poner en peligro tu salud
  1. Nutrición
Los peligros de la cumarina

¿Le echas canela a todo? Ojo, puede poner en peligro tu salud

Hay dos tipos de esta especia. Una es relativamente inofensiva, pero la otra contiene grandes cantidades de una molécula carcinogénica y hepatotóxica que puede llevarnos al hospital

Foto: Foto: iStock.
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Somos conscientes de que hincharnos día sí y día también de huevos fritos con chorizo no es bueno para nuestra salud. Colesterol, grasas no saludables, una cantidad ingente de calorías... Son muchas las razones por las que este plato, a pesar de ser delicioso, lo tenemos identificado como peligroso. Por eso, lo hemos convertido en un capricho ocasional, una forma de darnos un gustazo gastronómico y poco más. Pero... ¿y si el verdadero enemigo para nuestra salud se escondiese dentro de algo de apariencia completamente inofensiva?

Ese, por desgracia, es el caso de la canela. Esta especia que proviene del árbol conocido como canelo (o árbol de la canela, aunque este nombre tiene mucha menos gracia) es originaria de la isla de Sri Lanka, aunque su producción se extiende por gran parte de la India y el sureste asiático. Pero su característica principal, la que nos ocupa hoy, es su alto contenido en una sustancia llamada cumarina.

El hígado, su mayor enemigo

Este órgano es absolutamente fundamental para nuestra supervivencia. Es el principal encargado de limpiar la sangre, metabolizando las sustancias que son tóxicas para nuestro organismo, desintegrándolas y convirtiéndolas en otras inocuas que pueden ser expulsadas por alguno de los sistemas de excreción de nuestro organismo. Este, por ejemplo, es el caso de la propia sangre, que cuando envejece (cada célula) pierde la capacidad de transportar oxígeno a cada rincón del cuerpo. Su eliminación corre a cargo del hígado, que desintegra esas células mayores liberando bilirrubina, que, a través de un proceso en el que intervienen bacterias de nuestro tracto digestivo (la microbiota), se degrada una vez más para poder ser expulsada. Es este proceso el que, en realidad, le confiere su característico tono marrón a las heces y el amarillo a la orina.

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El problema está en que la cumarina es una sustancia tremendamente hepatotóxica. Dicho de otro modo: mata las células hepáticas. Por supuesto, en pequeñas cantidades no representa un riesgo, pero si consumimos muchísima canela podemos enfrentarnos a serios problemas de salud. Así lo explican los investigadores K. Abraham, F. Wöhrlin, O. Lindtner, G. Heinemeyer y A. Lampen, del Instituto Federal Alemán de Evaluación de Riesgos: "La cumarina es un fitoquímico con propiedades hepatotóxicas y carcinogénicas. La cantidad máxima tolerable está situada en 0,1 mg por kilo de peso. Durante la época navideña, los individuos que más cumarina consumen pueden alcanzar fácilmente la cantidad diaria máxima tolerable e incluso sobrepasarla".

Todo sea dicho: no todas las canelas son iguales y, en esta ocasión, la más común es la peor. Estas son las dos variedades:

  • Cassia: es la canela nuestra de cada día. La más barata y, por desgracia, la que mayor cantidad de cumarina contiene.
  • Ceylan: es conocida como 'verdadera canela'. Es poco común, su aroma es mucho más intenso y contiene menores cantidades de la molécula hepatotóxica. Eso sí, es muchísimo más cara.

Se estima que, basándonos en la cantidad diaria tolerable, no está recomendado consumir más de 0,5-2 gramos de canela (si es cassia) al día. En cambio, si elegimos la opción más cara, podremos consumir hasta 5 gramos. Y aunque parece una porción ridícula, es una cantidad extraordinaria de esta especia.

Por un día, claro está, no pasa nada. No hay repercusiones. Pero si sobrepasamos estas recomendaciones día tras día, no sería de extrañar que estuviéramos machacando sin necesidad nuestro hígado, y eso no merece la pena.

Somos conscientes de que hincharnos día sí y día también de huevos fritos con chorizo no es bueno para nuestra salud. Colesterol, grasas no saludables, una cantidad ingente de calorías... Son muchas las razones por las que este plato, a pesar de ser delicioso, lo tenemos identificado como peligroso. Por eso, lo hemos convertido en un capricho ocasional, una forma de darnos un gustazo gastronómico y poco más. Pero... ¿y si el verdadero enemigo para nuestra salud se escondiese dentro de algo de apariencia completamente inofensiva?

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