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Solo con pechuga de pollo y claras de huevo no se consiguen unos supermúsculos
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Consumo de anabolizantes

Solo con pechuga de pollo y claras de huevo no se consiguen unos supermúsculos

Quienes no se conforman con una dieta rica en proteínas y recurren al consumo de esteroides se enfrentan al hacerlo a ciertos riesgos. Los profesionales nos advierten...

Foto: Dieta y músculo. (iStock)
Dieta y músculo. (iStock)

Lucir unos músculos poderosos y bien definidos es una aspiración de muchos hombres (también de mujeres, aunque menos) que viene de antiguo. Una anatomía musculada se asocia a belleza, fuerza y poderío. La Historia del Arte está repleta de varones musculosos (el Moisés o el David de Miguel Ángel son célebres), el mundo del cine (Sylvester Stallone, Arnold Schwarzenegger o Chris Hemsworth) y hasta en la industria del juguete hay modelos icónicos con los que han crecido decenas de generaciones de niños desde la segunda mitad del siglo XX (Madelman, Geyperman y Action Man).

Tener una musculatura bien desarrollada exige trabajo duro y constante, complementado con una dieta rica en proteínas. Pero, tarde o temprano, los asiduos al gimnasio chocan con la cruel realidad: llega un punto en el que ni levantar más peso ni hacer más repeticiones ni hartarse de pechuga de pollo y claras de huevo se recompensan con una ganancia de volumen muscular. Para los que no se conforman y quieren una anatomía más hercúlea, recurrir a los esteroides anabolizantes (sustancias sintéticas con acciones similares a las hormonas sexuales masculinas) es una opción rápida, sencilla y muy habitual (un metaanálisis publicado en 2014 en 'Annals of Epidemiology', apuntaba que el 3,4% de la población mundial, el 6,4% de los hombres, consumía anabolizantes).

Las consecuencias visibles de los esteroides

Que tomar esteroides anabolizantes sea algo habitual en el ambiente de los gimnasios no significa que sea una práctica inocua. De hecho, se ha investigado y escrito mucho de los riesgos que conlleva para la salud el consumo abusivo y continuo de estas hormonas sintéticas, y las autoridades sanitarias y políticas (entre ellas la Comisión Europea) hacen llamamientos reclamando acciones para frenar esta práctica nociva.

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Foto: iStock.

Las últimas alarmas se escucharon durante el Congreso de la Sociedad Europea de Endocrinología, que se celebró en mayo en Lyon. El doctor Mykola Lykhonosov, de la Universidad Estatal de Medicina Pavlov First, de San Petersburgo, en Rusia, presentó los resultados de una encuesta anónima realizada por su equipo entre hombres que asisten regularmente al gimnasio. De 550 encuestados, el 30,4% admitió que usaba esteroides, el 74,3% de los usuarios tenía entre 22 y 35 años de edad y el 70,2% de estos confesó que conocía los efectos secundarios, y a pesar de ello, eligen seguir tomándolos. “Esto plantea serias preocupaciones, no solo por su propia salud, sino también por las generaciones futuras, ya que se sabe que los efectos secundarios de los anabolizantes dañan los espermatozoides y aumentan el riesgo de disfunción sexual, enfermedades cardiacas y daño hepático”, alertó Lykhonosov.

Como estrategia para atajar el abuso de esteroides, el médico ruso propone difundir testimonios sobre los efectos adversos provocados por su consumo, lo que puede disuadir a otros usuarios.

"El uso de estas sustancias reduce el tamaño de los testículos y la cantidad de espermatozoides", Dr. Moncada

Un punto de partida puede ser insistir en las consecuencias más visibles y que dan de pleno en los rasgos masculinos: encogimiento de los testículos, ginecomastia (aumento de las mamas), disminución del número de espermatozoides y alopecia. ¿Cuándo empiezan esas manifestaciones? Ignacio Moncada, jefe del Servicio de Urología, Unidad del Varón y Cirugía Robótica del Hospital Universitario La Zarzuela, de Madrid, explica a Alimente: “A partir de los 3 meses de tratamiento comienza a notarse el bloqueo de eje hipotálamo-hipófisis-testículo, que es la consecuencia del uso de anabolizantes esteroideos (derivados sintéticos de la testosterona)”, y añade que el uso de estas sustancias frena a los testículos en su capacidad de producir testosterona y, en consecuencia, reduce su tamaño y la cantidad de espermatozoides”.

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Foto: iStock.

El urólogo destaca el impacto de la caída de espermatozoides, que “desde luego causa infertilidad y a veces esterilidad permanente si el tratamiento se ha hecho durante periodos largos y la atrofia del epitelio germinal es muy avanzada”. Este argumento, unido a la alerta de Lykhonosov, lleva a temer por la continuidad de la raza humana, una idea que se esfuma con la aclaración de Moncada: “Normalmente, si el uso de anabolizantes es limitado en el tiempo (unos meses), la producción de espermatozoides se suele recuperar sin secuelas”. Además, rebaja la alarma del médico ruso sobre el impacto en las generaciones futuras y asegura que los efectos sobre los espermatozoides “no se transmiten a la descendencia; el problema es que cuesta tener descendencia”.

El urólogo de La Zarzuela también tranquiliza acerca de otras consecuencias como la disfunción eréctil o la alopecia androgénica, que “tiene más que ver más con factores genéticos que con la cantidad de testosterona circulante”.

"El abuso de esteroides tiene un preocupante impacto cardiovascular y pone en peligro la vida", P. Yarnoz

Con todo, las repercusiones sobre los caracteres masculinos no son la amenaza más importante sobre la salud. La nutricionista Patricia Yarnoz, de la Clínica Universidad de Navarra, recuerda que el abuso de esteroides anabólicos se ha relacionado con una gran diversidad de efectos adversos y los hay que “ponen en peligro la vida, como el cáncer de hígado. También es preocupante el impacto cardiovascular (mayor riesgo de muerte y trombosis, aumento del colesterol LDL (malo), etc”.

La gravedad de las consecuencias depende, entre otras variables, “del tipo de sustancia utilizada, la frecuencia de consumo y del sexo del consumidor”, añade Yarnoz. Lo que está claro es que “el uso de toda sustancia que tenga reconocidos efectos secundarios graves debe ser valorado por un profesional médico que determine el beneficio de incluir esas sustancias y en las cantidades que podrían resultar adecuadas”, remacha la nutricionista.

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Las mujeres que toman esteroides anabolizantes ganan músculo a costa de los caracteres femeninos: disminuye el tamaño de los senos y la grasa corporal, la piel se vuelve áspera, la voz se hace más profunda y puede haber un crecimiento excesivo del vello corporal, incluso calvicie.

Por tanto, se impone dejar a un lado el consumo de anabolizantes, pero si no es factible, la especialista de la Clínica de Navarra insiste en hacerlo “siempre supervisado por un profesional médico, experto en deporte, que pueda determinar si una sustancia se considera segura y calcular la dosis adecuada”.

Patricia Yarnoz advierte que en el mercado se encuentran disponibles muchos productos clasificados como suplementos nutricionales que contienen derivados de estas sustancias, aunque “es imprescindible que tengan la aprobación de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) para conocer exactamente cuáles son sus componentes y evitar problemas [de dopaje en deportistas profesionales]”. Pero sobre todo enfatiza: “Nunca hay que comprar esteroides anabolizantes por internet” (y los más jóvenes conocen bien los proveedores a través de la red).

Lucir unos músculos poderosos y bien definidos es una aspiración de muchos hombres (también de mujeres, aunque menos) que viene de antiguo. Una anatomía musculada se asocia a belleza, fuerza y poderío. La Historia del Arte está repleta de varones musculosos (el Moisés o el David de Miguel Ángel son célebres), el mundo del cine (Sylvester Stallone, Arnold Schwarzenegger o Chris Hemsworth) y hasta en la industria del juguete hay modelos icónicos con los que han crecido decenas de generaciones de niños desde la segunda mitad del siglo XX (Madelman, Geyperman y Action Man).

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