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¿Por qué tenemos menos hambre a medida que cumplimos años?
  1. Nutrición
Hiporexia

¿Por qué tenemos menos hambre a medida que cumplimos años?

El apetito es la forma que tiene el cerebro de avisarnos de que el organismo necesita más nutrientes. Así que no te equivoques, no sentir hambre no siempre es bueno

Foto: La hiporexia o disminución del apetito se produce especialmente con la edad. (iStock)
La hiporexia o disminución del apetito se produce especialmente con la edad. (iStock)

Parece que el rugir de tripas reclamando comida se apaga lentamente con la edad. A medida que las personas van cumpliendo años, todos los procesos metabólicos del organismo se van enlenteciendo. Así lo explica el doctor Diego Sánchez Muñoz, especialista en aparato digestivo y fundador de IDI-Instituto Digestivo: "Cuando avanzamos en edad, las necesidades son menores, ya que los procesos metabólicos requieren menos energía y, por otro lado, nuestro gasto energético es menor. Por ello, nuestro cuerpo, que se autorregula constantemente, necesita ingerir menos calorías y, de este modo, el apetito es menor".

La hiporexia es un trastorno que se produce, sobre todo, a causa del envejecimiento, cuando los requerimientos energéticos son menores

Ahora bien, ese desinterés por sentarnos a la mesa y coger cuchillo y tenedor, ¿cuándo se despierta? ¿Pasados los 70? ¿Más allá de los 80? El experto no considera que sea posible establecer una barrera a partir de la cual el apetito decrece, ya que considera que se trata de un proceso adaptativo, al igual que lo es la regulación del apetito en función del estilo de vida. Así, "personas físicamente más activas, probablemente mantengan sensaciones de apetito más elevado para mantener esa actividad que las personas sedentarias, por ejemplo", puntualiza Sánchez Muñoz.

Efecto secundario de algo peor

El término médico para referirse a la disminución de la sensación de apetito es hiporexia. Un trastorno que fundamentalmente se produce a causa del envejecimiento, cuando los requerimientos energéticos con menores y, por tanto, el cuerpo necesita ingerir menos calorías para mantener su homeostasis. "Pero la hiporexia también puede ser secundaria a alguna patología que hay que investigar y, en su caso, tratar", advierte el doctor, quien señala que entre esas posibles patologías, hay que prestar atención a algunas tan graves como "el cáncer de cualquier origen, aunque múltiples enfermedades crónicas, tanto digestivas como extradigestivas, pueden manifestarse con hiporexia. También problemas endocrinológicos, como diabetes, hipotiroidismo u otras enfermedades metabólicas, pueden favorecer la pérdida de apetito".

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Foto: iStock

Por otro lado, otros casos están relacionados con la toma de medicamentos como ansiolíticos, antidepresivos o analgésicos potentes como los mórficos. "También los tratamientos oncológicos, es decir, muchos fármacos usados para quimioterapia pueden producir hiporexia", añade el experto.

A las patologías subyacentes y a los efectos secundarios de ciertos medicamentos, hay que sumar los factores psicológicos, los cuales no solo se limitan a los relacionados con enfermedades como la depresión o la ansiedad. También "las situaciones vitales, como la soledad o el duelo, por ejemplo, pueden hacer que se pierda el apetito de forma más o menos prolongada", apunta.

Foto: Los antidepresivos, peligrosos

La pérdida de peso y otras alertas que no debes ignorar

Con la disminución del apetito, es lógico que las personas adelgacen, ya que se ingiere menos alimento. Ahora bien, "hacer una buena historia clínica al paciente es fundamental para orientar cada caso concreto", asevera Sánchez Muñoz, quien remarca que "es muy importante la realización de una historia clínica adecuada, minuciosa, para poder investigar si existe una enfermedad de base que pudiera estar manifestándose con síntomas de hiporexia".

Hay que estar atentos -continúa- a signos y síntomas acompañantes llamados de alarma, como pueden ser, desde el punto de vista digestivo, cambios bruscos, repentinos y mantenidos en el hábito intestinal, sangrado con las heces o aparición de una masa, aunque también otros síntomas crónicos extradigestivos pueden estar relacionados. En el caso de que aparezcan, es cuando hay que investigar realmente si existe un problema importante de salud".

Si la falta de apetito se mantiene en el tiempo, se podría llegar a sufrir desnutrición

¿Qué pasa si se prolonga en el tiempo?

Los efectos de la falta de apetito y la consiguiente reducción del número de ingestas son especialmente graves y peligrosos en las personas mayores. Así, el experto apunta la desnutrición como la más preocupante de las consecuencias: "Si debido a esta hiporexia, el paciente ingiere menos nutrientes, y esto se mantiene a largo plazo, pueden producirse carencias en macro y micronutrientes esenciales que perpetúen el problema, no solo en cantidad, sino también en calidad. Por otro lado, hay que investigar, en caso de síntomas de alarma, si existe alguna enfermedad subyacente".

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El mito de los suplementos

El experto insiste en que lo más importante es averiguar cuál es el origen de la carencia de apetito y buscar el tratamiento para atajarlo. En el caso de no existir una causa justificada, identificar los posibles trastornos psicológicos que pudieran existir, manejarlos y hacer algunos cambios en el estilo de vida, puede ayudar. "Por ejemplo, hacer algún deporte adaptado a la edad o cambiar el tipo de alimentación por cosas más apetecibles para el paciente", sugiere el doctor.

"Es muy frecuente que los pacientes nos pregunten en la consulta (también en pacientes pediátricos) por suplementos vitamínicos para estimular el apetito. Sin embargo, más allá del tratamiento de las posibles carencias provocadas por la falta de ingesta, estos suplementos no son útiles para que aumente la sensación de apetito y, por tanto, se coma más", alerta.

De hecho, "desgraciadamente, no contamos con muchos fármacos para estimular el apetito. Existen algunos medicamentos que se usan para el tratamiento de la hiporexia secundaria a la quimioterapia, pero con eficacia limitada", recalca el facultativo.

placeholder Los suplementos nutricionales no son útiles para aumentar el apetito y, por tanto, se coma más.
Los suplementos nutricionales no son útiles para aumentar el apetito y, por tanto, se coma más.

¿Por qué se nos 'cierra' el estómago?

Nos hallamos, pues, en un escenario en el que el tratamiento pasa indefectiblemente por hallar el origen de la falta de hambre en la persona, ya que, hoy por hoy, no encontraremos medicamentos realmente eficaces para alentar el apetito. Este planteamiento nos hace dar un paso más hacia lo básico y preguntarnos en qué consiste exactamente esta sensación (el hambre) de la cual depende que proporcionemos alimentos y, por ende, nutrientes al organismo. Así lo detalla el doctor: "El hambre es un mecanismo hipercomplejo de supervivencia en el que participan no solo hormonas, sino otros mediadores intercelulares. En los seres humanos, además, la complicación aumenta, ya que intervienen factores psicológicos y sociales que modulan dicha sensación de hambre. Por eso, en ciertos eventos, o ante situaciones de estrés o ansiedad, una de las respuestas es comer aun sin hambre".

El hambre es un mecanismo hipercomplejo en el que intervienen hormonas y factores psicológicos

Hay a quien se le quita el hambre, pero también hay quienes, por la misma razón, no pueden parar de comer. "Esto es porque comienzan a funcionar los impulsos, que son reacciones irracionales que nos llevan a realizar actos con poco autocontrol. El estado de ánimo, las situaciones de estrés, alteraciones psicológicas u otras psicopatologías afectan al apetito mediante la segregación de hormonas de estrés, como los corticoides, que afectan a la microbiota intestinal y a la regulación del vaciamiento gástrico", subraya el doctor.

Leptina, grelina...

Como en otros muchos procesos fisiológicos, las hormonas acaparan gran parte del protagonismo. Pero ¿cuánta responsabilidad se les puede atribuir en el caso del apetito? Lo cierto es que mucha. Aunque está muy repartida, ya que son muchas las hormonas que, de un modo u otro, intervienen. De hecho, tal y como explica el doctor: "Son muchas, y con mecanismos muy complejos, y en muchos casos aún desconocidos, pero es un proceso que comienza en el estómago. En este órgano tenemos receptores que son capaces de detectar el llenado gástrico y la presión acumulada en el mismo debido a la comida, lo cual manda información al cerebro de que estamos llenos".

"Esta comunicación -continúa - se hace a través de diversas hormonas, destacando la leptina y la grelina. Estas son hormonas gástricas sobre las que actúan diversos fármacos que se usan para el tratamiento de la obesidad, así como en ciertas intervenciones de endoscopia bariátrica, como el endomanga o el endosleeve, que actúan por varios mecanismos, pero uno de ellos es la alteración de la secreción de estas hormonas".

Foto: Foto: Unsplash/@vmxhu.

Otro órgano que tiene gran influencia en el apetito y en la sensación de hambre es el páncreas, si bien este actúa más en el proceso de la digestión. Y fuera del aparato digestivo como tal, "la glándula tiroides es otra de las grandes reguladoras de múltiples funciones, fundamentalmente de la termogénesis y del catabolismo, teniendo también un papel fundamental en la regulación del apetito y en el acúmulo de grasas", señala el doctor, quien completa la lista con las hormonas y otros mediadores, "como la serotonina, dopamina o noradrenalina, que actúan regulando el apetito y haciendo que las glándulas suprarrenales segreguen corticoides".

Parece que el rugir de tripas reclamando comida se apaga lentamente con la edad. A medida que las personas van cumpliendo años, todos los procesos metabólicos del organismo se van enlenteciendo. Así lo explica el doctor Diego Sánchez Muñoz, especialista en aparato digestivo y fundador de IDI-Instituto Digestivo: "Cuando avanzamos en edad, las necesidades son menores, ya que los procesos metabólicos requieren menos energía y, por otro lado, nuestro gasto energético es menor. Por ello, nuestro cuerpo, que se autorregula constantemente, necesita ingerir menos calorías y, de este modo, el apetito es menor".

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