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Los caldos de brik, a examen: ¿son realmente saludables?
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Elige el casero

Los caldos de brik, a examen: ¿son realmente saludables?

El alto contenido en sal de estos preparados en caja y una calidad dudosa de los ingredientes empleados para su elaboración hacen que no sean la opción más recomendable

Foto: Foto: iStock.
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No hay nada que apetezca más cuando la temperatura exterior es baja que una buena sopa o un consomé caliente. Estos platos de cuchara ayudan a calentar el cuerpo y son una parte importante de la alimentación de los españoles en los meses más fríos. Están tan presentes en nuestro día a día que hasta Rigoberta Bandini los recoge en su canción Ay mamá: “A ti que tienes siempre caldo en la nevera”.

Precisamente por la alta presencia en nuestra dieta –y teniendo en cuenta el tiempo necesario para prepararlos–, la industria alimentaria lleva años elaborando caldos envasados listos para cocinar una sopa o tomar tal cual. En todos los supermercados se pueden encontrar estos procesados, pero mucha gente desconoce si realmente son saludables y la diferencia que puede haber entre marcas.

El dietista-nutricionista Iñaki Elío explica a El Confidencial que los caldos de tetrabrik son un producto que, al tener un tratamiento de uperización normalmente UHT, no necesita que se le añadan conservantes ni otros aditivos. Eso sí, “pueden añadir un potenciador del sabor como puede ser el glutamato monosódico (e-621), especialmente en los de peor calidad”.

Foto: Un rico caldo. (iStock)

El especialista, que también es el director del Grado de Nutrición Humana y Dietética de la Universidad Europea del Atlántico, los califica como una opción rápida para situaciones en las que no tengamos tiempo para poder preparar un caldo casero, “aunque la opción más saludable siempre será la que podamos preparar en casa”. Y en caso de que vayamos a decantarnos por la opción industrial recomienda intentar que sean opciones bajas en sal y que en los ingredientes no incluyan nada que no sean alimentos.

Diferencias entre marcas

En las tablas adjuntas, se puede observar que no existen grandes diferencias en la cantidad de sal entre los caldos de diferentes marcas y ni siquiera entre los caldos de verduras y pollo. “La única diferencia importante es la que se encuentra en las versiones bajas en sal”, apunta Elío.

Asimismo destaca que “aunque la composición del caldo se da en 100 ml, una ración es de 250 ml. De manera que una ración de caldo de brik aportaría unos 1,88 g de sal, un 37,5% del total que se aconseja consumir como máximo en un día”.

Foto: Foto: iStock.
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Debemos recordar que la OMS recomienda un consumo que no sea superior a los 5 gramos diarios en adultos para prevenir problemas de hipertensión arterial, enfermedad cardiovascular, accidente cerebrovascular o infarto de miocardio.

Caldos de pollo

Como se puede observar en la primera tabla, la cantidad de proteína en todos los caldos es muy pequeña. “Durante el procesado se eliminan los ingredientes utilizados y se deja solamente el agua de cocción. Por ello muy pocas proteínas pasan de la carne al caldo; independientemente de la cantidad de pollo y carne que se haya utilizado para su elaboración, los caldos nunca son una buena fuente de proteínas, ni siquiera los caseros”, detalla el nutricionista.

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“Una manera de poder saber si el caldo tiene suficiente cantidad de carne es que no tengan que poner concentrados ni saborizantes", destaca.

Respecto a la calidad de la carne que se emplea para estos procesados, el especialista indica que es difícil de establecer. “Se debe leer atentamente el etiquetado, pero muchas veces lo especifican de forma muy genérica. Otras veces incluyen denominaciones no reguladas, como la ya famosa ‘pollo de corral’, que inducen a pensar al consumidor que el producto es de mayor calidad sin que eso tenga por qué ser así”, apostilla.

Caldos de verduras

La dietista-nutricionista Sandra Sumalla explica que en el caso de las verduras sucede algo parecido: durante el procesado se eliminan del caldo después de la cocción. “Eso se puede apreciar fácilmente en el etiquetado, donde podemos ver que la cantidad de fibra por 100 ml es de entre 0 a 0,2 g”, apunta la especialista, que también es decana de Ciencias de la Salud de la Universidad Europea del Atlántico.

Igual que en el caso anterior: “Una manera de poder saber si el caldo tiene suficiente cantidad de verduras frescas es que no tengan que poner concentrados ni saborizantes”.

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Respecto a la calidad de las verduras, Sumalla señala en la misma dirección que con los caldos de carne: “Es muy difícil poder establecer la calidad de las verduras utilizadas, es importante revisar el etiquetado para saber las que se utilizan”.

El más recomendable

Un caldo casero nos permite poder controlar la cantidad de sal que añadimos, “siempre con la máxima 'menos es más”. “Además, podemos saber exactamente la cantidad y calidad de los ingredientes que utilizamos”, añade.

Por otro lado, sobre todo en el caso de las verduras, “es muy interesante el poder consumirlas junto con el caldo, de esta manera podremos aumentar nuestra ingesta de fibra”.

No hay nada que apetezca más cuando la temperatura exterior es baja que una buena sopa o un consomé caliente. Estos platos de cuchara ayudan a calentar el cuerpo y son una parte importante de la alimentación de los españoles en los meses más fríos. Están tan presentes en nuestro día a día que hasta Rigoberta Bandini los recoge en su canción Ay mamá: “A ti que tienes siempre caldo en la nevera”.

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