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¿Eres goloso? Descubre cómo reducir el azúcar de tu dieta sin pasarlo mal
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¿Eres goloso? Descubre cómo reducir el azúcar de tu dieta sin pasarlo mal

Aumento de peso, aparición de hipertensión, diabetes, colesterol alto o hambre sin control son algunas de las consecuencias de una dieta rica en azúcares. Así puedes desengancharte

Foto: ¿Eres goloso? Descubre cómo reducir el azúcar de tu dieta sin pasarlo mal (iStock)
¿Eres goloso? Descubre cómo reducir el azúcar de tu dieta sin pasarlo mal (iStock)

Son muchas las personas a las que un dulce les alegra el día. Esto se debe a que el azúcar genera una satisfactoria sensación de bienestar, aunque esta suele ser corta y esporádica. Por eso, muchos sienten la necesidad constante de consumirlo, pudiendo desencadenar cierta adicción. Y es que ser goloso viene condicionado, en gran parte, por los genes, puesto que es el ADN el que regula con qué intensidad percibimos el dulzor de la fructosa y la glucosa.

Del mismo modo, el hígado genera una hormona llamada factor de crecimiento de fibroblastos 21 o FGF21 que influye en los impulsos golosos. Si se produce en cantidades insuficientes, nuestro organismo no detecta cuándo hemos consumido suficiente azúcar, de modo que la apetencia por lo dulce resulta insaciable.

Foto: Foto: iStock.

Sin embargo, todos sabemos que el azúcar es uno de los ingredientes más perjudiciales de nuestra dieta. Aporta calorías sin nutrientes y puede causar efectos perjudiciales en el organismo a largo plazo. Lo cierto es que no es lo mismo el azúcar natural que se encuentra en las frutas y los vegetales, que el azúcar añadido o refinado, que puede causar enfermedades como la obesidad, la diabetes, el cáncer o la hipertensión, entre muchas otras.

Más fruta y verduras y menos alimentos procesados

Para controlar esas ganas de comer dulce a todas horas es recomendable consumir vegetales, frutos secos o cereales integrales, ya que ayudan a absorber la glucosa de forma progresiva, a un ritmo lento y controlado, además de proporcionar mayor cantidad de proteínas, grasas, vitaminas y minerales. Asimismo, es conveniente acompañar las legumbres y los cereales con verduras porque la absorción será más lenta.

En cuanto a la fruta, es mejor tomarla entera que en zumo, aunque este sea natural y sin azúcares añadidos. Esto se debe a que la velocidad de entrada en el organismo es mayor y, por tanto, aumenta los niveles de insulina. Las verduras también es preferible tomarlas enteras, ya que su saciedad es mayor que si se consumen en cremas o purés.

placeholder Los azúcares añadidos pueden conducir a un exceso de glucosa en el cerebro (Pixabay)
Los azúcares añadidos pueden conducir a un exceso de glucosa en el cerebro (Pixabay)

Del mismo modo, es conveniente reducir los alimentos procesados, porque son los que más azúcares añadidos tienen, igual que las bebidas azucaradas o edulcorantes. Además, los expertos recomiendan evitar comenzar las comidas con alimentos que tengan un alto índice glucémico, como el pan o las patatas fritas, por ejemplo.

En aquellos casos en los que el consumo de azúcar es regular, es aconsejable ir reduciéndolo poco a poco y sustituir el azúcar refinado por alimentos cuyo sabor es dulce, pero aportan mayores beneficios a nivel nutricional, como la fruta, gelatinas de sabores sin azúcar o chocolate negro a partir de un 80%, entre otras opciones.

El azúcar es un ingrediente muy perjudicial para nuestro cuerpo. Aporta calorías sin nutrientes

Cuando la alimentación es variada, equilibrada y rica en frutas, verduras, fibra y proteínas, el deseo por el dulce será menor y más fácilmente controlable. De hecho, reducir el azúcar, del cual consumimos una media de 30 kilos al año por persona, aporta numerosos beneficios que van desde una mejor salud física, previniendo enfermedades cardiovasculares o caries, hasta un mejor estado anímico, alejado de la ansiedad que deriva su consumo.

Son muchas las personas a las que un dulce les alegra el día. Esto se debe a que el azúcar genera una satisfactoria sensación de bienestar, aunque esta suele ser corta y esporádica. Por eso, muchos sienten la necesidad constante de consumirlo, pudiendo desencadenar cierta adicción. Y es que ser goloso viene condicionado, en gran parte, por los genes, puesto que es el ADN el que regula con qué intensidad percibimos el dulzor de la fructosa y la glucosa.

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