El índice omega 3 en sangre, un novedoso factor de riesgo cardiovascular

La enfermedad cardiovascular es uno de los más importantes problemas de salud pública que tenemos en España: con más de 120.000 muertes anuales, es la primera causa de muerte en nuestro país, por delante incluso del cáncer y de las enfermedades respiratorias, tal y como se recoge en el último informe ‘Defunciones según causa de la muerte’, elaborado por el Instituto Nacional de Estadística.

Ante esta situación, la prevención se perfila como el arma más importante con la que contamos. Según la Fundación Española del Corazón, “el 90% de los infartos que se producen se asocia a factores de riesgo clásicos conocidos, como la hipertensión, los niveles de colesterol elevado, el tabaquismo, la diabetes o la obesidad. El dato positivo de esta realidad es que la mayoría de esos factores son modificables y, por lo tanto, prevenibles”.

Así, una de las recomendaciones clásicas es la adopción de hábitos saludables, entre los que se encuentra el seguir una alimentación equilibrada y que incluya nutrientes cardioprotectores. Y es conveniente hacerlo desde edades tempranas -antes incluso de los 40 años-, es decir, antes de que se detecte algún tipo de trastorno que nos pueda impedir lograr una buena salud cardiovascular a largo plazo.

En este contexto de nutrientes cardioprotectores, los ácidos grasos Omega 3 pueden ser unos buenos aliados. En los más de 14.000 estudios científicos que se han publicado sobre estas ‘grasas buenas’ y su papel para ayudar a preservar la salud cardiovascular, se ha establecido que son una ayuda para mantener la salud del corazón y de los vasos sanguíneos, contribuyendo a regular los valores de triglicéridos y la presión arterial. Además, los Omega-3 también ayudan a mantener la función visual y cognitiva al formar parte del cerebro y de la retina.

Por ello, los organismos expertos, como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) o la Organización Mundial de la Salud (OMS), recomiendan 250 mg/día de Omega 3 (EPA+DHA). Un reto que todavía falta por superar, pues se estima que la población española no alcanza las ingestas recomendadas.

El test del Omega 3 en sangre

Tampoco es muy conocido entre la población española un novedoso factor de riesgo cardiovascular, el test analítico del Índice Omega 3 en sangre. Esta prueba consiste en una medida de la cantidad de Omega 3 EPA y Omega 3 DHA en la sangre, más específicamente en las membranas de los glóbulos rojos. De esta manera, se mide el porcentaje de los ácidos grasos que están presentes en los eritrocitos. Hay que destacar que, a la hora de calcular este índice, únicamente se tienen en cuenta los Omega 3 EPA y DHA.

Dado que más del 60% de los españoles realiza una ingesta de estos ácidos grasos menor de la recomendada -especialmente en edades jóvenes, justo cuando más interesante es desarrollar una estrategia de prevención-, y teniendo en cuenta que los estudios ponen de manifiesto que un índice bajo de Omega 3 en sangre podría estar asociado con una mayor riesgo cardiovascular, este tipo de test analítico podría ser de gran utilidad en la prevención.

Nuestro organismo tiene una capacidad muy limitada para sintetizar EPA y DHA, por lo que debemos incorporarlos en la dieta. La principal fuente de estos ácidos grasos es el pescado azul, cuyo consumo está también por debajo de las recomendaciones. Una alternativa cómoda y asequible son las leches enriquecidas con Omega 3, que pueden ayudarnos a conseguir ese aporte diario de estos nutrientes cardioprotectores. Se trata de una sencilla opción que contribuye a asegurar las ingestas diarias recomendadas de este nutriente, dadas las dificultades para garantizarlas solo a través de las otras fuentes alimentarias de Omega 3 (pescado azul).