Un nuevo estudio sugiere que el alucinógeno psilocibina es eficaz contra la anorexia nerviosa

Los trastornos de la conducta alimentaria son viejos conocidos en las consultas de psiquiatría, especialmente en las de niños y adolescentes. Y los especialistas asisten con preocupación no solo al aumento del número de casos, también a tratar a pacientes que ni siquiera han llegado aún a la adolescencia. La pandemia ha contribuido a ese incremento, advierten los especialistas, pero si hay que señalar el motivo principal es la presión de las redes sociales, a la que sucumben los más jóvenes, sobre todo, pero también los adultos.

La incidencia de anorexia, bulimia y trastornos por atracón en Europa es del 2,2% de la población, la mitad que en Estados Unidos (4,6%), recoge un reciente estudio epidemiológico publicado en la revista Nutrición Hospitalaria. Sin embargo, las cifras varían mucho entre chicas y chicos, de forma que entre el 4 y el 6% de las jóvenes de entre 12 y 21 sufre uno de estos trastornos frente al 0,3% de los varones.

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Fran Sánchez Becerril

Las cifras prueban que existe un problema, pero la realidad es dramática, porque superar la enfermedad es muy difícil y el riesgo de recaída grande. Los especialistas y los enfermos y su familia conocen bien las consecuencias.

El tratamiento es complejo y exige un abordaje multidisciplinar, que involucra a psiquiatras, nutricionistas, psicólogos, endocrinólogos, etc. Por eso, los resultados obtenidos en un ensayo clínico con psilocibina -un compuesto alucinógeno que se encuentra en algunos hongos- han sido recibidos con cierta esperanza y mucha cautela por los psiquiatras.

Prueba de seguridad

Un equipo de científicos de la Universidad de California ha hecho un ensayo clínico en fase 1 sobre el efecto de este compuesto para tratar la anorexia nerviosa. Para ello, han administrado 25 mg del alucinógeno junto con soporte psicológico a diez mujeres con anorexia y han verificado que el tratamiento es seguro y tolerable. Cuatro de ellas mostraron una clara mejoría, pero los autores, encabezados por la psicóloga Stephanie Knatz, reconocen que el bajo número de la muestra y la ausencia de grupo control obliga a ser cautelosos y hacer más investigaciones en este sentido.

Las reacciones al estudio, que se ha publicado en Nature Medicine, no se han hecho esperar. En declaraciones a Science Media Centre (SMC), el psiquiatra Joaquim Radùa, de Idibaps, en Barcelona, reitera que “la anorexia nerviosa es una enfermedad grave y los tratamientos de los que disponemos tienen una eficacia limitada”, y de aquí que “recibo con ilusión cualquier noticia acerca de nuevos tratamientos”, confiesa.

Sin embargo, en línea con los autores de la Universidad de California, destaca que se trata de un trabajo muy preliminar, cuyo propósito inicial era “conocer si la psilocibina es un tratamiento seguro y tolerable”. De aquí que “deberíamos evitar depositar demasiadas esperanzas hasta que no haya estudios más grandes y con grupo control”.

Psicofármacos de moda

Lo cierto es que el interés por la psilocibina para tratar algunos problemas psiquiátricos parece que ha aumentado de un tiempo a esta parte. La semana pasada, un equipo del MD Anderson Cancer Center, de Houston, publicó un artículo en el International Journal Gynecological Cancer instando a los profesionales a no cerrarse al uso de la psilocibina en mujeres con cáncer avanzado. “Los psicodélicos, y específicamente la psilocibina, se han mostrado prometedores en el tratamiento de varios síntomas psicológicos, como la ansiedad, la depresión, el trastorno de estrés postraumático y la angustia del final de la vida”, dicen, y añaden que los resultados de los estudios de personas con otros tipos de cáncer han sido alentadores.

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Alimente

Meses antes, investigadores del Trinity College de Dublín publicaron en el New England Journal of Medicine un estudio en personas con depresión resistente al tratamiento. Igual que, en el reciente ensayo en anorexia nerviosa, los científicos administraron dosis de 25 mg, 10 mg o 1 mg (control) del alcaloide junto con apoyo psicológico, y observaron una mejoría entre los que tomaron una dosis única de 25 mg de psilocibina, pero también tuvieron más efectos secundarios (dolor de cabeza, náuseas y mareos ), que entre los que recibieron dosis más bajas.

Interés más allá de la ciencia

El psiquiatra Alberto Ortiz, del Hospital La Paz, de Madrid, confirma el interés creciente por los psicodélicos, y entre ellos la psilocibina, hasta el punto de que se recomiendan para tratar cada vez más problemas mentales. Pero, en su opinión, “la lógica detrás de esta tendencia es confusa y contradictoria, y se refleja en este estudio: por una parte, se plantea que la psilocibina ayuda en el proceso de la psicoterapia a través de las percepciones que la experiencia inducida por la droga puede generar. Por otro lado, se afirma que representa un tratamiento médico específico mediante la corrección del sistema de neurotransmisión del cerebro”.

La psilocibina y el resto de psicodélicos se están volviendo populares a través de la potente combinación de intereses financieros y de la desesperación que provoca el sufrimiento mental

Según este psiquiatra, el estudio de Nature Medicine es representativo de esta moda, pero tiene limitaciones importantes: "Parte de una hipótesis no probada: que la función serotoninérgica está alterada en las personas diagnosticadas de anorexia nerviosa y que la psilocibina puede ser efectiva porque actúa específicamente en este sistema de neurotransmisión", argumenta.

Es muy crítico con el ensayo y lo considera de “una calidad muy baja, con una muestra mínima, de tan solo diez pacientes, y sin grupo control”, y advierte que “no presta atención a la forma en que los efectos psicoactivos inmediatos de las drogas impactan en los sentimientos y el comportamiento de las personas”, un impacto que influye en la percepción de mejora.

El doctor Ortiz tiene una explicación para ese interés por este tipo de psicofármacos: “La psilocibina y el resto de psicodélicos se están volviendo populares a través de la potente combinación de intereses financieros y de la desesperación que provoca el sufrimiento mental en las personas que lo padecen”, y les asesta el golpe de gracia: “Su utilidad clínica generalizada no está probada y este estudio no aporta novedades al respecto, salvo contribuir aún más a la divulgación de estas sustancias”