¿Qué alimentos deberías evitar si tienes cálculos biliares?

Tener piedras en la vesícula no es un diagnóstico raro ni excepcional. De hecho, se estima que en torno al 5% de la población en España desarrollará a lo largo de su vida una patología vesicular. Sin embargo, y pese a su prevalencia, no es una de las dolencias más conocidas. Razón por la que merece la pena aclarar algunos conceptos básicos acerca de su origen y tratamiento.

El exceso de grasas saturadas, carnes grasas, azúcares y alcohol favorece los cálculos biliares

La Fundación Española del Aparato Digestivo define el cólico biliar como la formación de cálculos en las vías biliares. Cuando estos cálculos se encuentran en la vesícula se denominan colelitiasis, mientras que si se ubican en el conducto biliar se conocen como coledocolitiasis.

Por otro lado, el síntoma principal asociado es un dolor que se localiza en el cuadrante superior derecho del abdomen, intenso, que aumenta de forma progresiva y que puede alternar con pequeños periodos sin dolor. A veces, este puede irradiarse hacia atrás, como si se tratase de un cinturón.

Evitar las grasas no es la única recomendación

Se puede tender un vínculo perfectamente definido entre la alimentación y la formación de los cálculos biliares. "La alimentación puede tener un papel muy importante en este proceso, puesto que ciertos patrones alimentarios, como un exceso de consumo de grasas saturadas, embutidos, carnes grasas, azúcares, alcohol, falta de consumo de fibra o los desajustes de horarios, entre otros, suponen un factor de riesgo de sufrir colelitiasis", señala la nutricionista Elena Barquín, del Instituto de Obesidad (Madrid). De sus palabras se infiere, por tanto, que disminuir el consumo de dichos alimentos podría ayudar a prevenir el desarrollo de esta patología.

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Evidenciada la estrecha relación entre lo que comemos y sus consecuencias en la aparición y progresión de una colelitiasis, la experta insta a seguir ciertas pautas dietéticas con el fin de prevenir la formación de las piedras biliares.

Sin duda, hay un grupo de alimentos que deberían quedar fuera de una dieta enfocada a este fin. Se trata de aquellos que contienen más grasas, como, por ejemplo, "las carnes más grasas, los embutidos, los lácteos enteros, la mantequilla, las salsas, las frituras o los pescados grasos", resume Barquín. Y añade: "También habría que evitar los azúcares refinados, la bollería y la repostería".

La mayor parte de los cálculos biliares están formados por colesterol

Además, sería conveniente "moderar el consumo de alimentos flatulentos, frutas no maduras y bebidas gaseosas", apostilla.

En cualquier caso, la experta insiste en que "las carnes y embutidos grasos, los lácteos y derivados grasos y todo tipo de fritos y rebozados, alimentos ricos en grasas saturadas y trans, son los principales responsables de los cólicos biliares. Y es que todos ellos tienen la capacidad de favorecer el aumento del colesterol. Esto significa, entre otras cosas, que un consumo regular de estos alimentos puede ser uno de los desencadenantes de la formación de los cálculos de colesterol, los cuales son uno de los tipos más frecuentes en los casos de colelitiasis.

La dieta que cuida de tu vesícula

Frente a la retahíla de alimentos que conviene evitar, o como mínimo limitar su consumo con el ánimo de eludir la formación de cálculos biliares, la nutricionista menciona aquellos que son idóneos para aliviar los síntomas de la colelitiasis: "Alimentos con alto contenido en fibra, carnes magras, como el pollo o el pavo, pescados blancos, como la merluza o el bacalao, y lácteos y derivados desnatados". También son aliados de los pacientes de esta patología "los cereales integrales, las frutas y verduras en general y, por supuesto, el aceite de oliva virgen extra", añade.

A partir de estas pautas generales, Barquín concreta un poco más y señala los siguientes alimentos como perfectos candidatos para formar parte de un tratamiento para la colelitiasis: "Pollo y pavo sin piel, huevos, patata, arroz, legumbres trituradas (garbanzos, lentejas...), frutas maduras y cítricas, pescado blanco (merluza, rape, lenguado, pescadilla...), leche desnatada, quesos blancos y frescos".

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Todas estas recomendaciones hechas por la experta se pueden sintetizar en un solo consejo que combina aspectos puramente dietéticos y otros relacionados con los hábitos nutricionales: "Llevar una dieta equilibrada y saludable, reduciendo el consumo de alimentos grasos y azúcares, evitando las comidas abundantes y copiosas, comiendo despacio y tranquilos, y repartiendo las comidas en varias tomas al día; lo ideal sería entre cuatro y cinco ingestas".