Estrategia nutricional para prevenir el síndrome metabólico
Tanto nuestro tipo de alimentación como el grado de actividad física que practicamos son determinantes para evitar, tratar y revertir el riesgo de enfermedades cardiacas
El síndrome metabólico es una de las patologías que mayor riesgo cardiovascular presenta en la población del mundo occidental, y una de las enfermedades cuya prevalencia más está aumentando en los últimos años. No en vano, se la considera como una de las amenazas más peligrosas para la salud en el siglo XXI. Ahora bien, a qué nos referimos cuando hablamos del síndrome metabólico. ¿En qué consiste esta patología que pone en jaque la salud del 30% de la población en España, según datos del estudio DARIOS?
La suma de cinco factores de riesgo
Tal y como se recoge en la Revista Española de Cardiología, el síndrome metabólico, también conocido como síndrome de resistencia a la insulina, es la suma de un conjunto de cinco alteraciones metabólicas: obesidad central, niveles bajos de colesterol HDL (el bueno), diabetes, hipertensión y nivel alto de triglicéridos.
El síndrome metabólico es la suma de cinco factores de riesgo cardiovascular
Por tanto, no se trata de una enfermedad única, sino de la combinación de varias que, dicho sea de paso, suelen presentarse al mismo tiempo y en el mismo paciente. Además, según la Fundación Española del Corazón, se considera que, para llegar a un diagnóstico de síndrome metabólico, la persona debe cumplir al menos con tres de los cinco criterios diagnósticos. "Cada uno de estos factores por separado ya supone un riesgo cardiovascular importante. Sin embargo, si una persona aumenta los criterios diagnósticos, lógicamente el riesgo de sufrir enfermedades cardiacas se ve incrementado", apunta el doctor Manuel Anguita, portavoz de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
Por otro lado, a pesar de que el nivel elevado de colesterol LDL (el malo) no está incluido en la lista de los cinco criterios mencionados, "es importante tenerlo en cuenta -remarca el experto-, ya que es habitual que también esté presente en las personas que ya muestran alguno de los otros criterios como los triglicéridos elevados o niveles altos de glucosa. Y es que el exceso de LDL constituye, sin duda, un factor de riesgo añadido".
¿Ejercicio o alimentación?
Dada la gravedad de los efectos que tiene para la salud sumar tantos y tan peligrosos factores de riesgo cardiovascular, la prevención se revela como la mejor opción para mantener una buena salud.
Una dieta rica en fruta y verdura y baja en grasas saturadas previene el síndrome metabólico
El doctor distingue dos vías para evitar el síndrome metabólico: la dieta y el ejercicio físico. Ambas estrategias, llevar una dieta sana y equilibrada y practicar deporte o tener una vida activa, son igual de importantes. Ahora bien, si el doctor tuviera que decantarse por una de ellas, sin restarle importancia a la otra, lo haría por la actividad física, ya que "existen estudios que sugieren que el deporte podría proteger con mayor efectividad frente a las enfermedades cardiovasculares que la alimentación", apostilla.
Enarbolando la dieta mediterránea
Partiendo de la paridad en cuanto a la importancia del deporte y la alimentación como herramientas de prevención, ponemos el foco en la dieta y en su responsabilidad en cuanto a la aparición y desarrollo del síndrome metabólico. En este sentido, el doctor subraya los beneficios de la dieta mediterránea como arma de protección frente a la hipertensión, diabetes, obesidad, triglicéridos altos o niveles bajos de colesterol HDL, y alerta sobre los efectos negativos de no seguir sus parámetros.
"Se sabe que los alimentos con un alto aporte calórico, las grasas saturadas, o llevar una dieta que incluya alimentos procesados son algunos de los malos hábitos nutricionales asociados a las alteraciones metabólicas del síndrome metabólico" señala. Y añade: "Las personas que no llevan una alimentación saludable tienen muchas más posibilidades de desarrollar diabetes, hipertensión u obesidad abdominal".
Revertir el síndrome metabólico
Con el diagnóstico en la mano, y en el marco de una estrategia nutricional, lo primero que habría que hacer es "disminuir la ingesta calórica, reducir los azúcares refinados lo máximo posible, los cuales ya se consideran más perjudiciales que las grasas saturadas, evitar los alimentos procesados y disminuir el consumo de grasas saturadas, aunque no eliminarlas del todo", resume el experto.
Además, acorde con las pautas de la dieta mediterránea, Anguita nos recuerda lo importante que es incluir "pescado tres o cuatro veces a la semana, por su aporte en aceites grasos omega-3 y 6; fruta y verdura todos los días, sumando un total de cinco piezas; cuatro o cinco cucharadas de aceite de oliva; 20 o 30 g de frutos secos, fundamentalmente nueces; y ocasionalmente (un día a la semana), carne. Mejor si es de ave o conejo, aunque un filete de carne roja semanal no constituye un riesgo para la salud. También se puede incluir lácteos. De hecho, estudios recientes han demostrado que los lácteos enteros tomados en cantidades pequeñas, como, por ejemplo, una taza de leche entera o un yogur, también tienen un efecto protector". Y por último, es importante "eliminar, en el caso de los pacientes obesos, diabéticos o hipertensos, el consumo de alcohol en la dieta, y restringirlo hasta una frecuencia esporádica en las personas sanas".
El síndrome metabólico es una de las patologías que mayor riesgo cardiovascular presenta en la población del mundo occidental, y una de las enfermedades cuya prevalencia más está aumentando en los últimos años. No en vano, se la considera como una de las amenazas más peligrosas para la salud en el siglo XXI. Ahora bien, a qué nos referimos cuando hablamos del síndrome metabólico. ¿En qué consiste esta patología que pone en jaque la salud del 30% de la población en España, según datos del estudio DARIOS?
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