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Esto es lo que no debes hacer nunca al usar aceite: daña el cerebro, el hígado y el intestino
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¡MUCHO CUIDADO!

Esto es lo que no debes hacer nunca al usar aceite: daña el cerebro, el hígado y el intestino

Un nuevo estudio en ratas sugiere la posible conexión entre el consumo prolongado de aceites de cocina recalentados y los trastornos cognitivos, por lo que recomiendan dietas ricas en antioxidantes y ácidos grasos omega-3

Foto: Esto es lo que no debes hacer nunca al usar aceite: daña el cerebro, el hígado y el intestino. (iStock)
Esto es lo que no debes hacer nunca al usar aceite: daña el cerebro, el hígado y el intestino. (iStock)

Todo el mundo conoce los beneficios para la salud que conlleva el uso del aceite de oliva en nuestra dieta diaria. Utilizado como principal grasa de adición para el consumo alimenticio en carnes, pescados, legumbres, cereales o vegetales, su alto valor nutricional supone un factor de prevención para muchas enfermedades.

El llamado oro líquido, adalid de la dieta mediterránea y que ha perdurado desde hace siglos en nuestras costumbres gastronómicas, contiene un alto volumen de ácido oleico, grasas de origen vegetal, betacarotenos y vitamina E, lo que le confiere propiedades cardioprotectoras y ayuda a disminuir el riesgo de obstrucción en las arterias.

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Por este motivo, es muy importante darle un buen uso al aceite que usamos. La fritura, por ejemplo, es un método de cocción frecuente en todo el mundo y que se utiliza a menudo en restaurantes de comida rápida, pero también en la cocina casera. Calentar aceites a altas temperaturas altera su estructura química natural, reduciendo sus antioxidantes beneficiosos y formando compuestos dañinos como grasas trans, acrilamida y aldehídos. Y recalentarlos agudiza mucho más este proceso en cada uso.

¿Qué pasa con el uso del aceite recalentado?

Diversos estudios han asociado el consumo de estos alimentos a enfermedades cardiometabólicas y ciertos tipos de cáncer. Sin embargo, poco se ha investigado sobre los efectos a largo plazo del consumo de aceites de cocina recalentados sobre el metabolismo y el desarrollo de enfermedades. Ahora, un informe de la Asociación de Alzheimer de Estados Unidos ha encontrado un vínculo potencial entre el consumo del aceite frito reutilizado y un mayor proceso neurodegenerativo en ratas.

placeholder Aceite frito recalentado. (iStock)
Aceite frito recalentado. (iStock)

La investigación sugiere que el aceite recalentado puede aumentar el proceso neurodegenerativo al alterar el eje hígado-intestino-cerebro, que es crucial para mantener el equilibrio fisiológico y que se ha relacionado con trastornos neurológicos y cognitivos. De hecho, reveló que este tipo de dietas conducen a altos niveles de colesterol, colesterol LDL, triglicéridos, AST y ALT y marcadores inflamatorios, junto con un daño considerable a las estructuras del hígado y el colon, lo que apunta a un posible daño cardiometabólico y orgánico.

El consumo de aceites recalentados también provocó estrés oxidativo en el cerebro, especialmente en áreas cruciales para la regeneración, lo que daña potencialmente las neuronas y aumenta el riesgo de enfermedades neurodegenerativas. Por el contrario, las ratas alimentadas con aceites sin calentar mostraron mejores marcadores de salud cerebral.

El aceite recalentado aumenta el proceso neurodegenerativo al alterar el eje hígado-intestino-cerebro, relacionado con estos trastornos

Para mitigar los efectos nocivos del consumo de aceites recalentados, los expertos recomiendan seguir dietas ricas en ácidos grasos omega-3 y nutracéuticos como la curcumina y la vitamina E, que se pueden encontrar en la cúrcuma, las almendras y otro tipo de alimentos. La incorporación de antioxidantes, fibra, fruta, verdura, frutos secos y té verde puede reducir el estrés oxidativo y la inflamación, protegiendo así el cerebro. También recomiendan los alimentos probióticos, como el kéfir y el kimchi, para la salud intestinal y hepática.

Todo el mundo conoce los beneficios para la salud que conlleva el uso del aceite de oliva en nuestra dieta diaria. Utilizado como principal grasa de adición para el consumo alimenticio en carnes, pescados, legumbres, cereales o vegetales, su alto valor nutricional supone un factor de prevención para muchas enfermedades.

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